“He tenido que encontrar yo los trozos de mi hermano”
El hallazgo de los restos desmembrados de un joven desaparecido en Málaga evidencia negligencias de los investigadores
El abogado Cristóbal Ortega puso su mochila encima de la mesa del agente de la comisaría provincial de la Policía Nacional en Málaga y comenzó a sacar uno por uno los huesos que había encontrado de su hermano Antonio: “El coxis, la espina dorsal, 12 vértebras, la mandíbula inferior, un hueso que podría ser el radio y un calcetín”. Eso fue el pasado 29 de septiembre. Seguía faltando la cabeza.
Solo un mes antes, el 18 de agosto, habían encontrado otras partes del cuerpo del hombre, de 33 años, en el mismo sitio de la sierra de Alhaurín de la Torre. “Entonces llevábamos siete meses buscándolo, mi madre estaba destrozada”, recuerda. “Sabíamos que no era una desaparición voluntaria, mi hermano tenía una pequeña discapacidad psíquica, salió a pasear por el monte con el perro el pasado 22 de enero y no volvió”, cuenta. Ese mismo día denunciaron la desaparición en la comisaría de policía de Torremolinos. Y una semana más tarde apareció el perro. Fue precisamente la correa del animal lo que puso a los familiares —volcados en la búsqueda desde el principio— sobre el rastro de Antonio. “La vio un amigo, pegó un grito y, cuando llegamos hasta ese punto, allí estaba: reconocimos sus ropas, una zapatilla...”, dice.
Tras la llamada al 112, se personaron en el lugar varios agentes de la comisaría de Torremolinos y otros tantos del Servicio de Montaña de la Guardia Civil y de Protección Civil de Alhaurín, además del jefe de la Segunda Compañía de la Guardia Civil de Coín, el capitán Bernabé, según consta en el auto del juzgado número seis de Málaga. Dada la inaccesibilidad del lugar, los restos hallados fueron trasladados en helicóptero hasta un campo de fútbol cercano por los agentes del instituto armado, que finalmente se hicieron cargo del asunto por pertenecer el lugar a su demarcación. Allí se produjo el levantamiento del cadáver por parte de la autoridad judicial y forense y posteriormente fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense de Málaga.
El cuerpo de Antonio no estaba completo, según los informes forenses. En la diligencia de la inspección ocular de ese 19 de agosto se hacía constar que faltaba el cráneo. Y, en consecuencia, no podía recibir sepultura ni ser incinerado, como quería su familia.
Cristóbal y lo suyos esperaron hasta el 29 de septiembre. “Mi madre estaba ya muy angustiada, quería enterrar a su hijo, y preguntábamos constantemente si habían encontrado algo más y nos daban largas”, recuerda. Ese sábado, hartos de esperar y de no obtener resultados, volvieron a subir a la sierra, exactamente al mismo sitio: “Precisamente debajo de uno de los arbustos en los que la Guardia Civil había puesto un precinto encontramos más restos de mi hermano”, relata. “Indignado, no llamé a nadie, fotografié todo, lo metí en la mochila con mucho cuidado y me dirigí a la comisaría dispuesto a entregarlos y poner la correspondiente denuncia por el negligente levantamiento del cadáver”. Así lo hizo.
El capitán Bernabé dijo no estar autorizado para hablar sobre ese asunto con EL PAÍS y remitió al gabinete de prensa de la comandancia de la Guardia Civil de Málaga: “Ya hicimos una pequeña nota de cuatro líneas, conjunta de Policía y Guardia Civil, refiriéndonos a esos hechos y dejando clara la colaboración entre ambos cuerpos”, responden sin dar más detalles ni facilitar la nota. Por su parte, la subdelegada del Gobierno de Málaga, María Gámez, se ha comprometido a “recibir e informar a la familia con total transparencia sobre cómo se ha trabajado en este caso”, y recordó que se realizaron numerosas batidas para localizar a Antonio y que “Policía y Guardia Civil han trabajado de manera estrecha en el asunto”.
La cabeza de Antonio Ortega la encontraron varios agentes del instituto armado el pasado 1 de octubre, después de que el hermano del fallecido interpusiera la denuncia. “No dejo de preguntarme por qué, sabiendo que el cuerpo de mi hermano estaba incompleto, no regresaron al lugar a buscarlo y tuvimos que hacerlo nosotros”, insiste Cristóbal. El cuerpo de Ortega, ha ido llegando así, por partes, al Instituto Anatómico Forense de Málaga, donde sigue pendiente de una autorización judicial que permita a su familia darle sepultura y descansar en paz. “Lo incineraremos en cuanto haya un informe que diga que han localizado todos los restos”, dice el abogado. “Y otro que recoja las causas de su muerte”.
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