Homenaje a la rebelión cívica
"Miguel Ángel Blanco no fue más víctima que las demás. Como otros concejales del PP y del PSE pagó con su vida su valentía contra el totalitarismo etarra"
El alcalde de Ermua, Carlos Totorika, cuando recuerda el secuestro y asesinato de Miguel Angel Blanco lamenta la clandestinidad con que eran enterradas la mayoría de las víctimas de ETA en etapas precedentes. Merece la pena reseñarlo porque Blanco, como las casi 850 víctimas del terrorismo etarra, lo fue contra su voluntad. No fue más víctima que las demás. Como otros concejales del PP y del PSE pagó con su vida su valentía contra el totalitarismo etarra.
Lo que hace singular su asesinato fue la rebelión cívica que provocó desde Ermua a Euskadi y luego a toda España. Eso le convirtió en símbolo. Totorika dice que la rebelión cívica se produjo porque había un hartazgo acumulado. Pero también porque el Ayuntamiento de Ermua y el Pacto de Ajuria Enea, la unidad de los partidos vascos contra ETA, ejercieron un liderazgo firme al llamar a la movilización contra los totalitarios. Algo que se está olvidando estos días, lo que hace más necesaria su reivindicación. El homenaje a Blanco lo es a la rebelión cívica contra ETA, algo que el PP nacional tiende a olvidar cuando monopoliza su homenaje sin abrirse siquiera a quienes sufrieron con él el acoso criminal de la banda terrorista. Ayer lo paliaron los populares vascos con una cualificada presencia en Ermua.
La rebelión cívica de Ermua es un hito en la lucha antiterrorista porque desde entonces todos los asesinatos de ETA tuvieron respuestas multitudinarias. Pero ni es el único hito ni probablemente el decisivo. Lo dirán los historiadores. Pero basta con recordar que, tras esa rebelión de Ermua, los partidos gobernantes en Madrid y Euskadi no estuvieran a la altura y rompieron la unidad antiterrorista por intereses partidistas. Hubo retroceso: ETA aún permaneció 14 años en activo y asesinó a 67 personas más. Acabar con el terrorismo etarra necesitó mucho tiempo.
Se está viendo, también, con los flecos de su final. Al homenaje a Blanco en Ermua acudió ayer, por vez primera, un representante de Sortu. Es un paso reseñable. También lo es que, hace dos semanas, el alcalde de Rentería, Julen Mendoza, de Bildu, homenajeara a los tres concejales —dos del PP y uno del PSE— asesinados por ETA. Nunca había pasado.
La izquierda abertzale practica el cuentagotas desde el cese definitivo de la violencia de ETA. Ya en febrero de 2013, el regidor de Rentería homenajeó en un acto a víctimas de ETA, del GAL y de torturas. En 2014, representantes de Bildu acudieron al homenaje al empresario José María Korta, asesinado por la banda terrorista. Al año siguiente lo hicieron en el del empresario Ignacio Uría. Pero queda pendiente que la izquierda abertzale reconozca el daño injusto causado a las víctimas. Es necesario para la convivencia.
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