“¡Todos a la iglesia, que nos roban las campanas!”
Los vecinos de la localidad malagueña de Teba salieron a la calle en tromba al creer que se quedarían sin uno de sus bienes más preciados, como ya sucedió en 1929
El pasado lunes, el pánico cundió en Teba, municipio de casi 4.000 habitantes al norte de la provincia de Málaga. Numerosos vecinos se movilizaron en la plaza junto a la iglesia de la Santa Cruz Real, sin dar crédito a sus ojos: los técnicos de una empresa se estaban llevando tres de las seis campanas del templo. El boca a boca y los grupos de WhatsApp hicieron que en apenas minutos más de un centenar de personas se dieran cita junto el edificio religioso, levantado en el siglo XVIII. El llamamiento fue imperioso: había que reunirse en la iglesia para evitar la tropelía. "Las están quitando debemos impedirlo. Pasadlo a vuestros contactos y los que podáis id". Minutos más tarde, el propio alcalde de la localidad, Cristóbal Corral, se acercó al lugar para averiguar qué estaba ocurriendo. “En ese momento parecía que las iban a descolgar para no devolverlas jamás”, subraya el regidor.
La defensa popular de unas campanas y el temor a que las roben puede sonar surrealista, pero no lo es desde el punto de vista del pueblo. Allí están escarmentados por una historia similar que les ocurrió hace casi un siglo. En 1929, una de las campanas de la iglesia fue tomada en préstamo para ser mostrada en la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Nunca volvió. “Se la quedaron en la catedral de Sevilla”, explica Antonio Polino, miembro de la Agrupación de Cofradías de Teba, que destaca que el objeto aún cuenta con la inscripción de Santa Cruz, nombre de la iglesia tebeña, como marca de su origen. En el mismo traslado a Sevilla también se quedaron sin un San Sebastián atribuido a Nicolás Salzillo y varias imágenes.
El relato ha ganado peso en la tradición oral del municipio. “Pasa de generación en generación”, dice Polino. Incluso cuando los escolares viajan a la ciudad hispalense y visitan La Giralda, sus profesores les señalan cuál es la campana de su pueblo. Todos sabían aquella historia. Por eso, cuando los vecinos de Teba vieron a los operarios de una empresa trastear en el campanario no se lo pensaron dos veces para salir a la calle a protestar bajo el principio a campana descolgada, campana perdida que ya habían experimentado.
El regidor del municipio averiguó pronto el origen del embrollo. El propio párroco le había llamado temeroso porque había “varias mujeres protestando en la puerta de la iglesia”. El cura, que no lleva ni un año destinado en Teba, había solicitado los servicios de una empresa para la limpieza de las campanas, su restauración, el cambio de los yugos que las soportan y la instalación de un mecanismo para accionarlas automáticamente, según cuenta el alcalde. Pero lo había hecho sin avisar al Obispado de Málaga, a la Agrupación de Cofradías local y sin pedir los permisos pertinentes al Ayuntamiento de la localidad. Los trabajos —que tienen 14.000 euros de presupuesto— fueron paralizados de inmediato por la falta de licencia. También por la falta de transparencia sobre la gestión: nadie se fiaba de que las campanas salieran de su pueblo. “¿A dónde y para qué?”, se pregunta Corral.
El propio Ayuntamiento de Teba lanzaba un comunicado por la tarde en Facebook para comunicar a la ciudadanía lo ocurrido y asegurar que las campanas “no se mueven del pueblo”. Además, el Consistorio se ha comprometido a pagar la diferencia que suponga realizar los trabajos de restauración in situ, sin que salgan de los límites de su término municipal. “Lo que es de Teba, se queda en Teba”, resumía Loli Carrasco, una vecina, en un comentario en la red social.
Para que no ocurran situaciones similares, la asociación local Hisn Atiba, nacida hace 15 años para la defensa del patrimonio local, ha solicitado a la Junta de Andalucía la declaración de la iglesia como Bien de Interés Cultural (BIC) con el apoyo del Ayuntamiento. “Lo merece porque es una de las joyas del barroco tardío andaluz”, cuenta José Berdugo, uno de los miembros de Hisn Atiba, cuya junta directiva también se movilizó rápidamente en defensa de las campanas y que recuerda que el templo tebeño —restaurado en 2015— fue construido bajo las órdenes de José Tirado, quien fue muchos años arquitecto de la catedral de Sevilla.
El obispado de Málaga ha explicado que el párroco, João Carlos Ferreira, “desconocía el proceso y criterios a seguir” para la mejora de las campanas. Ferreira, por su parte, ha reconocido su error, aunque en el pueblo ya dudan de él porque desde su llegada en octubre “se ha mostrado poco dialogante en un pueblo muy asambleario”, según cuentan los vecinos, quienes se han ganado la fama de luchadores con constantes movilizaciones ante las que consideran injusticias. La penúltima fue el pasado octubre con un corte de carretera para pedir ayudas tras la enorme riada que sufrió la zona. También se encerraron varios días en su iglesia por el mismo motivo. “Con Teba no se juega”, concluye José Berdugo.
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