Una flamante estación del AVE que nadie usará
Fomento ha construido en una aldea de Lugo una infraestructura donde los trenes no pararán
En aquel tiempo en el que España planificaba urbanizaciones y polígonos industriales por doquier, en el municipio gallego de O Páramo (Lugo), de menos de 1.500 habitantes, se anunció la llegada del AVE con todas sus bendiciones. El Ministerio de Fomento decidió en 2002, con el PP en el Gobierno, construir allí una estación de tren, la primera en la historia de este pequeño ayuntamiento, como parte de la prometida línea de alta velocidad entre Ourense y Lugo y para sustituir a la antigua parada que partía en dos desde 1878 la vecina localidad de A Pobra de San Xiao (Láncara). El lugar elegido para el flamante edificio fue Moscán, la aldea de quien entonces y ahora es el alcalde de O Páramo, el popular Gumersindo Rodríguez Liz, que lleva 35 años agarrando con fuerza el bastón de mando. Y encaramándose también a esa ola de ilusión y progreso, el entonces presidente provincial de su partido y de la Diputación de Lugo, Francisco Cacharro Pardo, ya fallecido, proclamó que allí mismo su institución ejecutaría un gran parque empresarial.
Fomento adjudicó las obras de la variante ferroviaria que incluía la nueva estación en 2006, ya con el PSOE en el Gobierno. Tras una parsimoniosa ejecución, los trabajos han llegado a término y los vecinos de O Páramo han despertado de su sueño sin AVE, sin polígono industrial y sin servicio de tren. Renfe ha confirmado a este periódico que ningún viajero podrá subirse o bajarse en esa parada. Fuentes oficiales de la compañía explican que la vieja estación de A Pobra de San Xiao, a la que sustituye esta recién acabada, ya fue clausurada en 2002 por falta de viajeros. “Si antes, cuando la estación estaba en el pueblo no había viajeros, ahora que está lejos de allí, menos”, señalan desde la empresa pública. Si algún día funcionase en Lugo una conexión de alta velocidad, tampoco el apeadero de O Páramo tendrá sentido, ya que está a solo unos 15 kilómetros de la ciudad.
“Ahí no hay un alma que se suba al tren”, admite el alcalde de O Páramo. Rodríguez Liz se muestra comprensivo con la decisión de Renfe porque “las empresas tienen que mirar por su rentabilidad”, pero mantiene la esperanza de que la estación sin viajeros sirva algún día para algo: “Estas infraestructuras fueron las que en su momento dieron vida a estos lugares, ¡quién sabe si no se la volverán a dar de aquí en adelante! Hay que darle tiempo”. El proyecto de polígono industrial, afirma, prosigue su calamitosa tramitación, pendiente ahora de ser modificado por ocupar una zona inundable.
Pese a esos 12 años transcurridos desde que se adjudicaron las obras, la estación, según se mire, tampoco se ha demorado tanto. En la pausada carrera de modernización ferroviaria que se disputa en Galicia, la parada sin viajeros de O Páramo ha llegado a la meta mucho antes que el AVE entre Ourense y Lugo al que iba a dar servicio. La alta velocidad entre estas dos capitales, unidas ahora por un tren que tarda casi dos horas en recorrer un centenar de kilómetros, existe de momento solo en papeles y mítines. La prometió el Gobierno de José María Aznar como compensación a la marea negra del Prestige y en 2009 el presidente gallego Alberto Núñez Feijóo anunció que la ejecutaría él mismo desde la Xunta si el Gobierno de Rodríguez Zapatero no la hacía por fin realidad.
Como hoy no hay AVE a la vista, los 90 millones de euros que ha invertido Fomento en los siete kilómetros de variante ferroviaria y en la estación de O Páramo servirán solo para mejorar algo el trayecto del perezoso tren que une Lugo y Ourense. Se han suprimido 14 pasos a nivel, destaca Adif, el gestor de infraestructuras ferroviarias, quien también admite que el edificio levantado en Moscán se usa únicamente para acoger los enclavamientos, es decir, los dispositivos de regulación del tráfico de trenes. “La posible parada de servicios ferroviarios de viajeros corresponde a la operadora”, se limita a responder la empresa señalando a Renfe. Sobre el dinero gastado, Adif no ve posible “individualizar” la cantidad que ha costado la estación sin viajeros. Alega que está incluida en un “único contrato” junto al resto de las obras de la variante.
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