La coalición de Gobierno, norma en la Unión Europea
19 de los 28 países de la Unión Europea tienen un Gobierno de coalición, con al menos dos partidos con cargos ministeriales
La Unión Europea es un crisol de culturas políticas y sistemas institucionales. A pesar de los rasgos democráticos comunes, imprescindibles para formar parte del club europeo, y las raíces compartidas de muchos Estados de la Unión, cada país tiene una idiosincrasia particular, relacionada con su historia y tradición política, que lo dota de elementos diferenciales. Sin embargo, en lo relacionado con el poder ejecutivo, hay una tónica que se repite en la mayoría de los 28 miembros: el Gobierno de coalición. 19 países europeos tienen al menos dos partidos con cargos ministeriales, aunque en cinco de ellos este pacto no alcanza la mayoría parlamentaria (Bélgica, Croacia, Eslovenia, República Checa y Suecia) y en tres (Francia, Hungría y Polonia) se trata de una coalición preelectoral. España es uno de los seis países de la UE que tienen un Ejecutivo en minoría monocolor y es además, junto a Malta, el único que no ha tenido un gobierno de coalición en los últimos cuarenta años.
El pacto es la norma, pero, tal y como apunta la analista del Instituto Elcano Ilke Toygür, la existencia de coaliciones depende del “sistema electoral y el de partidos, por lo que es difícil hablar de una tendencia común”. Aunque exista una constante y en la mayoría de los Gobiernos los partidos se repartan los puestos en la Ejecutiva de manera más o menos proporcional a su peso parlamentario (la conocida en Ciencias Políticas como ley de Gansom), en cada país esto responde a factores propios coyunturales y estructurales. Según Camino Mortera-Martínez, analista del Centro para la Reforma Europea, “las coaliciones europeas son difícilmente transferibles entre ellas porque los países tienen tradiciones e historias muy distintas”.
De esta manera, muchos de esos Gobiernos entre varios partidos se producen en países con un sistema electoral casi totalmente proporcional que hace del pacto el único sistema posible. Bélgica y Países Bajos, explica Mortera-Martínez, son el máximo ejemplo de esto, con combinaciones casi infinitas entre las distintas formaciones y repartos cargos ministeriales desde 1946, con la única excepción del veto impuesto a la extrema derecha holandesa liderada por Geert Wilders.
En los países bálticos, en los nórdicos y en los Balcanes, con sus particularidades propias, se produce una situación bastante parecida. Para Grégory Claeys, investigador en el think-tank Bruegl, “a pesar de la heterogeneidad de sistemas, se vive una fragmentación en la derecha y la izquierda que aumenta el número de partidos y por tanto la competitividad”. Por ejemplo, en Finlandia o Letonia, se juntan formaciones que van desde el socialismo a la derecha liberal, en el caso finlandés, o de la derecha moderada al ultranacionalismo en el letón. Sin embargo, en los países bálticos opera una lógica distinta, muy marcada por la presencia rusa, según apunta Ricardo Lenoir-Grand, profesor adjunto en la Universidad Carlos III. "El tablero político báltico no responden exactamente a las corrientes que están sucediendo en Europa, ya sea porque son expertos en coaliciones o porque la presencia rusa marca la agenda, y con ella extraños compañeros de viaje en los Gobiernos", explica el analista.
También destaca el caso de Eslovaquia, donde las ideologías parecen difuminarse: los socialdemócratas gobiernan en coalición con la extrema derecha nacionalista y la formación de la minoría magiar (llamada Puente). Aunque el partido mayoritario tiene 49 escaños por 15 y 11 de sus socios gubernamentales, los ultranacionalistas consiguieron hacerse con la cartera de Defensa y los húngaros con la de Justicia.
Jordi Vaquer, director de la Open Society Initiative for Europe, considera que “teniendo en cuenta los sistemas electorales de la mayoría de países europeos, parlamentarios y proporcionales, la coalición es bastante esperable”. Pero considera que hay una serie de novedades contextuales que potencian el multipartidismo y, por tanto, la necesidad de las coaliciones: “Hay una mayor atomización ideológica y una menor concentración partidista. Además, en muchos países (Italia, Estonia, Eslovaquia o Finlandia), han caído los cordones sanitarios y los partidos antisistema se están incorporando al Gobierno”, asegura. Las opciones de pacto político aumentan y con ellas la inevitabilidad del mismo.
Los Gobiernos de Dinamarca, Chipre, Grecia, Irlanda, Malta, Portugal, Reino Unido, España y Austria —aunque está última tiene un Gobierno tecnocrático provisional tras los problemas de la coalición entre derecha y extrema derecha— son los únicos estrictamente monocolor (aunque varios con minoría parlamentaria) de toda la UE. Los rasgos que estos países tienen en común son un sistema electoral mayoritario, aunque en diversos grados, y una tendencia al bipartidismo, que sin embargo está cada vez más cuestionada por el ascenso de nuevos partidos, según apunta Toygür . En Portugal y Reino Unido, los partidos tradicionales mantienen la alternancia en el poder, pero en la legislatura actual tienen Gobiernos en minoría que se apoyan en pactos legislativos y el sistema partidista británico parece estar en total transformación. En Grecia, el hundimiento del PASOK parece haber dado paso a un nuevo bipartidismo entre Syriza y la derecha de Nueva Democracia. Malta y Chipre aparecen como el último bastión de los Gobiernos monocolor y el bipartidismo casi perfecto.
Dinamarca aparece también como excepción. A pesar de su sistema muy proporcional y su cultura de pactos, tras las últimas elecciones los socialdemócratas liderados por Mette Frederiksen alcanzaron un pacto de investidura con Social Liberales, Socialistas Populares y la rojiverde Lista Unitaria para gobernar en minoría. A pesar de esta falta de mayoría, Frederiksen ha anunciado Ejecutivo "cooperativo" con otras fuerzas, ya que no quiere que el país entre en una política de bloques.
Pero incluso en estos países, salvo en España y Malta, ha habido alguna vez una experiencia de coalición. Las explicaciones, según los expertos, son múltiples. “Por el miedo que tenemos a los parlamentos fragmentados y minoritarios, explicado por razones históricas, nos cuesta más entender que un Gobierno monocolor no tiene que ser más estable que uno bicolor o multicolor” apunta Mortera-Martínez. “España es un país que a nivel regional tiene mucha cultura de gobiernos de coalición, pero en el Congreso se impone una visión muy polarizada y maximalista, donde el compromiso es visto como señal de debilidad e incluso traición”, explica Vaquer. Para Toygür y Claeys, simplemente, España vive instalada en el “choque político” porque no ha sabido aún “integrar una cultura de coalición”.
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