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Cuando robar es fabricar mentiras con burundanga

Una joven detenida, en prisión preventiva, está investigada por intoxicar a siete personas y sustraerles más de 41.000 euros

Patricia Ortega Dolz
Imagen de una de las víctimas de la mujer detenida, en dependencias de la Guardia Civil.
Imagen de una de las víctimas de la mujer detenida, en dependencias de la Guardia Civil.

Hasta siete personas ingresaron en un centro hospitalario de León con los mismos síntomas: midriasis arreactiva (dilatación de la pupila), sequedad bucal, dificultad de coordinar movimientos y habla, disminución de la consciencia y, lo más importante, amnesia reciente. Todas ellas habían notado la desaparición durante ese extraño episodio de una cierta cantidad de dinero (entre 200 y 9.000 euros) y todas ellas tenían en común haber estado en contacto con la misma persona antes de comenzar a sentir esos síntomas. Se trataba de una mujer, que ha sido ya detenida por la Guardia Civil y enviada a prisión preventiva por la juez del juzgado de instrucción número 2 de León, que supuestamente envenenaba a sus víctimas (amigos y familiares directos) con burundanga para robarles dinero. Llegó a sustraerles más de 41.000 euros en total, según fuentes de una investigación de la Policía Judicial de la Guardia Civil de León que aún sigue abierta.

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Leonesa de 24 años, residente en un barrio del extrarradio de la capital con su familia, deportista, “una chavala joven cualquiera sin antecedentes de ningún tipo”, en palabras de los investigadores. Pero que decidió financiarse su vida, “su coche, su ordenador, su teléfono móvil de última generación...” a costa de los demás, ya que ella no trabajaba y “no tenía ni oficio ni beneficio”, explican las mismas fuentes.

Planificaba sus ataques al milímetro: elegía a su víctima, desde amigas de su edad hasta sus propios abuelos de cerca de 90 años, y se preparaba un croquis y un argumentario de cómo actuar con cada uno de ellos. “Creaba el pretexto con el que les llevaría al cajero automático o al banco, pasando siempre a tomar algo por un bar en el que les introducía en la bebida la sustancia tóxica y anulaba su voluntad”, explican los investigadores. La primera noticia que tuvieron de esta mujer fue una denuncia por una “supuesta extorsión” que ella misma interpuso contra dos individuos y que ha resultado ser falsa, “otro método” de obtener dinero fácil. Esta línea aún está en investigación.

Meticulosa y dominadora de la informática, la joven supuestamente creó todas las pruebas falsas que necesitaba para dar cobertura a sus mentiras: “Documentos de Hacienda que había usado para dar pena a sus víctimas y sacarles dinero, facturas de supuestas compras, billetes de avión falsos...”. Les hacía creer, por ejemplo, a sus víctimas (en total dos familiares y cinco amigos), cuando recobraban el sentido, que habían ido al cajero automático o al banco y habían sacado un dinero con un fin determinado o habían realizado una compra. “A una amiga llegó a convencerla de que había comprado unos billetes a las islas Seychelles por 9.000 euros y falsificó todo: la factura, los billetes, las transferencias bancarias; era muy habilidosa con el Photoshop”, comentan los investigadores.

Aprovechaba que les acompañaba a hacer la gestión para quedarse con el número pin de sus tarjetas o de sus cuentas y sacaba el dinero o se hacía transferencias con las contraseñas en el tiempo que permanecían drogados.

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Demasiada casualidad

Pero la casualidad quiso que una de las víctimas condujera a los investigadores hasta el hospital. “Fue allí, hablando con el equipo médico”, cuando los investigadores empezaron a atar algunos cabos. “Una víctima nos llevó a otra, y esa última a otra, aunque en principio no tenían relación entre sí. La única constante era ella: siempre estaba con todos ellos antes de que empezaran a sentir los extraños síntomas de la burundanga, y todos daban positivo al análisis de escopolamina”, recuerdan. Todas las intoxicaciones se produjeron a lo largo del año 2018, menos la última, que fue ya en enero de 2019, cuando una de sus víctimas ingresó en el hospital “con riesgo de perder la vida”, lo que alertó más a los agentes, que inicialmente buscaban a un hombre, “puesto que habitualmente esta clase de intoxicaciones tienen que ver con agresiones sexuales”, argumentan.

La arrestada por robar sirviéndose de la burundanga obtenía la sustancia, escopolamina, por Internet. El análisis de su correo electrónico ha evidenciado todos los movimientos realizados por ella para hacerse con ella, “desde dónde la compraba hasta cómo hacía para que le llegase por correo”, explican los investigadores.

La policía, que ha denominado el caso Operación Black por la oscuridad de la que partieron, describen a la sospechosa como “una mentirosa compulsiva muy sofisticada”, por su minuciosidad para crear documentos falsos que dieran cobertura a sus engaños. Sin embargo, las contradicciones en las que fue cayendo cuando ella misma quiso presentar una denuncia falsa por una presunta extorsión, la pusieron en el punto de mira de una investigación que continúa abierta. Supuestamente dos individuos le pedían 200.000 euros por una presunta deuda. De momento se le imputa el envenenamiento de siete personas por burundanga, dos de ellas intoxicadas en dos ocasiones.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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