El trágico accidente mortal de los cuatro jóvenes de Salamanca: “¿Dónde va ese loco?”
Alcohol, drogas y velocidad acaban con la vida de cuatro de los seis ocupantes de un vehículo que volvían de las fiestas de un pueblo
Antonio recogía a su hija y a tres amigas a las 7.20 del pasado domingo en Santa Inés, un municipio salmantino de unos 120 vecinos que celebraba sus tradicionales fiestas de verano. Ya en la carretera comarcal, con el sol levantándose, observaba cómo delante de él iba un Fiat Stilo amarillo de tres puertas a toda velocidad. “Lo primero que me dije fue: ‘Pero ¿dónde va ese loco, dónde va?’. No me adelantó como se ha dicho, iba siempre delante”, cuenta visiblemente conmocionado desde el interior de su Mercedes gris. “Yo estaba conduciendo —mueve el volante con las dos manos— y no paraba de decirme: ‘¡Se la va a pegar, se la va a pegar!’. De repente una recta, serpenteo, curva a izquierda, curva a derecha. “Perdió el control y se empotró contra unos árboles. Levantó una polvareda inmensa”. Antonio, conmocionado, paró el motor en el arcén de la vía y se bajó de su taxi. Antes pidió a su hija y a sus amigas que no salieran de él.
Tao, como se le conoce en el pueblo, descendió a la zanja y observó cómo el Fiat Stilo había perdido el techo amarillo de cuajo y por la parte trasera se había achatado. Dice que se asustó al contar seis pasajeros en un coche de cinco plazas y subió corriendo hacia su vehículo. “Mi hija no acertaba a hablar con el 112 porque estaba muy nerviosa. Hablé con ellos y les dije que mandaran cuanto antes dos ambulancias porque aquello era un accidente muy grave”. Cuenta que tanto el piloto como el copiloto estaban conscientes y que uno de ellos, incluso, se levantó y caminó. El resto, cuatro jóvenes de entre 17 y 20 años, no.
Raquel y Víctor, de 17 años, y Roberto, de 20, murieron en el acto. Horas más tarde, en el hospital Virgen de la Vega de Salamanca, falleció Roberto, otro joven de 19, el cuarto ocupante de los asientos de atrás. El piloto, Alejandro, de 29, al que apodan Pecho, y el copiloto Alfredo, de 25, al que llaman Burdiles, estuvieron ingresados unos días en cuidados intensivos, pero ya han sido dados de alta. Los forenses solo tienen la certeza de que al menos uno de los cuatro ocupantes de atrás no llevaba el cinturón. “Todavía no se sabe cómo iban distribuidos”, dijo la Guardia Civil.
Una hora después del accidente, sobre las 8.20, la alcaldesa, Concepción Miguélez (PP), paseaba por las calles empedradas de Alba de Tormes. “Estaba charlando con los barrenderos de la villa cuando me sonó el móvil”, cuenta. “Este ha sido el accidente más trágico de la historia de la zona. Les he visto crecer a todos. Ha sido muy triste”. Miguélez tiene tres hijos de entre 20 y 27 años. “Solo pienso en lo que deben estar pasando esas madres… tiene que ser muy duro”. Decretó tres días de luto oficial.
Ese domingo fallecieron 13 personas en accidentes de tráfico por todo el país. De los 1.806 muertos en las vías de circulación en 2018, 207 tenían entre 15 y 24 años. Un 3% más que en 2017 (200). “Siempre recomendamos el uso de un conductor alternativo o que los acompañantes tengan conciencia y eviten que la persona bebida conduzca”, aconseja un portavoz de la DGT.
Más de una decena de vecinos de Alba de Tormes que acudieron a las fiestas de Santa Inés cuentan que no hubo ningún control de alcoholemia en la carretera. “Sí que se hacen periódicamente”, cuenta la alcaldesa, “pero este fin de semana no hubo por parte de la policía del pueblo y de la Guardia Civil, no sé”.
Pecho, el conductor del Fiat Stilo amarillo, dio positivo en alcohol y drogas en el primer control de pruebas que le efectuaron los agentes en el hospital: 0,52 miligramos de alcohol en litro de aire respirado: el doble de lo permitido. Y, además, positivo en cocaína y anfetaminas. Un cóctel mortal al volante. “Él ahora mismo está en shock”, cuentan fuentes cercanas. “No sé qué pasó. No recuerdo nada”, dijo en su primera declaración ante la Guardia Civil, según fuentes judiciales. Ahora mismo está en libertad, a la espera de ser citado a declarar por el Juzgado de Instrucción número 4 de Salamanca.
Pecho, que trabaja como electricista, tenía antecedentes. Según La Gaceta de Salamanca le quitaron el carné de conducir hace un año tras una sanción de tráfico. “Se quedó sin puntos hasta el 15 de febrero de 2019”, que volvió a circular con su Fiat Stilo amarillo. A los 20 años, como recoge el portal Salamanca24horas.com, fue detenido por un robo de joyas en un chalé del pueblo valoradas en unos 6.000 euros. Fue condenado a dos años de cárcel, pero la condena fue suspendida al carecer de antecedentes penales. Ahora se le imputan cuatro delitos de homicidio imprudente, uno de lesiones y otros dos contra la seguridad vial. El copiloto, Alfredo, ya está en casa, pero todavía no se le ha visto por la calle, según los vecinos.
Francisco e Iván, de 17 años, fueron a clase con Raquel, una de los cuatro fallecidos. “Yo también estuve en las fiestas de Santa Inés”, cuenta Francisco con su polo rojo de la Unión Deportiva Salamanca y su mochila al hombro. “Mis amigos se fueron antes y yo me quedé un rato más. Después, un cuarto de hora antes del accidente, me cogí un taxi con otros del pueblo”.
— ¿Cuánto cuesta el trayecto?
— 15 euros, pero si no tienes se deja a deber. Nos conocemos todos.
En Alba de Tormes, con 5.000 vecinos, hay tres taxis. Según varios testigos, sí que había mucha cola en la parada de Santa Inés para volver a casa. Un trayecto de 15 kilómetros: 15 minutos en coche. “Simplemente había que esperar cinco o diez minutos y, si no, te montas con otros en el taxi. Somos del pueblo”, cuenta Francisco. En el supermercado Día los vecinos hacen la compra alicaídos; por las estrechas y empinadas calles se sigue escuchando el silencio de un golpe que domina las conversaciones de bar. “Conocía a los dos que han sobrevivido”, dice Eduardo González, de 33 años, que acaba de llegar a Alba con sus dos hijos para pasar el verano. “Pecho siempre iba a esas velocidades, era lo normal. Siempre iba así. Y si juntas eso con alcohol y drogas… Me da pena de los chavales, pero él se merece lo que le caiga”.
A Tao, el taxista que vio el accidente, le comunicaron unas horas después que Raquel, la joven fallecida, era de su familia; hija de una prima segunda. “He vuelto a trabajar”, cuenta visiblemente emocionado. “Estuve peor ayer que hoy. La gente joven no es consciente. Mucha droga, mucha droga. Aquí nunca había pasado nada: ni violencia de género, ni asesinatos y, ahora, esto”.
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