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Elecciones andaluzas
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Mamá Grande, o casi

Susana Díaz se comportó como reina o virreina, no absoluta, pero sí segura de su cargo

Antonio Soler
Los candidatos a la Presidencia de la Junta, durante el debate celebrado la noche del lunes en Sevilla. De izquierda a derecha, Juan Marín, Susana Díaz, Juan Manuel Moreno y Teresa Rodríguez.
Los candidatos a la Presidencia de la Junta, durante el debate celebrado la noche del lunes en Sevilla. De izquierda a derecha, Juan Marín, Susana Díaz, Juan Manuel Moreno y Teresa Rodríguez.PACO PUENTES

“Esta es, incrédulos del mundo entero, la verídica historia de la Mamá Grande, soberana absoluta del reino…”. Así comienza aquel relato de García Márquez, Los funerales de la Mamá Grande, y así podría haber comenzado su disertación la moderadora del debate que tuvieron en Canal Sur los aspirantes a gobernar el reino andaluz. Susana Díaz daba pie para el cuento. Se presentó vestida —verde, blanca, verde— de bandera andaluza y con una gargantilla que decía Mamá. Y así se comportó. Como reina o virreina, no absoluta, pero sí segura de su cargo. A su cuidado, la chiquillería revoltosa. El candidato de Ciudadanos, con su pinta de adolescente tardío al que eternamente le está saliendo la pelusa del bigote. La representante de Podemos+IU, muchacha contestaría que le pone a la madre la cabeza como un bombo pretendiendo cambiar el mundo por las bravas. Y el muchacho empollón que quiere que de una vez le presten el coche familiar y conducir, aunque sea por un rato, Andalucía.

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Funeral no hubo. Solo sopor, aburrimiento, muermo. Los ingenieros del debate usaron unos árbitros de baloncesto para medir los tiempos. Ajustaron tanto las tuercas que la propia moderadora pidió a los candidatos que, por favor, se interrumpieran, que le dieran sentido a su presencia. Quería ser algo más que un semáforo. Pero no. Los chicos llevaban la lección aprendida y no abandonaban la partitura. Susana Díaz estaba cómoda viendo cómo el pseudoanónimo Juan Marín y Juanma Moreno se peleaban por el pastel de la derecha. Parecía que eso era lo único que estaba en juego. Eso y el arrepentimiento verdadero de Marín, la negación de los tres años y medio de colaboración con el PSOE.

Antes de que cante el gallo el 2 de diciembre, Marín habrá negado a su señora Susana tres mil veces. Ahora la acusa de circular en dirección contraria a los intereses y a la realidad de Andalucía. Quiere olvidar que él ha ido de copiloto casi cuatro años. Cosas de niños, viene a decirnos. Él es nuevo, él no sabía. No quiere saber nada del pasado, tiene hambre de futuro, y le propone abiertamente al PP ponerse de acuerdo para desbancar a los socialistas. Hablando de hambre, Teresa Rodríguez sentenciaba que el gran problema de España no es Cataluña sino Andalucía y las cosas de comer. Llegó a recordarnos que las banderas no se comen. Siempre está bien darles instrucciones básicas a los niños. Juanma Moreno incluso llevaba un libro de texto distribuido por la Junta en el que se dice que España es un país plurinacional. Al final resultó ser el más listo de la clase. Bueno, él o el primero que cambió de canal.

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