Los ladrones de hachís que invertían en valiosos gallos de pelea
La Guardia Civil desarticula una red dedicada a robar droga a otras bandas y que poseía 200 aves de raza, algunas premiadas
Aparentemente era una finca de recreo, una segunda residencia en la zona de Valdezorras, en la periferia de Sevilla, para aliviar el calor húmedo de la capital andaluza chapoteando en la piscina. Pero cuando la Guardia Civil irrumpió en la vivienda hace un par de semanas, se encontró en el patio exterior con un reñidero de gallos, el ring donde se celebran las peleas entre estas aves, con jaulas perfectamente habilitadas donde descansaban 200 gallos de raza, algunos de ellos premiados. Además de los animales, también hallaron fardos de hachís de casi 2.000 kilos, tres armas cortas, seis chalecos identificativos del Instituto Armado y luces de prioridad policial para vehículos.
El chalé era el almacén donde sus propietarios guardaban la droga que robaban a otras organizaciones delictivas, lo que se conoce como “vuelcos”, haciéndose pasar por policías y fingiendo controles. Los verdaderos investigadores de la Guardia Civil han detenido ya a 17 personas vinculadas con esta red, todos de nacionalidad española, entre ellos una mujer. Los agentes sospechan que utilizaban el hachís que sustraían a otras bandas para sufragar el coste de mantener a tantos gallos de pelea. El cuidado de uno de estos ejemplares de raza asciende a varios miles de euros.
“Las instalaciones de los gallos estaban en perfecto estado, no era para nada un cuchitril, incluso tenían concertinas en los muros para impedir la entrada al interior de la finca”, explican fuentes de la investigación. Las primeras detenciones se realizaron hace 15 días y la última el día de Año Nuevo. La operación, bautizada precisamente Reñidero, sigue abierta y se esperan más arrestos. A lo largo de estos días, la Guardia Civil ha registrado viviendas y naves en varias localidades de la provincia de Sevilla.
La red estaba bien organizada, explican las fuentes consultadas. Los cabecillas, un par de personas, se dedicaban más directamente de las peleas de gallos. La organización también contaba con informadores, encargados de avisar de los traslados de hachís por parte de otras bandas de narcotraficantes, y con quienes ejecutaban los vuelcos, haciéndose pasar por agentes de la Guardia Civil.
Fue precisamente uno de esos falsos controles policiales el que alertó a los agentes. La denuncia este verano del robo de una furgoneta de alquiler asaltada a punta de pistola no terminó de convencer a los investigadores. Dudaron de su veracidad y empezaron a buscar el vehículo, sospechando que podía haberse utilizado para transportar hachís. Los guardias civiles localizaron la finca en la que había estado la furgoneta y decidieron vigilarla. Cuando vieron salir a otros dos automóviles, les dieron el alto y al registrarlos encontraron varios fardos de hachís en el interior de los maleteros.
Los agentes desconocen todavía desde cuándo operaba la organización o cuántos robos de hachís a otras bandas de narcotraficantes han realizado. A los detenidos se les acusa de pertenencia a organización criminal, robo con violencia e intimidación, tenencia ilícita de armas y a alguno de ellos de delito contra la seguridad vial por no tener permiso de conducir.
Los vuelcos son actividades que suelen generar venganzas por parte de las organizaciones de narcotraficantes que se ven sorprendidas y a las que se les hurta su mercancía. Las represalias son cada vez más violentas, como evidencia el último ajuste de cuentas en Chipiona a finales del pasado mes de septiembre. Tres hombres, dos portugueses y uno marroquí, fueron torturados y lanzados a la autovía que une la localidad gaditana con Jerez. Uno de ellos falleció. El conductor, de nacionalidad francesa, protagonizó una persecución que se hizo viral y que acabó con el hombre detenido en el sevillano barrio de Los Remedios.
“Las revanchas por los vuelcos están subiendo en intensidad”, confirman desde la Guardia Civil. Los investigadores destacan la importancia de la desarticulación de esta organización porque, el hecho de que se valiera de sus chalecos para los robos de hachís a otras bandas, provocaba que en sus propias operaciones, se les recibiera de manera “más hostil de lo habitual”. “Si creen que solo se les va a incautar la droga, pero que no les van a detener, sospechan”, señalan fuentes de la investigación. Además de los estupefacientes, las armas y los chalecos de la Guardia Civil, los agentes también se han requisado 46.000 euros en efectivo y cuatro vehículos de alta gama.
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