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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Tratar a Navarra con normalidad

Los líderes de la derecha vuelven a hacer el juego que plantea, como antaño, que sólo ella garantiza la identidad de Navarra

Luis R. Aizpeolea
El líder del PP, Pablo Casado, junto al presidente de UPN, Javier Esparza (d), socio en la coalición Navarra Suma, este martes en el Congreso de los Diputados.
El líder del PP, Pablo Casado, junto al presidente de UPN, Javier Esparza (d), socio en la coalición Navarra Suma, este martes en el Congreso de los Diputados. Juan Carlos Hidalgo (EFE)

La derecha navarra intentó el martes a la desesperada recuperar el Gobierno foral y yugular el ejecutivo cuatripartito en ciernes, encabezado por la socialista Maria Chivite, con su conocido trueque de ofrecer sus votos a la investidura de Pedro Sánchez. La novedad consistió en la implicación de los líderes nacionales del PP, Pablo Casado, y de Ciudadanos, Albert Rivera, que, separadamente, con el líder de la derecha navarrista, Javier Esparza, suscribieron un documento con la pretensión de doblegar a Sánchez al calificar de “inmoral” el virtual acuerdo cuatripartito de gobierno del PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra con la presumible abstención de Bildu.

Esparza y Casado recuperaron el lenguaje apocalíptico sobre Navarra. “Sánchez se mancha con pactos con los herederos de ETA”, dijo Casado, y remató: “Estamos a tiempo de no vender Navarra”. Esparza regresó al discurso de la “traición a los muertos” y Rivera se despachó conque Sánchez “prefiere a Batasuna antes que al constitucionalismo”. La recuperación de Pamplona y otros municipios por la derecha desmiente la base del documento. El PSN pudo impedirlo, pero no lo hizo por cumplir su compromiso de no pactar con Bildu.

La maniobra de los líderes derechistas está clara. Cubrirse con su oferta Navarra ante Sánchez del reproche que pueda dirigirles el líder socialista si, finalmente, logra su investidura con la abstención del independentismo y Bildu, por no habérsela facilitado ellos con la suya.

Pero hay más. Los líderes de la derecha nacional vuelven a hacer el juego a la navarrista que plantea, como antaño, que solo ella garantiza la identidad de Navarra. Para la derecha navarrista los demás no son navarros —como Geroa Bai— o no suficientemente —PSN, Podemos e Izquierda-Ezkerra— y ya no digamos Bildu.

En las elecciones del 26 de mayo, la derecha navarrista obtuvo 127.346 votos y 20 escaños; el cuatripartito —PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra— sumó 169.251 votos y 23 escaños, una diferencia muy superior. Y, por último, Bildu logró 50.631 votos y 7 escaños. En definitiva, la derecha navarrista, que no llega al 40%, no puede arrogarse la representación de toda Navarra, como pretende y avala la derecha nacional.

Navarra no puede ser tratada excepcionalmente como pretende la derecha. Lo consiguió en 2007, cediendo el PSN el gobierno a la derecha porque ETA estaba activa y Batasuna era clave. Hoy, Navarra ha cambiado. La pasada legislatura gobernó Geroa Bai, nacionalista, apoyada por la izquierda y con una consejera de Bildu. No tuvo conflicto identitario reseñable con el Gobierno de Rajoy con quien firmó el convenio económico. El previsible gobierno de Chivite garantiza la identidad navarra y su pluralidad y el programa que negocia es básicamente socio-económico. Tiene mayoría sin necesitar a Bildu. La política española tiene que tratar con normalidad a Navarra. Lo es socialmente.

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