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María Teresa Revilla, en su casa de Madrid, con una foto de cuando era diputada.
María Teresa Revilla, en su casa de Madrid, con una foto de cuando era diputada.Andrea Comas

María Teresa Revilla: “Me abstuve en la sucesión de la Corona... y en 1982 no repetí en las listas”

Pudo haber sido la “madre” de la Constitución, pero al final la comisión eligió a siete hombres para escribir el primer proyecto de la Ley de leyes

Javier Casqueiro
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Se considera de Valladolid aunque nació en Tetuán en 1936. Teresa Revilla fue la única mujer entre los 39 miembros de la comisión que elaboró la Norma Fundamental en el Congreso de los Diputados. Pudo haber sido la “madre” de la Constitución, pero al final la comisión eligió, muy pactados, a siete hombres para escribir el primer proyecto de la Ley de leyes. Revilla cree, 40 años después, que entonces no estaba suficientemente preparada para entrar en ese exclusivo club. Llegó desde la universidad a la política y a UCD (Unión de Centro Democrático) en 1977 por su condición femenina. Su corta etapa en las Cortes quedó marcada por su defensa de la igualdad de derechos plasmada en el artículo 14 de la Constitución. Resultó demasiado independiente para aquellos tiempos. Hoy mantiene el escepticismo respecto a los partidos políticos y a las carencias del sistema.

Pregunta. Usted fue la única mujer entre los 39 miembros de la comisión de la que salieron luego los llamados siete padres de la Constitución. ¿No hubiera sido lógico que hubiese formado parte de ese exclusivo club, aunque fuese solo por cuota, y se convirtiese en la "madre" de la Constitución?

Respuesta. Yo tenía experiencia jurídica como mis compañeros pero la estética que ahora nos gusta entonces no se tenía. Yo trabajé en la comisión y procuré estar a la altura de todos, pero entonces las mujeres no contaban, eso era la pura verdad. Éramos pocas alumnas en la universidad, fuimos pocas diputadas y senadoras. Llamé a Calvo Sotelo, al que no conocía, y le dije que no podía ser que en la comisión no hubiera una mujer. Y el hombre fue amable y aceptó mi puesto.

P. En 1978 había 27 parlamentarias, 21 diputadas y seis senadoras, en aquellas Cortes constituyentes con 700 componentes. ¿Se sentían como bichos raros, en franca minoría? ¿Había discriminación y machismo entre sus compañeros?

R. Absolutamente éramos bichos raros. Pero yo nunca sentí personalmente ninguna discriminación y desde luego no nos hubiéramos dejado tampoco. Me acuerdo que los primeros días, cuando iban a comenzar las sesiones, yo vi a un grupo de hombres y pasé por su lado y oí claro lo que estaban diciendo señalando a otro grupo de diputadas que estaban un poco más lejos: “Ya están las gallinas en el corral”. Pues efectivamente. Yo se lo comenté a todas ellas y esto nos hizo ver un poco la situación.

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La intervención

María Teresa Revilla pidió la palabra cuando se votó en comisión el artículo 14 que consagraba la igualdad entre hombre y mujer: “La mujer adquiere, por fin, la plenitud de derechos. La votación ha sido unánime, pero las mujeres no vamos a dar las gracias por ello ni tampoco vamos a mirar hacia el pasado con amargura o con rencor, ahora buscamos el futuro y en el futuro queremos simplemente querer ser para ser lo que podamos”.

P. Cuando se debatió el artículo 14 en el que se establecía que todos los españoles son iguales ante la ley sin discriminación alguna, tampoco de sexo, ¿hubo algún problema?

R. No hubo ningún problema ni enmienda. Todos estuvimos de acuerdo. Tanto es así que nadie hablaba del asunto y entonces le pedí al presidente decir unas palabras porque me consideraba obligada puesto que para las mujeres era lo más importante. Yo cuando terminé mi carrera no pude hacer las oposiciones, que es lo que quería. Encontré un trabajo y por ser abogada no me lo dieron. En fin, que las mujeres nos encontrábamos muy limitadas, por eso quise hablar.

P. En la votación del artículo 57.1 que regula la sucesión de la Corona usted rompió la unanimidad prevista y se desmarcó en aquel momento, hace 40 años, de la directriz de su grupo, la UCD, para abstenerse como muestra de cierto disgusto feminista ante la preferencia marcada en el orden de la sucesión para los varones sobre las mujeres. ¿Tuvo presiones en su grupo para no desmarcarse? ¿O de la Casa Real?

R. Yo presenté una enmienda porque para mí era inconcebible que si en el artículo 14 se dice que todos los españoles eran iguales sin distinción, después se prefiera el varón para la sucesión de la Corona. Eso era una incoherencia y una incongruencia. Preparé una enmienda y la presenté. Y entonces mi grupo trató de convencerme de lo que significaba ese momento, pero soy una persona testaruda cuando comprendo que tengo razón y para mí no había momento ninguno.

“Trabajé en la comisión y procuré estar a la altura, pero entonces las mujeres no contaban, es la verdad”

P. ¿Es verdad que quiso intervenir entonces para explicar su posición y otro diputado se lo impidió porque no se permitía entonces explicar el voto individual? ¿Cómo reaccionó?

R. Así fue y, claro, después en el año 1982 ya no repetí en las listas porque no me pusieron. Dentro de mi entusiasmo era muy ingenua. Yo creía en una democracia a la europea, con controles, equilibrios, donde un diputado podía ser independiente, hablar. Yo llegué a votar una propuesta con Miquel Roca Junyent y no con la UCD y fui la única que me levanté en contra de lo que decía mi partido. Luego fui presidenta de la comisión de Cultura, cambió el ministro, vino el nuevo a presentarse y antes de que yo hubiera iniciado la sesión el señor ministro tomó la palabra y claro yo, que consideraba muy importante haber sido elegida diputada por el pueblo, y le dije: “Señor ministro, le ruego que se calle, yo no le he dado la palabra”. ¿Cuánto duré en seguir siendo presidenta de la comisión? Creo que ni un mes. Yo tenía ideas propias.

P. Me han contado que su compañera entonces de UCD, Soledad Becerril, intentó convencerla persistentemente para que no se abstuviera y entendiera las razones de Estado de esa unanimidad?

R. Sí. Ese fin de semana yo me marché de vacaciones a mi casa en Valladolid, pero me llamó Soledad Becerril para decirme que no era conveniente esa enmienda y que debía retirarla. Se lo dije a mi marido y me aconsejó retirarla porque él también estaba harto.

P. Ha habido muchos cambios sociales fundamentales en estos años, especialmente para las mujeres. ¿Qué echa aún en falta?

R. Yo luché por ser un diputado más. Y es lo que aconsejaba a mis compañeras. Y mi entusiasmo por la democracia de entonces... pues tengo ahora mucha decepción. Y hay cosas en la Constitución que deberían cambiarse como la falta de independencia entre los poderes. O la ley electoral heredada de la Ley de Reforma Política porque mantiene las listas de los partidos cerradas y se pone a los que menos lata dan y no a los que tienen más cualidades.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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