Pedagogía sobre la unidad política contra el terrorismo
Estos días hemos visto un trabajo policial muy importante en Cataluña que no debe empañarse por errores de coordinación y disputas entre administraciones
ETA siempre reconoció, en sus documentos, que la unidad política -los pactos de Ajuria Enea y Madrid de 1988 y su renovación con el Pacto Antiterrorista de 2000- le resultaron letales por el aislamiento al que le sometió. Carmen Guisasola y Joseba Urrusolo, destacados militantes de ETA en los años ochenta -hoy críticos- han contado cómo sus colaboradores empezaron a darles la espalda tras el Pacto de Ajuria Enea y la ruptura de ETA de las conversaciones de Argel. Percibieron las consecuencias de la unión de todos los demócratas, nacionalistas y no nacionalistas, contra ETA. El teniente general Pablo Martín Alonso, jefe de información de la Guardia Civil en el final de ETA, considera un “hito” el Pacto Antiterrorista de 2000 por su impulso a la concertación de policías y jueces, unido a la ilegalización de Batasuna, cómplice entonces de ETA.
La unidad política, pese a sus crisis -como la ruptura del Pacto de Ajuria Enea en 1998, protagonizada por José María Aznar y Xabier Arzalluz- fue un ingrediente básico en el final del terrorismo etarra y merece la pena valorarla ante algunas frivolidades oídas estos días otorgándole el rango de recurso retórico o de tópico oportunista.
El terrorismo yihadista tiene diferencias sustanciales con el etarra al que ha sustituido. Frente al yihadista entran en juego los principales actores internacionales, los países árabes y la capacidad integradora de Occidente. Además son distintos sus modos de actuación y el perfil de sus terroristas. Pero hay similitudes que resultan útiles. El terrorismo etarra pretendió dividir a la sociedad vasca y expulsar a los no nacionalistas. Por eso fue fundamental el Pacto de Ajuria Enea con la respuesta de un frente democrático de nacionalistas y no nacionalistas.
Hoy el terrorismo yihadista pretende lo mismo: dividir las sociedades, trasladar la opinión de que el Islam está en guerra con Occidente y fomentar la islamofobia. Por eso es también fundamental la unidad política en las sociedades para integrar su pluralidad y combatir una islamofobia, que de extenderse sería el triunfo del yihadismo.
La unidad política juega un papel pedagógico. Sirvió contra ETA y sirve contra el terrorismo yihadista. Fomenta la movilización social contra el terrorismo. Estimula la solidaridad con las víctimas y la colaboración ciudadana con las fuerzas de seguridad. También fomenta la coordinación policial, con la judicatura y la colaboración internacional. Los pactos vascos contra ETA prohibían airear las diferencias entre instituciones democráticas para no hacer el juego a los terroristas. Llegaron a tener un único portavoz para enviarles el mensaje de que no había fisuras por las que pudieran colarse.
Estos días hemos visto un trabajo policial muy importante en Cataluña que no debe empañarse por errores de coordinación y disputas en el marco del enfrentamiento entre administraciones por el reto sececionista. Hemos visto, también, una ciudadanía solidaria que reclama unidad a políticos y administraciones para afrontar un reto tan grave como el terrorismo yihadista. Una reclamación que debe escucharse para corregir errores y eliminar recelos y disputas públicas. Es el arma que tenemos contra el nuevo terrorismo.
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