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Los ladrones se ceban con las iglesias en Benalmádena

Son ya tres robos en dos semanas a las cajas fuertes de los templos, donde se guardan los donativos de los feligreses

Nacho Sánchez

La Policía Nacional investiga el robo con fuerza en tres iglesias de Benalmádena en apenas dos semanas. El primero ocurrió el 26 de enero y el último el pasado jueves. Todas se encuentran en la misma zona y separadas por poco más de cinco kilómetros. El modus operandi ha sido similar en los tres casos, con puertas forzadas y la sustracción de la caja fuerte donde se guarda el dinero en efectivo donado por los fieles. En solo una de ellas el botín supera los 2.000 euros. Los agentes están analizando estos días las pruebas para saber si los casos están relacionados entre sí.

El primer robo ocurrió en la Iglesia Bautista de Arroyo de la Miel, instalada hace 17 años en el mayor núcleo de población de Benalmádena. La noche del 26 de enero los ladrones rompieron los tres accesos al templo, ubicado en el bajo de un edificio de la calle Sagitario. Primero asaltaron el portón del jardín del bloque, después destrozaron el candado de una verja y finalmente reventaron la cerradura de una puerta de aluminio. A través de ella accedieron al interior del recinto religioso. Los vecinos de la zona han relatado que vieron a unas personas forzando la entrada al residencial sobre las 22.00 horas. “Pero no sabemos si eran unos vecinos que se habían dejado la llave atrás o quienes nos robaron”, explica el pastor Eusebio Pérez. En el vecindario también destacan varios robos recientes en diversos establecimientos de la zona.

Según relata el sacerdote, los delincuentes se dirigieron “directamente a la caja fuerte”. “Está escondida dentro de un armario y fueron a por ella”, afirma. En su interior había 2.000 euros en efectivo —parte en divisas donadas por feligreses de nacionalidad británica— así como libros de registro de la iglesia. Sin embargo, y para sorpresa de los responsables de esta congregación, quienes entraron a robar no se llevaron los proyectores, televisiones ni el resto de material electrónico de valor existente en el interior del espacio religioso. “Parece que sabían a lo que venían y se olvidaron del resto”, añade Pérez.

Solo unos días después, el 1 de febrero, la iglesia de Santo Domingo de Guzmán —ubicada en el casco histórico de Benalmádena— sufría un robo en similares características. Y el 7 de febrero ocurría lo mismo en la parroquia de La Inmaculada Concepción, localizada en la zona de Arroyo de la Miel en una zona de gran afluencia de personas debido a la cercanía de la estación de tren y del centro de salud de la localidad. De hecho, numerosas personas se acercaron al lugar cuando la tarde del pasado jueves varias patrullas de Policía Nacional llegaban hasta el espacio religioso, de confesión católica.

En sendos casos los delincuentes también tenían como objetivo el dinero en efectivo. Al adentrarse en la sacristía de uno de los templos y el salón parroquial del otro, registraron las estancias en busca de las llaves de las cajas fuertes. Pero tras no encontrarlas, “las rompieron para abrirlas”, según cuentan fuentes del Obispado de Málaga. “Dentro estaba el dinero de la colecta, que aún no estaba contabilizado porque procedía de las últimas celebraciones religiosas”, añaden desde la Diócesis de Málaga, que creen que la cantidad robada “no es demasiado grande, pero sí importante” y lamentaron la pérdida de los donativos de sus feligreses.

Desde el Obispado también insisten en que no echan en falta nada más que el dinero. “No se han llevado los ordenadores, el equipo técnico, los enseres de la liturgia o las imágenes religiosas, que tienen valor”, destacan al tiempo que denominan la situación de “excepcional” debido a que los robos en iglesias de la diócesis malagueña “no son nada habituales”.

Varios miembros de la Policía Científica han revisado estos días las instalaciones de los tres templos en busca de huellas y pruebas, y han abierto una investigación para esclarecer los hechos. Según fuentes policiales, por ahora las pesquisas no pueden determinar si las acciones han sido realizadas por la misma banda criminal o si están relacionados entre sí.

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