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innovación educativa

La escuela que llega

Más de 1.400 profesores debaten en Zaragoza las nuevas metodologías de enseñanza

Pilar Álvarez
Participantes del congreso de innovación educativa de Zaragoza.
Participantes del congreso de innovación educativa de Zaragoza. VICTOR SAINZ (EL PAÍS)
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Los chicos del pueblo estaban preocupados. Ricla salía en las noticias últimamente pero por nada bueno: dos crímenes. “¿Qué podemos hacer?”, se preguntaron. “Hagamos un mapa turístico para que la gente sepa todo lo bonito que hay aquí”, aportó Diego López, director del colegio Maestro Monreal, el único del municipio zaragozano de 3.027 habitantes. Durante el curso, los chicos de 5º se dedicaron a buscar información de cinco monumentos locales y los colocaron en un mapa con códigos QR (código de barras renovado que se puede leer con la cámara del móvil y enlaza a otros contenidos) del que saltaban audios explicativos con las voces de los alumnos. Hicieron una audioguía que ahora distribuye el ayuntamiento. “La presentamos el día de la Cereza y el Ajo Verde”, cuenta Agustín, de 11 años. Entrevistaron al alcalde y al cura, vinieron a grabarles. “Este año lo repetiremos en inglés, francés y rumano [el 10% de la población de Ricla es rumana]”. Era el proyecto para la hora de biblioteca. En términos de innovación educativa, trabajan con aprendizaje basado en proyectos [aprender haciendo algo real] y conformaron un comunidad educativa [el pueblo forma parte del colegio].

Agustín y el director han expuesto su experiencia este fin de semana en el I Congreso de Innovación Educativa organizado en Zaragoza por el Gobierno de Aragón, un foro de dos días y 1.400 docentes en el que los profesores han intercambiado opiniones y experiencias sobre las últimas metodologías del aula y su afán por rescatar para la escuela la creatividad, la conexión emocional o la colaboración entre alumnos. Una manera de afrontar la enseñanza más allá del papel de los exámenes, las notas o los libros de texto. Un camino que parte de la comunidad educativa mira con recelo porque creen que falta evidencia científica sobre su efectividad pero que otra parte, a la que se empiezan a sumar administraciones y editoriales, considera un cambio imparable.

Diego López, director del colegio Maestro Monreal (Ricla), con el mapa interactivo de monumentos que elaboró con sus alumnos.
Diego López, director del colegio Maestro Monreal (Ricla), con el mapa interactivo de monumentos que elaboró con sus alumnos.Víctor Sáinz

“Tenéis la oportunidad de hablar entre vosotros, el futuro de la educación depende de vosotros”, arengaba el sábado a primera hora a los centenares de asistentes Richard Gerver, asesor educativo británico de fama mundial, desde el borde del escenario del palacio de congresos de Zaragoza. “Cuando los alumnos que acaban de terminar el instituto iniciaron el colegio, no existía Google”, ejemplificaba Gerver, que considera que en una generación la innovación será generalizada. “No podemos seguir enseñando a nuestros hijos para una vida definida”.

Las 700 plazas iniciales gratuitas del congreso, al que fue invitado EL PAÍS, se cubrieron en cinco horas y habilitaron 700 más. Además de ponentes como Gerver, docentes de distintos puntos de la región explicaron en talleres programados sus cambios por si otros quieren imitarles o inspirarse.

“La Administración se tiene que poner en cabeza de este cambio”, explica Mayte Pérez, consejera de Educación de Aragón. Según sus estimaciones, el 65% de los centros aragoneses han incluido en parte del horario métodos de innovación educativa como el aprendizaje basado en proyectos (el del mapa de Ricla), prácticas que estimulan la comunicación oral o la robótica. Pérez, que promete una evaluación de los modelos desde la consejería, estima que la innovación arroja resultados académicos “similares” pero dota a los alumnos de otras herramientas: “aprenden a enfrentarse a la vida de forma diferente, a resolver conflictos o a expresarse de manera distinta. Es un aprendizaje mucho más completo”.

“Cojamos de las artes las cosas que la educación ha abandonado. Que vuelva a la escuela el pensamiento divergente y el placer”, reclama María Acaso

Sin datos globales

El Ministerio de Educación no tiene datos globales de cuántos centros en España han acogido en mayor o menor medida estas metodologías. En las dos ediciones del curso de aprendizaje basado en proyectos que hace el ministerio se han apuntado 700 docentes de infantil y primaria y 800 de secundaria, casi los mismos que al fin de semana de congreso de Zaragoza, donde el 10% de los asistentes son de fuera de Aragón. El ministerio –que gestiona el Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa (CNIE) y el Instituto de Tecnologías Educativas y Formación de los Profesores (INTEF)- tampoco aclara si considera que estas técnicas pueden ayudar a mejorar algunos indicadores de la educación española, que dobla en fracaso escolar a la OCDE y triplica la tasa de repetición.

Mar Camacho, experta en aprendizaje con móviles y profesora de la Universidad Rovira i Virgili, si cree que puede haber mejoras, aunque reclama que se recojan datos y se elaboren informes desde los propios centros para averiguar su impacto. Desde hace tres años capitanea un estudio con el Ministerio de Educación en el que han implicado a 32 centros de 15 comunidades, 820 alumnos y 350 docentes para enseñar con tablets en escuelas de primaria públicas y situadas en ámbitos rurales o zonas con alta inmigración. “Hemos comprobado que, con una buena utilización de la tecnología, el alumnado aumenta sus resultados académicos”, explica al teléfono. “El alumno mejora en competencia lingüística y digital y en aprender a aprender”. Aun así Camacho señala que falta evidencia científica, estudios amplios como el que ellos llevan a cabo. Camacho lamenta que muchos profesores se preparan de forma individual o aislada. “Trabajan a contracorriente. La reticencia del profesorado es una realidad y existen barreras actitudinales respecto a llevar a cabo cambios que van más allá”.

Volver del recreo con Eric Clapton

Para entrar y salir de clase en el colegio público Juan Lorenzo Palmireno –Alcañiz (Teruel)-, durante una semana, sonó por los altavoces Tears in Heaven, de Eric Clapton. Cada semana, los profesores eligen una canción que sonará de lunes a jueves y entre los alumnos y los padres seleccionan la del viernes. “Llevábamos años con la idea pero no había dinero, necesitábamos 4.000 euros para cambiar la megafonía”, explica Carmen José Giner, profesora de Música y también directora del centro. Los 19 maestros del centro están implicados en la propuesta y aprovechan cada canción para trabajar, no solo Música, también Lengua, Inglés, Historia…

“Cuando los alumnos que acaban de terminar el instituto iniciaron el colegio, no existía Google”, ejemplifica Richard Gerver

A su manera, este centro público ha adoptado los métodos que la experta en innovación educativa y profesora universitaria María Acaso ha bautizado como Art Thinking. Una metodología que se inspira en cómo dice la neurociencia que aprende el cerebro. Acaso señala que el aprendizaje necesita de la emoción. Esta investigadora fue la primera ponente en el congreso de Zaragoza, reclama: “Cojamos de las artes las cosas que la educación ha abandonado. Necesitamos que vuelva a la escuela el pensamiento divergente y el placer”. Habla de cómo Über o BlaBlaCar han cambiado nuestras vidas mientras en las aulas los cambios llegan a cuentagotas. “Se trata de que la educación se vuelva contemporánea, de que sea honesta con la realidad social”.

¿Y los libros de texto?

Muchas de las iniciativas mostradas en Zaragoza van más allá del libro de texto o lo ignoran. Las editoriales, por su parte, llevan años haciendo cambios para ofrecer materiales digitales o contenidos que sean compatibles con las nuevas metodologías. En la editorial Santillana (empresa integrada en el grupo PRISA, editora de EL PAÍS), más de la mitad de los contenidos de infantil y el 10% de primaria están ya enfocados a la innovación aunque con grandes diferencias por comunidades, explica Teresa Grence, directora editorial de Santillana España. “En Secundaria y Bachillerato, es muy pequeño, aquí el peso de los contenidos es muy fuerte y la preocupación de los profesores y las profesoras sigue siendo esta”, añade Grecnce. Para elaborar esos materiales, el departamento de investigación y desarrollo de Santillana sigue “las investigaciones de las principales universidades y centros de investigación en España y los países punteros en educación para conocer hacia dónde van los enfoques del futuro” además de seguir proyectos concretos de escuelas. “Es una investigación sobre el terreno totalmente imprescindible”. “Es fundamental, una vez que se tiene un modelo del nuevo proyecto, el testarlo en escuelas reales y con grupos de profesores, pues de lo que se trata es de ofrecer contenidos y servicios que aporten de verdad un valor, no solo porque sean innovadores, sino porque sean de verdad útiles en las aulas reales”. Pide hacer el cambio con cuidado: “La implementación en el aula de estas metodologías requiere de una inversión potente en selección y formación del profesorado y en herramientas y materiales educativos. De lo contrario, todo puede quedarse en que los alumnos realicen un mero corta y pega de Wikipedia, que no les conducirá a ningún aprendizaje”.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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