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Ricardo de Cáceres y Casillas, alma de la Transición en provincias

Muere el abogado segoviano que, comprometido con la justicia social, fue uno de los constructores locales del camino hacia la democracia

Ricardo de Cáceres y Casillas, en una imagen de archivo.
Ricardo de Cáceres y Casillas, en una imagen de archivo.

Al recordar a muchas de las personas que nos van dejando y que tuvieron una participación activa en la implantación de la democracia en España, tras la dictadura precedida por la Guerra Civil fraticida, se produce un ejercicio de recuperación de la memoria -aún frágil para algunos – que devuelve al primer plano la trascendencia de aquella época y, sobre todo, el papel que cumplieron muchas personas para que la Transición se produjera con los mínimos sobresaltos. Este difícil trabajo se focaliza, generalmente, en políticos del ámbito nacional sin profundizar en el papel de personas, muchas veces anónimas, que apostaron por un consenso constitucional, por la reconciliación, en pequeñas provincias, que ahora se van quedando sin jóvenes y donde el conservadurismo estaba bien enraizado.

Ese fue el caso del abogado segoviano Ricardo Cáceres y Casillas, fallecido a los 74 años y cuyos restos mortales han recibido sepultura este jueves. En su tránsito vital llevó siempre como premisa que la libertad de uno termina cuando comienza la de quien se encuentra al lado.  Apostó por la justicia social desde una profesión heredada de su familia y también desde la política. Fue militante del PSOE, partido al que llegó desde el ala izquierdista de la democracia cristiana, lo que le dio oportunidad de participar en Segovia en la Coordinadora Democrática, popularmente conocida como Platajunta, integrada por la oposición al régimen de Franco.

Conversador y lector incansable, profundamente convencido del valor de la democracia y vinculado a Amnistía Internacional, uno de sus primeros logros fue que el Colegio de Abogados de Segovia, que le concedió la Medalla de Oro al cumplir 40 años de colegiación, se pronunciara a favor de la amnistía para los presos políticos.

Entró con el PSOE en el primer Ayuntamiento democrático de Segovia, entonces con mayoría de UCD. Tras una escisión de esta última formación, al entonces alcalde centrista, José Antonio López Arranz, no le quedó más remedio que consensuar con los ediles socialistas. Afrontó momentos complejos, como el fallido golpe de Estado del 23-F, cuando los concejales se mantuvieron unidos como una piña en el despacho de la Alcaldía de una ciudad donde persistía el rastro del poder militar y eclesiástico y se distribuían listas negras a la que este letrado hizo frente defendiendo a personas de izquierda investigadas de forma ilegal.

Ricardo de Cáceres y Casillas.
Ricardo de Cáceres y Casillas.

De convicciones religiosas, abogó por la representación institucional en las procesiones e impulsó un acercamiento a la Academia de Artillería. También sufrió pintadas, amenazas y críticas de los círculos más conservadores.

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Con la victoria de su partido en 1983, actuó como portavoz del Ayuntamiento presidido por Miguel Ángel Trapero, del PSOE.Después de ese mandato, Ricardo Cáceres se mantuvo lejos de los ámbitos políticos, excepto para asistir puntualmente cada año a la manifestación del Primero de Mayo y participar en tertulias con amigos, algunos próximos a su retiro de Cabanillas del Monte (Segovia), a los pies del Guadarrama, como Pedro Altares, Álvaro Gil Robles, Julio Feo o quien fuera secretario de Presidencia del Gobierno y familiar próximo, Roberto Dorado, entre otros.

Funcionario público, optó por el ejercicio de la abogacía por libre desde su despacho, donde ha permanecido prácticamente hasta sus últimos días . Siempre abierto a escuchar, atender y aconsejar a quien acudía a visitarlo, era, en el buen sentido de la palabra, bueno, como escribiera el poeta Antonio Machado, a quien admiraba y recordaba cada año en la pensión donde residió el autor de Campos de Castilla durante su estancia segoviana (1919-1932), de cuya llegada se cumple ahora el centenario.

Firme defensor de la libertad de expresión e información y cumplidor con el turno de oficio, el carácter social con el que ejerció su profesión le llevó a la representación de centenares de afectados en Segovia por el aceite adulterado, para quienes consiguió finalmente indemnizaciones, después de muchos años de escritos y recursos y de vivir de cerca esta tragedia.

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