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Medio siglo sin soltar el bastón de mando

José Luis Seguí renueva su mandato tras 47 años como alcalde de Almudaina (Alicante) y se convierte en el regidor más veterano de España

Rafa Burgos
Seguí, el pasado miércoles ante el Ayuntamiento.
Seguí, el pasado miércoles ante el Ayuntamiento.PEPE OLIVARES

José Luis Seguí estaba enfrascado el pasado lunes en plena cosecha de cerezas. Ya sabía que había vuelto a ser elegido alcalde de Almudaina, un pequeño pueblo de la montaña de Alicante, de apenas un centenar de habitantes, que gobierna desde hace 47 años, ahora bajo las siglas del Partido Popular (PP). Lo que aún no sabía era que se había convertido en el primer edil con más tiempo en el cargo de España. “No lo esperaba, me lo dijo mi hijo”, cuenta a EL PAÍS. “Yo creía que el hombre aquel iba a continuar”, asegura.

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El “hombre aquel” es Ricardo Díez, durante 56 años alcalde de Castillejo de Mesleón (Segovia), que el pasado 26-M fue derrotado en las urnas por su sobrina, Susana de las Monjas. Díez, de 86 años y también del PP, lideraba la lista de los regidores más veteranos de España, que ahora pasa a encabezar Seguí. “Yo creo que la sobrina se habrá presentado para que él deje de trabajar”, sospecha Seguí, “llega una edad en la que ya no puedes hacer de todo y quizá la familia ha pensado que debía dejarlo”.

A él todavía no le ha llegado ese momento, aunque confiesa que su mujer no quería que se presentara a la reelección. “Me dijo que si lo dejaba ahora, saldría por la puerta grande, y aún he conseguido más votos”. En total, 38 sufragios de los 80 emitidos (48,10%), tres más que en 2015. Seguí rige un consistorio con tres concejales del PP y uno del PSOE. “La gente fue la que me animó a seguir”, asevera, “en democracia la gente es la que manda y si no hubiera hecho cosas buenas, no me habrían dado su confianza”. Bajo su mando sigue un pueblo “tranquilo, con buena comida de campo, bien arreglado”, enclavado en un paraje natural y con un clima “estupendo”. “Y con la torre recién restaurada, que es una maravilla”, dice en referencia una fortificación almohade que inspiró a Gabriel Miró en su novela Las cerezas del cementerio.

Seguí tiene 78 años recién cumplidos, llegó a la Alcaldía con 30 y se encuentra bien. “Si no fuera así, no me habría presentado”. Es un agricultor jubilado que ayuda a su hijo, de 44 años, en el campo, donde cultivan cereza, almendra y aceituna. “Le echo una mano”, relata, “ayudo en lo que necesita, llevo y traigo a los jornaleros en coche, me acerco a donde sea, lo que haga falta”. Así empezó antes de ser alcalde. “Trabajaba con la fruta, con mis hermanos íbamos tres días de la semana a Alcoy, a vender en el mercadillo”. También representa a su pueblo en una cooperativa olivarera de Muro, una localidad cercana. “No me gusta estar parado, el que para es porque no está bien”, advierte.

Su llegada al cargo tuvo lugar “el 13 de febrero de 1972”. Seguí era entonces presidente de la Cámara Agraria comarcal, y la Falange lo propuso para la Alcaldía. “Entonces, el gobernador civil era quien mandaba”, recuerda. Tras la llegada de la democracia, se presentó por UCD. Y tras la disolución del partido de Adolfo Suárez, por Alianza Popular, que acabó convirtiéndose en el PP. En realidad, en un pueblo tan pequeño, las siglas son lo de menos, a su juicio. “Aquí votan a la persona”, explica, “no tiene nada que ver el partido por el que te presentas”. Seguí se define como “de centro moderado”. “No me gustan los extremos”, afirma.

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El primer edil almudainero ejerce su cargo desde entonces “las 24 horas del día”. “Raro es el día en que no pasa algo, en que no te llaman a la puerta para pedir ayuda”. Principalmente, en casa. “A lo mejor estás comiendo y pasan a hablar contigo. Y los tienes que atender, siempre hay que recibir a quien te pide ayuda”. Para colaborar hace “de todo, hasta ayudar en el cementerio” a despejar los nichos para nuevos entierros. Va al Ayuntamiento “los lunes, miércoles y viernes, cuando viene la secretaria municipal”, principalmente, para el papeleo.

Y llama a todas las puertas, las que sea, para pedir ayudas públicas. Aunque tenga que desplazarse conduciendo hasta Alicante o Valencia. “En los pueblos pequeños, la Diputación es nuestra madre y nuestro padre”, señala, “con la Generalitat cuesta un poco más”. “Les pido lo que es necesario”, prosigue, “siempre justificado”. Su objetivo es que “poco a poco” todas las carencias de infraestructuras de Almudaina estén solucionadas, “que queden bien y duren muchos años”. Ya lo hacía en tiempos de Franco. “Bajaba a Alicante, le pedía al gobernador 150.000 o 200.000 pesetas, por ejemplo”, recuerda. “Te hacía un recibo, ibas a la caja, te daban el efectivo, lo guardabas en un sobre y volvías a casa, hasta que se acabara”. Ahora “hay más burocracia”, comenta. “Se paga por transferencias, todo queda registrado”, un sistema, reconoce, con más garantías. “Cuanto más limpio sea todo, mejor. Con todo lo que ha pasado, a ver de quién te vas a fiar”.

Ahora, lo que más desea Seguí es llegar a los 50 años de mandato, que se cumplirán en 2022, dentro de esta legislatura. “Tengo el gusanillo”, reconoce, “por mis nietos y por mis hijos”. Lo único que pide es que la Diputación Provincial “arrime un poco el hombro y me organice una fiesta, porque los vecinos lo merecen”.

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