El fracaso en Cataluña dispara la tensión entre el Gobierno y el PP
El presidente pide propuestas de sus ministros para recuperar la iniciativa política
El reparto de culpas por el resultado del PP en las elecciones de Cataluña ha disparado la tensión entre el partido y el Gobierno. Dirigentes de la formación creen que el Ejecutivo debería haber convocado más tarde los comicios, extendiendo el tiempo de aplicación del artículo 155. Líderes regionales piden a la Moncloa que recupere la iniciativa y empiece por impulsar la retrasada financiación autonómica. Además, se ha recrudecido el enfrentamiento entre los partidarios de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y los de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
Solo unas pocas horas después de lograr el peor resultado de la historia del PP en Cataluña —cuatro diputados— distintos dirigentes autonómicos de la formación señalaron un error estratégico que juzgaron clave. El Gobierno, argumentaron, debía haber convocado los comicios más tarde, manteniendo la aplicación del 155 durante más tiempo y extendiéndola a los medios de comunicación públicos. Rajoy recibió esa queja de su partido con comprensión —“sé que mucha gente se ha podido sentir frustrada”—, pero optó por defender la labor de su Ejecutivo.
“Nosotros, como partido, hemos cometido errores, los admitimos y tendremos que aprender de los mismos”, dijo el líder de la formación conservadora durante la junta directiva nacional que el PP celebró el lunes. Y añadió: “La respuesta que ha liderado el Gobierno a esta situación ha sido buena para España aunque acaso no lo haya sido para el PP”.
Esa única frase del presidente provocó una reacción inmediata en los cientos de dirigentes que acudieron a la cita, puesto que la interpretaron en el contexto del enfrentamiento que mide a los seguidores de Cospedal y de Sáenz de Santamaría. Un pulso que se ha recrudecido tras los pésimos resultados del PP en Cataluña.
A la número dos del partido se le achaca haber defendido hasta el final la candidatura de Xavier García Albiol, o que su apretada agenda como ministra de Defensa dificulte su implicación en la gestión diaria del partido. A la número dos del Gobierno se le recrimina que la llamada “operación diálogo” no haya dado otro resultado que el de la celebración de un referéndum ilegal o la convocatoria de unas elecciones autonómicas en las que los independentistas han vuelto a obtener mayoría absoluta. Ese pulso, que ahora amenaza con extenderse a la elaboración de las candidaturas para las elecciones municipales y autonómicas de 2019, es observado con inquietud en la sede nacional.
Los estrategas del PP consideran prioritario evitar que sus representantes regionales tomen posiciones en ese debate interno, alimentado también por el temor al auge de Ciudadanos. Y por eso la dirección nacional se apresuró a restarle importancia a la alusión de Rajoy en la junta directiva nacional, argumentando que criticar al partido y proteger al Gobierno es lo lógico cuando el Ejecutivo aún tiene por delante una complicada tarea en Cataluña.
“Somos un partido orgulloso de sus valores y de su unidad”, proclamó ayer Rajoy en Sevilla, donde volvió a recetar el cierre de filas como la mejor respuesta al resultado del 21-D.
Informe ministerial
Al tiempo, líderes regionales como Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia, o Juan Vicente Herrera, de Castilla y León, reclaman al Ejecutivo que haga política, comunique mejor su acción de gobierno y presente su propuesta de financiación, pendiente desde 2014.
Rajoy ya dispone de un informe elaborado por sus ministros en el que se recogen las propuestas con las que el Ejecutivo podría cambiar el paso en 2018, según sus consejeros.
Estos interlocutores señalan que la ministra Fátima Bañez protagonizó el primer capítulo en ese intento de meter nuevos asuntos en la agenda política al proponer que los españoles con largas carreras de cotización —más de 38 años— puedan elegir toda su vida laboral para calcular su pensión. Avanzan que otros ministros enunciarán medidas novedosas en las próximas semanas, especialmente económicas, para así diluir la sensación de parálisis que afecta al Ejecutivo. Y reconocen que se hará un esfuerzo definitivo para desbloquear dos temas prioritarios: la financiación autonómica y los Presupuestos de 2018.
Rajoy pide a su partido dar “la batalla” contra Rivera
“La batalla se da barrio a barrio, casa a casa, a todas las horas del día y todos los días de la semana”. Mariano Rajoy convirtió ayer un mitin en Sevilla en una llamada a la movilización del PP para combatir el auge de Ciudadanos antes de las elecciones andaluzas, municipales, autonómicas y europeas de 2019.
“Esta no es una fuerza política de aficionados”, bramó, comparando a su partido con el de Albert Rivera, al que no mencionó en ningún momento. “Nuestros candidatos sabrán plantar cara a los ataques de los populistas y plantar cara a los oportunistas”, añadió. “La única batalla perdida es la batalla no dada”, añadió. Y remató: “Somos el partido más grande de España, y por tanto se ruega que no nos den lecciones”.
Tras firmar un pacto de investidura y otro para aprobar los Presupuestos, la relación entre Rajoy y Rivera sigue siendo tan tensa como el primer día. Los dos líderes compiten por seducir al electorado de centro derecha. Han vivido desencuentros personales en sus reuniones que les han alejado, según reconocen sus colaboradores. Y ahora se enfrentan a una situación sin precedentes: por primera vez, Ciudadanos puede competir de tú a tú con el PP, según una encuesta de Metroscopia para EL PAÍS que sitúa al partido de Rivera como el primero en intención de voto.
El punto de inflexión en la trayectoria demoscópica de los dos partidos se encuentra en las elecciones autonómicas celebradas el 21 de diciembre en Cataluña. El PP acumula reproches contra Ciudadanos antes, durante y después de esos comicios. Si a la apelación al voto útil de Rivera le siguió la descalificación de que apoyar al PP era tirar un sufragio a la basura, ahora Rajoy reprocha a su competidor que no le preste un diputado para tener grupo propio en el Parlament.
“Algunos no quieren que la voz del PP se oiga con fuerza”, lamentó ayer el presidente. “Lo siento”, añadió. “Tendrán que explicárselo a nuestros votantes y a los suyos”.
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