La tormenta (seca) perfecta: calor, sequía y fuego
El verano arranca con pantanos con los niveles más bajos desde los noventa, la primavera más cálida desde 1965 y más incendios que en la media de la última década
Una temprana ola de calor, pantanos en mínimos históricos y más incendios en los primeros meses del año. El clima golpea a España. Aún es pronto para atribuir al calentamiento global lo que España vive en este arranque del verano. Pero los expertos apuntan a una relación entre el cambio climático y el incremento de los fenómenos extremos.
El análisis de los impactos del calentamiento global se parece a la "ciencia forense", explica Juan A. Añel, doctor en Ciencias Físicas e investigador Ramón y Cajal de la Universidad de Vigo. "Una vez que ha ocurrido un fenómeno extremo se estudia, se recogen los indicios y se puede atribuir o no al cambio climático", añade. "Para investigar las causas de un fenómeno meteorológico extremo primero tiene que suceder. Se aplica entonces una serie de factores para determinar si, debido al cambio climático, ha habido más probabilidades de que sucediese ahora de las que había hace décadas". Y para eso se necesita tiempo, como el que requiere un forense para fijar la causa de la muerte.
Pero Añel advierte: "Las olas de calor han aumentado su frecuencia por el cambio climático”. Así lo indican los análisis de la Organización Meteorológica Mundial o de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE UU. "Y en los últimos años los estudios apuntan a los extremos combinados. Por ejemplo, calor y precipitaciones bajas", señala el investigador.
La Agencia Europea del Medio Ambiente, en un informe de principios de año, fijó 17 impactos del cambio climático —que ya están ocurriendo o que van a ocurrir— para la región mediterránea, que incluye la península ibérica. La zona sur del continente, avisaba el documento, es la más expuesta a las consecuencias negativas del calentamiento global. Entre esos 17 impactos figura la "disminución en las precipitaciones", el aumento de incendios y de "la competencia" por el agua, el "gran" incremento de los "extremos de calor" y de "la demanda de energía para refrigeración"... Esto es, precisamente, lo que vive España ahora.
Sequía
Las reservas de los pantanos estaban a principios de junio al 56,5%. Hay que remontarse a la sequía de 1995 —cuando ese porcentaje era del 40% en las mismas fechas— para encontrar un nivel más bajo. Varias cuencas —Júcar, Segura y Duero— están en alerta y se aplican restricciones al regadío. Cada semana que pasa la reserva desciende algo más de un punto. Los embalses rozan ahora los 30.000 hectómetros cúbicos. De media en la última década, esa era la cantidad que acumulaban los pantanos en septiembre.
María García, secretaria de Estado de Cambio Climático, recuerda que hay un consenso en "predecir una reducción de las precipitaciones en toda el área mediterránea". "Esta reducción, unida al incremento de las temperaturas medias, hace altamente previsible un aumento de las sequías, tanto en frecuencia como en intensidad", añade. 2017 es un año seco en España, con un 13% menos de lluvias de lo normal. Pero 2012 y 2005 fueron peores. Uno de los problemas de la baja reserva actual es que el año ya comenzó con menos agua acumulada de lo habitual. Y el déficit se ha arrastrado.
Añel incorpora un dato más: el cambio en los patrones de lluvias: "Los estudios indican que va a llover de forma distinta. Lloverá lo mismo pero concentrado en menos días”. Y el problema, advierte, es que nuestro sistema de embalses se diseñó para un patrón que ahora está cambiando.
Un ejemplo del aumento de las tensiones por el agua que pronosticaba la Agencia Europea del Medio Ambiente es el trasvase del Tajo al Segura, que tiene en pie de guerra a la Junta de Castilla-La Mancha. El Ejecutivo de Emiliano García-Page critica al Gobierno por seguir con los trasvases a pesar de que los pantanos de la cabecera —Entrepeñas y Buendía— están al límite.
Energía
Es un círculo vicioso. Como hay menos agua embalsada, se emplean menos los pantanos para generar electricidad. Y se tira más del carbón y el gas, que, además de encarecer el recibo de la luz, emiten más gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático según el consenso científico.
En los cinco primeros meses del año el sector eléctrico emitió 27 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, según los datos de Red Eléctrica de España. Se trata de un 50% más que en el mismo periodo del año anterior. Álvaro Nadal, ministro de Energía, señaló esta semana que junio había sido un mes récord de consumo eléctrico en España. Pese a todo, no pronosticó grandes subidas del recibo durante el verano.
Calor
Antes de la llegada oficial del verano, el calor ya se había instalado en la mayoría de la Península. Pero, al margen de los eventos extremos como la ola de calor que se ha vivido, hay un aumento medio de las temperaturas. La Organización Meteorológica Mundial difundió esta semana un informe sobre los fenómenos extremos en varios puntos del planeta. Y resaltaba —partiendo de los datos de la agencia Aemet— el caso de España.
Nuestra primavera ha sido la más cálida desde 1965. Y los 15,4 grados de temperatura media en el país están 1,7 grados por encima de la media del período de referencia, el comprendido entre 1981-2010. Las previsiones de Aemet, tras este arranque caluroso del verano, apuntan a un estío muy cálido.
Incendios
La Organización Meteorológica Mundial también resaltaba en su informe el caso del enorme incendio de Portugal, que se llevó por delante la vida de 64 personas. "Las temperaturas extremadamente altas, de alrededor de 40 grados, contribuyeron a que fueran más severos los incendios forestales desastrosos en Portugal", señalaba esta organización. Y recordaba que más de un tercio de las estaciones de medición del servicio portugués de meteorología marcaron temperaturas superiores a los 40 grados el fin de semana en el que se produjo el catastrófico incendio
¿Cómo se están comportando este año los incendios forestales en España? Pues, también, por encima de la media de la última década. En los cinco primeros meses del año, 38.200 hectáreas de superficie forestal se han visto afectadas. Es el dato más alto desde 2012 y está muy por encima de la media de la última década, que es de 25.371 hectáreas. También el número de incendios —2.842— y de conatos con menos de una hectárea afectada —3.277— está por encima de la media.
Si el análisis de los fenómenos extremos es una "ciencia forense", pronosticar cómo marchará una campaña de incendios es ciencia ficción. Aunque la sequía y el calor influyen, "hay dos factores que son incontrolables", señala Eduardo Rojas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes: la meteorología concreta cuándo se produce un incendio y dónde. Por eso, explica Rojas, es tan complicado pronosticar los grandes fuegos —más de 500 hectáreas—, que son los que suelen romper las estadísticas. Eso sí, las causas se conocen de antemano. El 95% de los incendios forestales tiene su origen en causas intencionadas o negligencias: el hombre.
"El cambio climático nos afecta más que a otros países europeos"
Isabel García Tejerina (Valladolid, 1968) pide ser “rigurosos con los datos". Y "esperar a que los científicos terminen sus estudios" para ligar los fenómenos extremos que sufre la Península al cambio climático.
Eso sí, la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente advierte: "El cambio climático nos afecta más que a otros países europeos". A eso apuntaba, por ejemplo, el informe de impactos del calentamiento de la Agencia Europea del Medio Ambiente y otros estudios de su departamento sobre el riesgo de desertización de la Península. Su ministerio, junto al de Energía, debe elaborar en esta legislatura la nueva ley de cambio climático, que tiene que ayudar a cumplir con los compromisos europeos e internacionales adquiridos por España. "Vamos a poner todo de nuestra parte", dice García Tejerina sobre los esfuerzos que se necesitarán para encontrar un consenso entre los partidos y sacar adelante la norma.
Respecto al bajo nivel de reserva de los pantanos, la ministra descarta que el consumo de pueblos o ciudades se vea afectado este verano. "No habrá restricciones al consumo", afirma. Pero, más allá del estío, es un terreno ignoto. "Hay que esperar al otoño", dice sobre las lluvias. "Pero hay que tener presente que cada gota de agua cuenta y pensar en ello por si la sequía de alarga. Debemos extremar el cuidado del agua".
La ministra resalta que, pese a ese bajo nivel de reserva de los embalses, la actual sequía no es la peor de los últimos años. "La de 2012, por ejemplo, fue peor en términos globales". Eso sí, la de este 2017 no "se está repartiendo de forma uniforme por las cuencas". "Castilla y León la está sufriendo más", pone como ejemplo. Y algunas cuencas, como la del Duero, "solo tienen capacidad de almacenamiento para un año", con lo que están menos preparadas para periodos largos de sequía que las del sur de la Península.
En cuanto a los incendios, la ministra advierte de que "si el verano sigue tan seco y caluroso, será más difícil la extinción", a pesar de que resalta la buena labor de los servicios contra el fuego en España. Y pone en el punto de mira las causas que desencadenan los incendios: "Hace falta una mayor presión social sobre los incendiarios. El 95% de los fuegos está causado por el hombre".
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