“La corriente nos arrastró, estamos contentos de estar vivos”
Los vecinos de Sant Llorenç des Cardassar tratan de recuperar sus viviendas anegadas por el agua y cubiertas de lodo
"Venía con mi mujer de trabajar en Manacor. Estábamos con el coche justo al lado de casa cuando llegó el agua y la corriente nos arrastró. Había cinco o diez coches empotrados contra las paredes y tuvimos suerte de poder salir y refugiarnos. Estamos contentos de estar vivos". Pedro Femenías, de unos 50 años, relata la angustia que pasó la tarde del martes junto a su esposa cuando la inesperada tromba de agua que cayó sobre el levante mallorquín provocó el desbordamiento del torrente que atraviesa Sant Llorenç des Cardassar —en el este de la isla de Mallorca y a unos 60 kilómetros de Palma— y otros dos municipios cercanos. El agua arrastró su coche sin control por las calles de la localidad. La tromba ha dejado hasta el momento un balance de nueve personas fallecidas y seis desaparecidas, además de tres heridos y más de 200 vecinos desalojados.
El fango cubre las calles de Sant Llorenç des Cardassar, un municipio de unos 8.300 habitantes que trabajan para sacar el barro de sus casas. La familia Femenías, con su domicilio ubicado en la calle Major, muestra los estragos que el agua ha provocado en su vivienda. Las habitaciones están completamente anegadas, las ramas de varios árboles cubren el suelo de la cocina y los muebles se apilan en el salón unos encima de otros como en una suerte de puzzle.
"El agua alcanzó el metro y medio. A principios de los años 70 hubo una riada similar, pero creo que el agua no llegó tan alto. Aunque una vez que lo cubre todo ya da igual. No nos queda otra que intentar limpiarlo todo", asegura la mujer. No había nadie en casa cuando comenzó a llover y los Femenías se muestran agradecidos de no haber sufrido daños personales, aunque han perdido dos vehículos que fueron arrastrados por la corriente.
Una angustia similar relata una vecina de una calle algo más alejada del cauce del torrente. "Estaba en Manacor trabajando y me llamó mi hermano, que está en silla de ruedas, para decirme que estaba con mi madre de 93 años y que el agua había entrado [en la casa]. Tardé más de una hora en llegar, pero estamos bien gracias a Dios", dice esta mujer, que se siente afortunada: "Solo tengo que limpiar el barro, a diferencia de otros vecinos que han sufrido un desastre".
Los residentes afirman que la ingente cantidad de agua que cayó, al menos 220 litros por metro cuadrado a lo largo del martes, provocó que se desbordara el torrente que pasa por el centro del pueblo y otros dos que están muy cerca, que no pudieron absorber todo el caudal. "El torrente rompió paredes, arrastró árboles, ha generado un desastre", cuenta Tomás Martínez, que se mostraba sorprendido por los estragos de la tormenta en la parte baja del pueblo.
"No hay manera de prever que pudiera pasar algo así, se habían hecho obras de mejora. En los 80 también hubo un desbordamiento, pero no fue tan grave. Ahora hay casas que se van a tener que tirar enteras, gente que se ha salvado porque alguien la pudo sacar, es un tema muy doloroso que haya muerto gente", lamentaba Martínez. "No pensé que el desastre fuera tan grande".
Los Femenías continúan sacando el barro de su casa, con todo el mobiliario cubierto de lodo en mitad de la calle. Entre palada y palada para recoger el fango piden a las administraciones que les ayuden a recomponer sus casas y sus vidas, que no se olviden de ellos: "Esperamos que nos ayuden de verdad".
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