Zoido ironiza con que su sustituto sabrá más de Cataluña que él
El ministro de Interior en funciones deja apresuradamente su cartera tras reestructurar y "limpiar" una Policía, cuyos mandos vuelven a estar 'en vilo'
El ministro del Interior en funciones, Juan Ignacio Zoido, "trabajó el fin de semana" para realizar un “traspaso exprés” con todos los informes actualizados, aseguran fuentes de su círculo más próximo. Tras reunir a su equipo (secretario de Estado, subsecretarios y directores generales), se plantea entregar su cartera “con lealtad” y poniendo el énfasis en los asuntos de inmigración. El ministro en funciones aseguró, con sorna, que está convencido de que su sustituto sabrá seguro más de Cataluña que él.
El primer día de Gobierno de Pedro Sánchez ha sido una jornada frenética para uno de los ministros salientes del Ejecutivo del ya expresidente Mariano Rajoy. Desde primera hora de la mañana, Juan Ignacio Zoido, ministro del Interior en funciones —y aficionado a la correspondencia epistolar—, ha comenzado a escribir cartas de despedida: “A las asociaciones de victimas del terrorismo, a Paco Lobatón, con quien ha congeniado muy bien, y con quien quería contar para impulsar el Centro Nacional de Desaparecidos, inaugurado durante su breve periodo al frente del ministerio...”, cuentan desde su entorno. Y luego ha enlazado una reunión con otra. Una despedida tras otra.
Aseguran quienes han compartido con él estas últimas horas como responsable de Interior, que lo primero que pensó cuando el jueves comenzó a barruntarse que podría prosperar la moción de censura contra Rajoy, fue “en todo lo que se le quedaba por hacer”. Poco después, tuvo que enfrentarse al desconsuelo de su hijo Fernandito, que le esperaba en la sede del ministerio, en el palacio del Castellana 5, donde hasta ahora —y desde que hace algo más de un año dejó la alcaldía de Sevilla— tenía establecida su residencia en Madrid.
— ¿Papá y qué va a pasar ahora con éste? ¿Y con este otro?, dicen sus colaboradores que preguntaba su hijo pequeño mientras recorría las estancias del edificio despidiéndose de todos.
— Algunos son funcionarios y otros se van a la calle, así que ya sabes lo que tienes que hacer. Dicen que le contestó su padre. Fernandito se despidió el domingo diciendo que, antes que político, sería “abogado del Estado o registrador”.
Los que han acompañado a Zoido aseguran que nadie en el ministerio ha ocultado su sorpresa ante la precipitación de los acontecimientos. Y señalan que el aún ministro quiere realizar un traspaso de poderes “con lealtad”. No estará hoy en la reunión europea del JAI (Justicia y Asuntos de Interior), en la que se decide la política de asilo de la Unión Europea. Lo hará la directora general.
La crisis migratoria
Sin embargo, sus colaboradores creen que uno de los temas que abordará con su sucesor/a será el de la inmigración —este fin de semana han llegado más de 500 inmigrantes a las costas españolas—, junto con la amenaza terrorista. Respecto a la situación en Cataluña, que tantos quebraderos de cabeza le dio antes y después de la Operación Copérnico (desembarco de 6.000 agentes en Cataluña), dicen que Zoido dice con sorna que "está convencido de que el que venga sabrá más que él de Cataluña”, así que ese no será un asunto sobre el que se extienda.
A su sustituto le pedirá, como ya anunció por los pasillos del Congreso el viernes, que cumpla el compromiso —incluido en los Presupuestos— de la equiparación salarial de policías y guardias civiles. “Él dice que hará lo que le gustaría que hicieran con él”, cuentan quienes recuerdan que ayer recordaba los peores momentos: “Los atentados de Barcelona, el asesinato del niño Gabriel, funerales de policías y guardias civiles”... Zoido volverá a su puesto de diputado creyendo que “se deja mucho por hacer”.
La Policía, 'en vilo'
El apresurado cambio de Gobierno lleva consigo la propagación de la inquietud hacia todos aquellos puestos de “libre designación”. En el caso del ministerio del Interior, los más altos mandos policiales son nombrados como “cargos de confianza”. En la actualidad, los principales comisarios generales del Cuerpo Nacional de Policía tomaron posesión de sus cargos hace seis meses. Tras el legado recibido por su predecesor en el cargo, el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz, Juan Ignacio Zoido acometió junto a su equipo una reestructuración de la Policía. El fin fundamental era diluir el poder casi absoluto que ostentaba hasta entonces la Dirección Adjunta Operativa (DAO) del cuerpo, desde donde se había creado la llamada “policía patriótica” y, de ese modo, “limpiar” la institución.
En la última Junta de Gobierno de la Policía, compuesta por 14 mandos policiales y celebrada el viernes de la semana pasada, se mascaba la inquietud y el pesimismo entre los asistentes, según revelaron algunos de los presentes a EL PAÍS. Y, reconociendo que se encontraban de nuevo “en vilo”, existía un acuerdo bastante unánime sobre la necesidad de que esos puestos clave no sean de libre designación para que no puedan ser cambiados por el gobierno de turno y se evite esa aparente politización indirecta de la policía, “una institución que debe de ser completamente imparcial y actuar exclusivamente por el bien de la ciudadanía”, comentaba uno de los presentes.
La llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa podría afectar, por tanto, a la actual composición de una de las instituciones más delicadas del Estado, por estar al frente de algunas de las investigaciones más sensibles, como pueden ser los casos de corrupción política o los pormenores del proceso independentista catalán. Todos los partidos cuentan, como asesores, con comisarios o excomisarios del Cuerpo Nacional de Policía que podrían influir ahora en potenciales cambios en su estructura jerárquica.
La actual composición de la policía emergió el pasado mes de noviembre. Se trata de una nueva cúpula policial bicéfala, con dos mandos fuertes: José Antonio de la Rosa, proveniente del equipo que Zoido tenía en Sevilla cuando era alcalde y que fue nombrado responsable de la Jefatura Central de Seguridad Ciudadana y Coordinación, es decir, el encargado de toda la prevención del delito y de la coordinación de todas las jefaturas superiores; y Juan Carlos Ortiz, un hombre asociado a la “cuota de María Dolores de Cospedal” en este ministerio por provenir de la Jefatura Superior de Castilla la Mancha, aunque quien le nombró para ese puesto fue el exministro del Interior socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. Ortíz, asturiano de origen y sin inclinación política conocida, se convirtió en el responsable de la jefatura más importante, la de Investigación, Información y Ciberdelincuencia. Y, desde entonces, es quien ha manejado la información más sensible del Gobierno, también la relativa a todo el proceso independentista catalán.
Detrás de ambos están José García Losada, que fue el único que mantuvo su puesto al frente de la Jefatura de Logística, y que había sido cesado en 2013 como comisario general de policía judicial por negarse a dejar guardados en un cajón los informes de la UDEF (Unidad de Delincuencia Económica) sobre la entonces ministra de Sanidad Ana Mato, condenada en calidad de “partícipe lucrativo” en la sentencia de la trama Gürtel, base del fulminante derrocamiento del Gobierno del PP de Mariano Rajoy. Y, por último, Manuel Peña Echeverría. Hasta entonces jefe de la División de Formación, que pasó a hacerse cargo de la Jefatura de Recursos humanos. Es un amigo personal de Ignacio Cosidó, anterior director general de la Policía y ahora senador del Partido Popular (PP) por Palencia.
Detrás de ellos, una retahíla de comisarios generales de importantes y sensibles comisarías, como la de Policía Judicial o la de Información, que también podrían verse afectados por este cambio de Gobierno exprés pese a que se auguran elecciones generales más prontas que tardías.
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