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Detenidos 30 miembros de una destacada organización de narcos del Campo de Gibraltar

La policía les ha incautado una tonelada de hachís, 16 vehículos y 17 inmuebles con los que hacían ostentación de un “altísimo” nivel de vida

Material incautado al clan de 'Los Castañas'.Foto: atlas | Vídeo: Policía Nacional
Jesús A. Cañas

Pretendían monopolizar el narcotráfico de hachís en el Campo de Gibraltar (Cádiz) y no escatimaban en medios para conseguirlo. Tenían más de 17 inmuebles valorados en 3 millones de euros que cedían a familias humildes, a cambio de que les guardaran la droga. Alijaban el hachís en dos narcoembarcaderos y daban orden de "llevarse por delante", con su flota de 16 vehículos, al que intentase detenerlos. Eran las formas habituales del clan de Los Castañas. Ahora, sus 30 miembros han sido detenidos entre España y Marruecos, donde algunos ellos huyeron para eludir a la Justicia.

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Los Castañas tenían establecida una amplia organización dedicada al tráfico de hachís desde Marruecos hasta el Campo de Gibraltar, tal y como ha explicado este domingo la Policía Nacional en un comunicado. Para ello, transportaban los estupefacientes hasta la península atravesando el Estrecho en embarcaciones semirrígidas dotadas de motores fuera borda de gran potencia. La organización blanqueaba el capital conseguido con su actividad ilícita al tiempo que llevaba un "altísimo nivel de vida", como puntualizan los agentes.

La investigación comenzó en 2015, pero no ha culminado hasta ahora. En todo este tiempo han participado hasta 150 agentes que han hecho posible la detención entre España y Marruecos de los 30 miembros del clan (entre españoles y marroquíes). En sus pesquisas, los agentes han registrado hasta 21 domicilios y naves en la provincia de Cádiz. La policía ha incautado una tonelada de hachís, 350.000 euros en efectivo, 16 vehículos, tres embarcaciones semirrígidas, varias armas de fuego y 17 inmuebles por valor de tres millones de euros. Además ha bloqueado 24 cuentas, pertenecientes a personas físicas y jurídicas, con las que blanqueaban el dinero conseguido con el tráfico de drogas.

La organización tenía una amplia red en la comarca con la que intentaba monopolizar el tráfico de hachís en el Estrecho, según han podido averiguar los agentes. Una vez desembarcada la droga venida de Marruecos, la ocultaba en diferentes fincas que usaban para sus fines delictivos en la zona de El Zabal, popular barrio de La Línea de la Concepción. De hecho, uno de los hombres de confianza de los cabecillas de la red fue detenido cuando se hallaba oculto en una vivienda de dicha barriada.

Los Castañas aprovechaban su amplia infraestructura en la zona para realizar portes para otras organizaciones criminales, a las que cobraban elevadas sumas de dinero. Fruto de su actividad, los investigados hacían gala de un potente nivel de vida: realizaban viajes de alto coste, acudían a grandes acontecimientos deportivos, se alojaban en hoteles de gran lujo y adquirían coches de alta gama y viviendas de lujo.

Una red clientelar

Para conseguir extender su red de control del tráfico del Campo de Gibraltar, la organización fue adquiriendo diversas viviendas en El Zabal. Una vez compradas, el clan cedía las a familias humildes, sin remuneración económica alguna. A cambio, Los Castañas exigían a sus inquilinos como requisito que no tuviesen anotaciones policiales ni relación con actividad delictiva alguna, para que pudieran pasar desapercibidos y no levantar ningún tipo de sospecha. El papel de estas familias era la guarda, custodia y ocultación de los estupefacientes en lo que se suele conocer como guarderías. Como recompensa a su trabajo, se les facilitaba, además de las viviendas, vehículos y dinero.

La droga llegaba a las casas de El Zabal en viajes periódicos por mar. Para desembarcarla, tenía dos narcoembarcaderos, situados en uno de los márgenes del Río Guadarranque. Desde ahí, partían las embarcaciones con destino a Marruecos y luego eran recogidas, tras realizar el alijo del estupefaciente, y escondidas en las diferentes fincas de su propiedad. En cada viaje, empleaban al menos dos embarcaciones semirrígidas de más de 12 metros de eslora, varios motores fueraborda de 300 caballos y valoradas en 200.000 euros. Cada lancha tenía capacidad para transportar unas tres toneladas de hachís.

Para coordinarse, la organización solía utilizar equipos de transmisión con los que comunicaban durante el transporte, desembarco, y ocultación del estupefaciente. A eso se sumaba una amplia red de informadores (conocidos como puntosaguadores) que realizaban las funciones de vigilancia en puntos estratégicos para alertar de cualquier movimiento de la policia. Pero no era el único método que empleaban para tener a los agentes al margen de su actividad.

La violencia del clan no solo ha quedado manifiesta en la posesión de distintas armas de fuego. La organización empleaba vehículos de gran cilindrada para cargar el hachís en la playa y trasladarlo hasta las guarderías. Los conductores de estos todoterrenos "habían recibido órdenes de embestir a cualquier vehículo que intentara su interceptación, ya fueran integrantes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado o de cualquier otra organización que pretendiera sustraer la droga", como puntualizan los agentes. De hecho, la policía cree que Los Castañas protagonizaron desembarcos que acabaron con vehículos policiales arrollados y pusieron en peligro a particulares que circulaban por la zona.

Ahora, la policía da por neutralizada la actividad de la peligrosa organización con la detención de sus miembros. Para ello, ha sido necesaria la colaboración de agentes marroquíes, ya que varios investigados se dieron a la fuga en este país. La comunicación bilateral propició el desarrollo de una investigación conjunta con las autoridades policiales del Reino de Marruecos, coordinada y dirigida por la Consejería de Interior de la Embajada de España en Rabat. Además, gracias a los servicios de la Policía Judicial de Tetuán, se detuvo a 10 individuos de la organización. Uno de ellos era el propio el líder de Los Castañas, que portaba pasaporte falsificado, y su hijo.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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