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Cataluña desplaza a Ciudadanos

PP y PSOE relegan en sus negociaciones al partido de Rivera, que no saca adelante en el Congreso sus principales propuestas sobre el 'procès'

J. J. Gálvez
Los diputados de Ciudadanos aplauden a Albert Rivera, en el Congreso.
Los diputados de Ciudadanos aplauden a Albert Rivera, en el Congreso.Kiko Huesca (EFE)

La reunión se gestó en la misma bancada del Congreso. Y sobre la marcha. El miércoles, mientras el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, elevaba el tono en el Hemiciclo para reprochar al Gobierno que no les informase de cómo pensaba aplicar el artículo 155, Mariano Rajoy agarraba el móvil para mandarle un mensaje y emplazarle a hablar. Lo hicieron esa misma tarde. Durante una hora y cuarto. Pero al día siguiente, este jueves, después de que el Ejecutivo se reafirmase en sus intenciones tras recibir la carta de Puigdemont, hasta La Moncloa se ha desplazado solo la socialista Carmen Calvo para analizar la situación. A la cuarta fuerza del país, socio de investidura del PP y pieza clave en la aprobación de los presupuestos de 2017, no se le esperaba allí. No la habían citado. Entrada la tarde, Rajoy tampoco ha hablado con Rivera.

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La imagen del presidente mostrando el móvil a Rivera para que viera sus mensajes ha sido, desde luego, el ejemplo más visible de cómo la crisis en Cataluña ha desplazado a Ciudadanos. PP y PSOE han relegado al partido en sus negociaciones. Este, además, no ha logrado sacar adelante en el Parlamento sus principales propuestas sobre el procès. Pese a ello, según fuentes de la ejecutiva, la formación no considera un problema esta situación. Al contrario, cree que les beneficia marcar ciertas distancias. "Estamos consiguiendo marcar un espacio propio muy importante, visualizándonos como el partido que, con más firmeza y claridad de ideas, se enfrenta al separatismo", argumentan fuentes de Ciudadanos, que se refieren a las encuestas de varios medios que lo sitúan como tercera fuerza en España, por delante de Podemos.

La brecha con el PSOE se amplió en septiembre, antes del referéndum ilegal del 1 de octubre. Ciudadanos llevó al Congreso una moción para respaldar las acciones del Gobierno contra los separatistas. Una propuesta que rechazó la Cámara y contra la que votaron los socialistas por no incluir una llamada al diálogo. Entonces, la formación encabezada por Rivera presentó ese mismo texto en los hemiciclos autonómicos. El equipo de Pedro Sánchez lo consideró un auténtico desafío y un intento de fracturarlos —en Andalucía, los diputados de Susana Díaz votaron a favor—.

Una iniciativa que causó malestar hasta en las propias filas de los populares, a los que no les gustó que se intentara forzar la postura de la principal fuerza de la oposición en un momento tan delicado. De hecho, en ese instante, con el 1-O a las puertas, el Gobierno priorizó las relaciones con el PSOE y relegó a Ciudadanos a un segundo plano. Primero había que hablar con los socialistas. El Ejecutivo considera clave su apoyo en la activación del artículo 155. Y ese acercamiento se evidenció el día que Puigdemont declaró la "suspensión" de la independencia. Rajoy y Sánchez se habían estado intercambiando mensajes durante la jornada y, a última hora, el presidente del Gobierno convocó al líder del PSOE a La Moncloa para cenar juntos. El secretario general informaba, paralelamente, casi en directo a Miquel Iceta, su homólogo del PSC.

Los líderes de los principales partidos del país pactaron, además, abrir conversaciones sobre la reforma de la Constitución. Rivera lo desconocía. "Yo ya lo había pactado con Rajoy y con Sánchez, así que yo ya tenía el trabajo hecho", afirmó tras saberlo, en referencia a los acuerdos de investidura que cerró con ambos. Además, sin ni siquiera tratar de forzar la negociación, el Ejecutivo no ha tenido ningún inconveniente en dejar en un cajón los presupuestos de 2018 —una prioridad para Ciudadanos de cara a su electorado—.

El coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, asegura que "el señor Rivera está permanentemente informado de todos y cada uno de los pasos que da el Gobierno". Pero, el miércoles, el líder de Ciudadanos tomaba la palabra en el Congreso para interpelar directamente a la vicepresidenta: "¿Qué medidas piensa tomar el Gobierno? ¿Qué plazos tenemos encima de la mesa? ¿Cuál es el plan de actuación del Gobierno a 24 horas de la decisión más importante que haya habido que tomar en democracia?", dijo. "Le pregunto porque no sabemos cómo van a aplicar ustedes el 155", añadió. El día anterior, Rajoy había hablado con Sánchez sobre el asunto.

Todas esas palabras se produjeron, además, solo un día después de que el Hemiciclo rechazara otra de las principales propuestas de Ciudadanos sobre la crisis en Cataluña: una moción contra el "adoctrinamiento" en las aulas. El martes, la formación se quedó sola en la votación. Y, el miércoles, Rivera transformó esa propuesta en una proposición de ley para crear una agencia "independiente". Entonces, la tensión con los populares se elevó. En solo unas horas, el PP respondió y le acusó de buscar "rédito electoral". "Sabemos que es difícil que PP y PSOE, que durante 35 años no han hecho nada al respecto, apoyen nuestras iniciativas al respecto, pero nosotros tenemos la obligación de hacer lo posible por desarrollar nuestro programa", explican fuentes de Ciudadanos, que también contextualizan la moción sobre Cataluña que enfadó a los socialistas: "Creíamos bueno que se visualizara un cierre de filas del constitucionalismo. Y era un modo de llevar la iniciativa".

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Sobre la firma

J. J. Gálvez
Redactor de Tribunales de la sección de Nacional de EL PAÍS, donde trabaja desde 2014 y donde también ha cubierto información sobre Inmigración y Política. Antes ha escrito en medios como Diario de Sevilla, Europa Sur, Diario de Cádiz o ADN.es.

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