Los equilibrios de Ciudadanos con Vox
El apoyo de la extrema derecha al partido de Albert Rivera en Andalucía incomoda a dirigentes y aliados de la formación liberal
El día de Navidad, el líder de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín, desayunó en la cafetería de la estación de tren de Jerez de la Frontera con el tándem que dirige Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo. La instantánea de esa cita secreta, difundida por las redes sociales, soliviantó a Vox, que acusó a Ciudadanos de maniobrar para excluirles de la Mesa del Parlamento andaluz. La acusación era falsa, porque Marín sabía que el asiento de la fuerza de extrema derecha en el órgano de gobierno era el precio para que votaran a favor de su candidata, Marta Bosquet, como presidenta del Parlamento andaluz. Bosquet es la nueva presidenta, pero la jugada que pretendía Marín en la cafetería de tren no prosperó.
La marca de Podemos en Andalucía rechazó participar en una operación pensada para que la fotografía no fuera la que resultó ayer: Ciudadanos logra la presidencia solo con los votos de PP y Vox. La cita de Marín con Rodríguez y Maíllo, en la que les ofreció uno de sus puestos en la Mesa a cambio de que no presentaran un candidato propio, da cuenta de los esfuerzos de Ciudadanos por evitar una imagen que les incomoda y tensiona.
La negociación hasta la votación de ayer ha sido un ejercicio de equilibrismo y contorsión de Ciudadanos para no echarse en brazos de Vox, como le urgía el PP. El partido de Rivera arrancó el proceso con el anuncio de que solo negociaría con los populares (aunque Marín y Bosquet tuvieron que reunirse el miércoles con Francisco Serrano durante casi una hora para pedirle su apoyo en la votación de ayer) y apostó por emplazar al PSOE para que se abstuviera.
Tanto preocupaba el pacto que la cúpula de Ciudadanos forzó la semana pasada un retraso del acuerdo con el PP. El plan era prolongar semanas las conversaciones sobre el programa de Gobierno, pero tampoco fue posible porque el PP aceptó, sin excepción, todas sus exigencias.
Marín se esforzó ayer en negar el acuerdo para la Mesa con Vox, prueba de cuánto escuece esa alianza. “Ciudadanos no tiene ningún pacto con Vox, los votos de Ciudadanos han servido para que el PP obtenga una vicepresidencia, y a partir de ahí que digan lo que quieran”, se justificó el líder andaluz a la salida del Pleno. La izquierda explota esa contradicción de Ciudadanos, que quiere echar a Susana Díaz de la Junta sin perder su carácter de fuerza centrista, y que aspira a seguir creciendo a costa del PP pero también del PSOE.
La disciplina es férrea en el partido de Rivera y no se esperan dirigentes cuestionando en público la decisión de asumir el coste de que Vox les haya votado. Pero miembros de la dirección expresan su incomodidad en privado, y la han manifestado en los órganos del partido, según ha sabido este diario. El sector más socioliberal de la formación aguanta agarrado a que el programa que han pactado con el PP en Andalucía es contrario al de Vox.
En las 90 medidas acordadas no hay ninguna concesión a la fuerza de extrema derecha. Al contrario, Ciudadanos quiso incluir puntos que chocan frontalmente con sus propuestas. Como el compromiso de desarrollar todas las medidas de la ley andaluza contra la violencia de género, que Vox quiere derogar; o el de afianzar las competencias autonómicas en Sanidad y Educación, que Vox quiere que vuelvan al Estado. “Si en algún momento aprobamos una reforma que transige con Vox, habremos fracasado”, reconoce en privado uno de los dirigentes de Ciudadanos más críticos con este acuerdo, “pero no lo hemos hecho”, justifica. “Como ha dejado claro José Manuel Villegas [secretario general], ni el acuerdo entre PP y Ciudadanos se va a tocar para satisfacer a otras fuerzas, ni vamos a aceptar su entrada en el Gobierno”, enfatizó ayer en Twitter Luis Garicano, responsable de Economía de Ciudadanos, marcando distancias.
En los contornos del partido la discrepancia es más evidente. El más claro ha sido el candidato de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, —independiente— que ayer mismo volvió a rechazar a través de Twitter cualquier acuerdo con Vox. Hay más. Uno de los fundadores de Ciudadanos, el catedrático Francesc de Carreras preguntó a Rivera, preocupado, el día de aniversario de la Constitución en el Congreso por sus planes para Andalucía. En un artículo en EL PAÍS, De Carreras abogó por “aislar políticamente” a Vox en la misma medida, dice, que a Podemos. Rivera le garantizó que no pactaría con ellos.
La cúpula tendrá que gestionar también las dudas de sus socios liberales europeos, sobre todo si hubiera algún acuerdo de contenido programático con Vox. La dirección del partido liberal ALDE recibe cada día las noticias del pacto andaluz enviadas con presteza por los exmiembros del PDeCAT de la formación europea. Los catalanes hacen lobby contra Ciudadanos después de que estos consiguieran expulsarles de ALDE. En Bruselas, Rivera calificó a Vox de “populista”. “Nosotros no vamos a ir de la mano de los que van con Le Pen”, prometió antes de reunirse con sus socios liberales, a mediados de diciembre.
En Andalucía, la fase decisiva comienza ahora. El partido de Abascal exige negociar el acuerdo de programa de Gobierno que han firmado PP y Ciudadanos para apoyar la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla. Sus doce diputados vuelven a ser determinantes. De momento, ni populares ni Ciudadanos admiten alteraciones de su pacto; la incógnita es hasta dónde llevará Vox esa exigencia o hasta dónde modularán los otros dos partidos su negativa.
La encrucijada de Rivera puede tener en ambos casos coste: transigir un acuerdo total con Vox o repetir elecciones.
Valls: “Es mejor perder votos o el Gobierno”
En un partido de disciplinado discurso uniforme, las palabras de Manuel Valls cuestionando posibles decisiones de la cúpula tienen un alto impacto. El ex primer ministro francés es el candidato al que apoya Ciudadanos para la alcaldía de Barcelona, pero es independiente y se presenta con una plataforma, lo que le da libertad para apartarse del argumentario de Ciudadanos. Valls, muy crítico con Vox, se despachó ayer a través de Twitter contra cualquier pacto con la extrema derecha en Andalucía.
“Todo acuerdo programático o de Gobierno con Vox sería un error político y una incongruencia moral. Sería incompatible con los valores europeos que muchos de nosotros defendemos”, escribió Valls. “Es mejor perder votos, o incluso el Gobierno, que traicionar las propias convicciones y los valores democráticos”, enfatizó. El candidato advierte incluso de que no aceptará en su plataforma a nadie que “dé legitimidad” a “los populistas de la izquierda, los separatistas y los ultras de la derecha más reaccionaria”.
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