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La derecha gana la batalla del saludo a la delegación iraní en el Congreso

Vox, Ciudadanos y PP se apropian del incidente diplomático y de protocolo

Javier Casqueiro
Los diputados de Vox Garriga, Olona y Espinosa de los Monteros.
Los diputados de Vox Garriga, Olona y Espinosa de los Monteros. ULY MARTíN

Una visita protocolaria de una delegación extranjera de políticos, habituales en el Congreso y que suelen pasar inadvertidas, provocó el martes un incidente diplomático. La nación era Irán. El asunto derivó en una agria disputa nacional, ya casi en plena precampaña electoral en España, sobre cómo abordar la relación de ese país con las mujeres.

Vox capitalizó el frente de la derecha parlamentaria contra el pragmatismo de acudir a la cita tras alertar desde el servicio de protocolo del Congreso que la Embajada de Irán había avisado de que sus delegados no consentirían en el saludo informal ningún contacto físico, ni siquiera con la mano, con las políticas españolas. Ciudadanos se sumó inmediatamente al boicot y el PP lo respaldó este miércoles. La izquierda optó por acudir a la reunión y expresar en la misma sus quejas contra la falta de derechos e igualdad de la mujer en Irán. El embajador iraní en Madrid, Hasan Qashqavi, explicó molesto, al final del encuentro, que esa costumbre forma parte de su cultura y pidió "respeto".

La cita era este pasado martes, a las seis de la tarde, en una sala del Congreso con los componentes de la comisión de Exteriores. Acudía una delegación con un alto representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Mahmoud Barimanique, otros asesores y el embajador en Madrid. Apenas tres horas antes un mensaje a la prensa de Vox reventó la reunión y desató una carrera contra el reloj para situarse políticamente o evitar un incidente diplomático con un país con el que las relaciones son siempre delicadas.

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Vox reveló que había recibido instrucciones, primero orales y luego por escrito, de servicios de la Cámara baja para que las mujeres políticas españolas que acudieran a la sesión de trabajo "evitaran en el saludo inicial ningún contacto físico con los invitados e incluso que tampoco les miraran demasiado de cerca, aunque no precisaron cuanto". Esos detalles los facilitó el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que era el político de su formación que había confirmado su asistencia. Luego decidió no presentarse y formalizar así un boicot.

Este miércoles, tras trasladar su queja por esas demandas de los políticos de Irán en la Junta de Portavoces del Congreso a la presidenta, la socialista Meritxell Batet, el propio Espinosa de los Monteros construyó un discurso reivindicativo sobre la lucha a favor de los derechos de la mujer: "Es inaceptable, no deberíamos acceder a esas visitas y protestamos porque la delegación iraní pretendiera imponer su protocolo a los usos y costumbres de nuestra civilización. No puede ser que vengan de fuera sin el mínimo respeto a los derechos de las mujeres que tanto ha costado conseguir". Vox reclamó oficialmente que no se vuelvan a permitir visitas de ese signo.

La presidenta del Congreso argumentó, según Vox, que no conocía los pormenores del incidente pero sí subrayó, como hicieron otros representantes de otros partidos, que estos contactos no inusuales con políticos de naciones con problemas de discriminación son buenos para mostrar un camino a seguir. La portavoz en la comisión de Ciudadanos, Melisa Rodríguez, también recibió las mismas instrucciones que Vox de los servicios técnicos del Congreso y declinó presentarse en señal de protesta. Pero Ciudadanos sí dejó en la sala a otra representante, en este caso de la Mesa de esa comisión. El PP el martes no dijo nada y se personó, pero este miércoles su portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo, respaldó totalmente el comportamiento de Vox como hizo el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que lamentó que Podemos y PSOE no secundaran el plante.

El problema para el PSOE fue que su máximo representante en la comisión, el presidente, Sergio Gutiérrez, no fue localizado por los técnicos del Congreso cuando estos recibieron la llamada de aviso de la Embajada de Irán. Y los técnicos, tras intentar llamarle sin éxito, empezaron a localizar por su cuenta a los demás miembros de la comisión. No lo lograron con todos, porque desde Podemos se aseguró que nunca fueron contactados, algo que les pasó a otros partidos. Sí lo hicieron con Vox, que con su protesta levantó la polvareda.

Cuando el presidente de la comisión de Exteriores fue finalmente informado, la polémica sobre la visita y el saludo informal (no protocolario) ya había saltado a los medios de comunicación, varios partidos se habían expresado en contra y apenas faltaba una hora para la llegada al Congreso de la delegación iraní. La solución salomónica que encontró Ramírez fue continuar con la sesión pero evitar el saludo informal a la entrada para eliminar la posibilidad del contacto físico y más problemas.

Los delegados iraníes acudieron a la hora programada, el encuentro se llevó a cabo, los portavoces de todos los partidos españoles expresaron dentro de la sala sus reparos por el trato a la mujer en Irán y por la falta de igualdad. Tras dos horas de discursos, la cita parecía haber acabado cuando el embajador de Irán en Madrid, Hasan Qashqavi, pidió la palabra. Y subrayó que entendía que a los políticos españoles no les gustase ni comprendiesen las normas culturales por las que se rigen en su país (la sharía o código de conducta del Corán no permite ese contacto físico con las mujeres entre desconocidos) y acabó: "No les pido que lo compartan, pero sí que lo respeten".

El presidente de la comisión de Exteriores, Sergio Gutiérrez, ha concluido de todo este episodio que tendrá que hablar con la presidenta del Congreso para fijar unas normas objetivas sobre cómo actuar ante este tipo de visitas. Y también que, para evitar interpretaciones partidarias en el futuro, los servicios técnicos del Congreso no deberían de ponerse en contacto con los representantes de los distintos partidos ni tomar decisiones antes de que él fije las instrucciones políticas.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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