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lluvias torrenciales

Las ramblas de Sant Llorenç estaban catalogadas de máximo riesgo de inundación

El torrente Ses Planes ha registrado seis inundaciones significativas –todas sin víctimas- desde 1850

Limpieza de las calles de Sant Llorenç.
Fernando J. Pérez

La riada que el pasado martes por la noche arrasó el municipio mallorquín de Sant Llorenç des Cardassar y que, según el balance provisional, ha causado doce muertos y un niño desaparecido, fue una tragedia pero difícilmente puede decirse que haya sido una sorpresa. El pueblo, situado al este de la isla, está catalogado al menos desde 2010 dentro de las “áreas de riesgo potencial significativo” dentro del plan de prevención de riesgos de inundación del Gobierno de las Islas Baleares, que sigue la directiva europea de 2007 sobre evaluación y gestión de los riesgos de inundación.

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El torrente de Ses Planes, uno de los dos que confluyen en el municipio –el otro se llama Sa Blanquera- ha causado en el núcleo urbano al menos seis inundaciones relevantes desde 1850. Aunque ninguna de las avenidas anteriores causó víctimas personales, en la mayoría se registraron daños en viviendas, calles y puentes, según los informes de la Dirección General de Recursos Hídricos del gobierno autonómico. De los 7.857 habitantes de Sant Llorenç, 51 viven en zonas de alta probabilidad de inundación -es decir, en zonas en las que llega el agua cada diez años-, 99 habitan en zonas de probabilidad media -una inundación significativa cada siglo- y 117 en áreas de baja probabilidad, una inundación cada 500 años, según el plan de gestión de riesgo de inundaciones.

En estos informes, que se remitían a datos de un estudio del año 1997 y a un Atlas de inundaciones de 2001, la administración balear identificó un total de 30 tramos de torrente con riesgo de avenida, entre ellos los poco más de dos kilómetros de la riera de Ses Planes, al que otorgó una prioridad “máxima”, al igual que al de Sa Blanquera. Estos tramos de mayor peligrosidad son aquellos que según los registros históricos han sufrido al menos tres inundaciones o una inundación con fallecidos en un periodo de 150 años. En la misma isla de Mallorca hay identificados nueve de estos puntos. En Sóller se han contabilizado 22 inundaciones del torrente Biniaraix y en la propia Palma, los torrentes Coa Negra, Gros, Na Bárbara y Sa Riera suman 43 inundaciones.

Entre 1998 y 2004, la Unión Europea sufrió más de 100 inundaciones graves con más de 700 muertos. En 2006, una directiva obligaba a los Estados a elaborar mapas de zonas potenciales de inundación y de peligrosidad en caso de anegamiento temporal de terrenos por avenidas tanto fluviales como marítimas. Estos mapas deben contener la probabilidad de que se produzca una inundación – con distintos escenarios de intensidad-, la posible extensión, velocidad y calado del agua y las consecuencias adversas potenciales: habitantes, actividades económicas o zonas protegidas. Esta cartografía debería estar finalizada como muy tarde el 22 de diciembre de 2013. Los mapas identifican en España 1.342 áreas de riesgo potencial significativo de inundación, que ocupan 11.027 kilómetros de cursos fluviales y zonas marinas, según los estudios de las comunidades autónomas, las cuencas hidrográficas y las demarcaciones de costas. En total, se han estudiado en toda España 107.900 zonas inundables.

Además, se debían elaborar planes de gestión del riesgo de inundación, que se deberán centrar “en la prevención, protección y preparación, incluidos la previsión de inundaciones y los sistemas de alerta temprana”, según la directiva. Estos planes de gestión se deben revisar y actualizar cada seis años.

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El propio estudio balear de 2010 ya señalaba que “cualquier zona identificada como potencialmente inundable o con cierta probabilidad de inundación es susceptible de sufrirla en un momento determinado”, y recordaba que el clima de las islas, con lluvias intensas muy localizadas y dispersas, sumado a la estrechez de las cuencas y la topografía, hacen a este territorio muy proclive a “inundaciones relámpago”.

El estudio de riesgo advertía: “Se trata de reducir los riesgos, ya que su total eliminación no es posible: cualesquiera que sean las medidas adoptadas siempre existirá una probabilidad de que resulten insuficientes”. Y a renglón seguido, señalaba un problema que ha agravado la riada de Sant Llorenç: “Con demasiada frecuencia el riesgo no solo no se reduce, sino que surgen nuevos problemas a un ritmo igual o superior al que se actúa para solucionar otros. Ello es debido, en gran medida, a una ocupación del territorio poco prudente a la vez que escasamente respetuosa con sus características hidrológicas naturales”.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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