Las exigencias de poder de Robles paralizaron varios nombramientos
La nueva ministra quería ostentar una supercartera con Justicia e Interior y reclamó el CNI para quedarse con Defensa
La gran incógnita del Gobierno de Pedro Sánchez se resumió en qué pasó con el nombramiento de Margarita Robles, cuyo nombre se barajó para varios ministerios. La nueva titular de Defensa pretendía asumir de entrada una supercartera, con la fusión otra vez de Interior y Justicia, como en 1994 en la época de Juan Alberto Belloch, y cuando ese objetivo falló exigió que su cartera recuperase el control del CNI. Y lo logró. Sus exigencias paralizaron varios nombramientos durante días.
Desde el primer momento, en cuanto triunfó la moción de censura el viernes pasado, Margarita Robles empezó a recibir felicitaciones y ratificaciones en el patio del Congreso sobre su inminente nombramiento como nueva ministra del Interior. Sonreía y callaba o hacía un gesto cómplice. Robles ya fue secretaria de Estado de Interior cuando Belloch dirigió aquella supercartera en plena fase final de los escándalos de corrupción de los Gobiernos de Felipe González. Y Robles resultó una comisaria implacable. Aquella dureza, sobre todo con las llamadas cloacas del Estado, dejó sus secuelas. Robles habría querido ahora asumir aquellas dos carteras, pero no fue posible. En Interior pesaba su pasado y en Justicia sus enfrentamientos evidentes, para empezar, con el presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, con el que este jueves apenas se saludó en su toma de posesión en La Zarzuela. Lesmes sí abrazó a la nueva ministra de Justicia, Dolores Delgado, hasta ahora fiscal en la Audiencia Nacional.
Delgado y Robles tampoco mantenían hasta ahora una buena relación, porque la titular de Justicia ha sido en estos años amiga y aliada de Baltasar Garzón, el exjuez que fichó González también para aquel Gobierno y que acabó enfrentado a todo el equipo de Belloch.
El Gobierno de Sánchez, a propuesta de la titular de Justicia, tendrá que proponer en un próximo Consejo de Ministros el cargo de Fiscal General del Estado (clave de cara a futuras instrucciones de casos de corrupción y relacionados con el desafío independentista pendientes de juicio) y antes de que acabe el año deben renovarse varios puestos en el Consejo General del Poder Judicial. Son negociaciones delicadas, llenas de pactos en varias direcciones, dentro del Gobierno y con la oposición. Para la Fiscalía se apunta el nombre de Pedro Crespo, de la misma asociación progresista de fiscales que Delgado, y menos marcado que Javier Zaragoza.
Fin de ciclo al frente del CNI de Félix Sanz
Los mandatos al frente del CNI son de cinco años. El actual director, Félix Sanz Roldán (73 años), lleva ahora nueve y le quedaría uno para acabar dos ciclos completos. Es lo que le gustaría. La nueva ministra aún no le ha dicho nada, aunque este jueves alabó su trayectoria sin mojarse: “No vamos a adelantar acontecimientos”. Sanz acumula récords de longevidad: 20 años de general y 57 de servicio en el Ejército.
Fuentes socialistas y jurídicas del máximo nivel concluyen que el perfil de Robles no era el adecuado para esos encargos. Bloqueada la opción de la fusión, Robles descartó quedarse solo con Interior. A continuación le ofrecieron Defensa, pero no aceptó de forma inmediata.
Desde el Gobierno se había sondeado para ese departamento a Constantino Méndez, que había sido secretario de Estado de Defensa con Carme Chacón, que lo había aceptado ya en la tarde del miércoles y que había concitado incluso el respaldo del rey Felipe VI. Méndez fue descabalgado a última hora pero, antes de asumir esa función, Robles exigió recuperar para Defensa el mando orgánico directo sobre el crucial Centro Nacional de Inteligencia. La actual vicepresidenta, Carmen Calvo, tuvo que renunciar sin mucho entusiasmo a esa competencia que en esta última legislatura ostentó su antecesora, Soraya Sáenz de Santamaría.
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