Los errores que provocaron el desbarajuste del recuento
Los fallos humanos en la transcripción de datos y la falta de experiencia de las adjudicatarias explican los problemas
En la mesa B de una sección de Arganda del Rey (Madrid) ganó el PSOE, seguido de Ciudadanos y el PP. En la mesa A de esa misma sección, el orden fue PSOE, Cs y un sorprendente Actúa, el partido de Gaspar Llamazares. El PP tenía cero votos. En esas mismas elecciones, en la mesa A de una sección del distrito de Aluche (Madrid), ganó el PSOE, seguido de PP y Cs. En la mesa B el orden fue Cs, PP y de repente Pacma. El PSOE desaparecía de los primeros lugares. Estos dos resultados anómalos no son de las elecciones municipales, cuyos errores han llenado titulares, sino de las generales del 28-A. Entonces nadie levantó la voz.
Una mirada rápida a los números que manejó el equipo de datos de EL PAÍS el 28-A detecta más desajustes de los imaginables. El motivo es simple: el sistema está en el fondo en manos humanas. En conversaciones con expertos en elecciones emergen sin embargo dos argumentos clave: primero, el anuncio de los resultados en la noche electoral es un avance informativo. Solo sirven para saber los resultados antes del recuento manual. “Miré la web pero no me preocupé porque sé de sobra que el recuento válido tiene muchas más garantías”, dice Luis Panizo, profesor de Arquitectura y Tecnología de Computadoras de la Universidad de León. Segundo, el sistema español es tan garantista como los mejores del mundo, según David Marcos, profesor del Instituto de Empresa y consultor de la Organización de Estados Americanos: “Lo que ha podido suceder no tiene nada que ver con la integridad del resultado”, explica. La solidez del sistema no evita que hubiera dos graves problemas en el recuento de las municipales.
Los dos casos de Arganda y Aluche son iguales que la mesa cercana a la sede del PSOE donde en las municipales ganó la Falange. Son errores en la transcripción de los datos a la tablet o móvil que envía los datos del colegio al centro de recogida.
Esta vez hubo más porque hubo tres urnas en todas las mesas de España. Estadísticamente, las probabilidades de error eran mayores. En elecciones municipales, además, un puñado de votos puede cambiar concejales. En cambio, para variar escaños en generales se necesitan miles de papeletas. Los hipotéticos errores se compensan o disimulan mejor. La gravedad aumenta cuando estos errores presuntamente humanos no son el único motivo de la sensación de descontrol en el escrutinio. Durante el día ya hubo más errores de lo habitual con las papeletas: “Fue un circo”, dice Panizo, que pasó la jornada electoral en un colegio de León.
Al cerrar los colegios, había que preparar las actas y comunicarlas al centro de datos en Madrid. Las empresas Scytl y Vector, que habían ganado el concurso, habían repartido 23.000 móviles por toda España para transmitir esa información por Internet donde hubiera cobertura 4G. Donde no la hubiera, se llamaba por teléfono a un teleoperador.
Los resultados de la noche electoral son un avance provisional informativo
Errores humanos
Los errores humanos que pudo haber en esta cadena de comunicaciones no son solo culpa de las personas que introdujeron los datos. Las responsabilidades están repartidas y, a falta del informe final, pudieron ser: la formación insuficiente de los encargados, la confusa interfaz donde se introducían los datos, la congestión de los canales de la transmisión, incluso el calibrado o tamaño de los móviles al pulsar las pantallas de los móviles.
“Estas elecciones han sido un ejemplo de que es muy complejo organizar simultáneamente dos elecciones. Si encima le cargas las europeas no se triplica, sino que es mucho más del triple por la cantidad de conexiones nuevas que pueden fallar”, dice Panizo.
Fuentes de Scytl insisten en que los fallos entran en un panorama de normalidad, que incluye errores tanto de sus formadores como de los encargados: “Son errores normales que pasan en todos los procesos. Con tantas elecciones es normal que haya errores humanos. Igual que cuando haces formaciones por toda España hay incidencias y cosas que no funcionan”, explican.
Las empresas Scytl y Vector habían organizado las generales de 2015 y las recientes valencianas. Su falta de experiencia pudo ser una causa del mayor descontrol. Pero no todos los errores fueron de estas dos compañías. Dos fallos sustanciales fueron en las elecciones autonómicas de Cantabria y Navarra, y ambas habían sido adjudicadas a Indra.
El desastre en la web
Estos errores quizá hubieran pasado inadvertidos si no hubiera sido por un desajuste extraordinario la noche electoral en la web del Ministerio del Interior, alimentada por Scytl-Vector. Los resultados por municipios daban el total de votos de cada partido. Sin embargo, cuando se miraba por provincias solo aparecían los votos que habían servido para sumar concejales.
El caso que levantó la polémica fue de la CUP. Por provincias les aparecían 121.274 votos, pero si se miraban por municipios la cifra subía hasta 177.330: la diferencia eran los votos sobrantes que no habían servido a la CUP para obtener representantes. La prueba de que los resultados eran correctos era que el total de concejales no varió: fueron siempre 337.
El caso de Vox en Salamanca es aún más claro. Logró 3.386 votos en la capital, que fueron insuficientes para lograr un concejal. Sin embargo, la web de Interior daba que en toda la provincia Vox había obtenido solo 17 votos, que eran los que le habían servido para obtener su único concejal provincial, en el municipio de Tejeda y Segoyuela, de 90 habitantes.
Desde Scytl dan una explicación que no justifica el desaguisado y admiten la falta de claridad: “Se siguió un criterio para simplificar la explicación de los votos. Ahora está actualizado y se han hecho dos columnas para que se haga esta comparación mejor. Quizá debería haberse hecho de entrada. Deberíamos haber sido más didácticos para que se reflejara mejor”, dicen fuentes de la empresa.
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