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Ayoub Moutchou, el yihadista enfadado con la Policía

La fiscalía pide 10 años de prisión para un marroquí que pretendió atentar en España y sedujo a mujeres para ir a Siria

Ayoub Moutchou, este martes antes de declarar en la Audiencia Nacional.Vídeo: MARISCAL / EPV
Fernando J. Pérez

Ayoub Moutchou, de 23 años, lleva “toda la vida enfadado con la policía”. “Odio no tengo, pero me han jodido la vida bastante, con abusos, hostias… Sobre todo los Mossos. Cuando uno está enfadado no controla todo lo que dice”, se disculpa este joven natural de Kenitra (Marruecos), el último yihadista juzgado en la Audiencia Nacional. La fiscalía pide para él 10 años de prisión por supuestamente contactar con miembros del Estado Islámico en Siria y recibir órdenes para atentar en España.

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Moutchou, afincado desde pequeño en Figueres (Girona) y detenido en agosto de 2015 en Alemania, había manifestado en una conversación de WhatsApp su deseo de lanzar un ataque contra la Policía Nacional, y había contactado con varias mujeres para que le acompañaran a zona de combate. La comunicación fue intervenida por un agente encubierto informático, que le venía siguiendo el rastro desde abril de ese año.

En el juicio celebrado contra él este martes, Moutchou –pelo corto, sin barba, camisa por fuera de los vaqueros, zapatillas deportivas y un pequeño tatuaje verde en el pómulo izquierdo– se ha definido a sí mismo como “simpatizante” de Jahbat Al Nusra, la organización terrorista asociada a Al Qaeda en Siria. Sin embargo, ha rechazado ser partidario del Estado Islámico. “Unos luchan contra la opresión del régimen sirio y otros tratan de conquistar el mundo”, explica al tribunal que le juzga, presidido por la juez Concepción Espejel.

Moutchou, que no trabajaba, subsistía gracias a la pequeña delincuencia. Y motivos no le faltaban para estar rabioso con la policía: en su ficha constan 24 detenciones de los Mossos d’Esquadra y otras dos de la Policía Nacional por robos y tráfico de drogas. En marzo de 2015, Moutchou abrazó la religión musulmana, que, según su declaración, había tenido “abandonada” desde que llegó a España de niño. El joven experimentó una radicalización instantánea: el 4 de marzo de ese año ya publicaba en su muro de Facebook fotografías suyas con armas de fuego y munición y mensajes con contenido yihadista: “Es que yo nunca duermo porque estoy conquistando el mundo”.

Las fotos del joven armado, colgadas en abierto en la red social, y bajo una imagen de banderas del Estado Islámico, alertaron a la Policía. “Son armas simuladas y las balas tienen punta de plata. Colgué las fotos porque tuve problemas con unas personas de Figueres y quería que me dejaran en paz”, aseguró ayer a preguntas del fiscal José Perals. Los investigadores solicitaron al juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez permiso para colocar a un “agente informático encubierto”, un policía que se marcó como misión hacerse amigo de Moutchou en Facebook y extraer toda la información posible sobre su actividad yihadista.

El magistrado también emitió una orden de arresto contra el joven, que para entonces ya había puesto tierra de por medio con España y se había instalado en Alemania. Moutchou, no obstante, picó el anzuelo del agente encubierto. Con casi mil amigos –“y enemigos”- en la red social, muchos más que fuera de ella, el yihadista agregó como amigo al policía, oculto bajo falsa una identidad islamista. Los seguimientos permitieron comprobar cómo, el 9 julio de 2015, el joven confesaba a una antigua novia, Soukayna M., de su deseo de “entrar en la historia y conseguir la jannah”, el paraíso de los musulmanes, a través de un atentado en España. “Estaba pensando; solo es pensar”, se ha defendido ante el tribunal.

Sin embargo, sus comunicaciones indicaban otra cosa. A finales de julio, Moutchou, que, según él, cambia de móvil cada tres meses desde los doce años, le contaba por WhatsApp a una mujer no identificada que deseaba atentar contra los “kufar”, los infieles, en venganza por las detenciones de sus “hermanos” yihadistas. La mujer trató de disuadirle de matar a gente inocente. Él le indicó que solo mataría a policías. “Era por rabia, me acordaba de las personas que me habían pisado la cabeza con sus botas”, afirmó.

Curiosa identificación

En agosto, contactaba con Mohamed El Maimouni, un combatiente de Jahbat al Nusra en Siria, y con otra persona, apodada Chamaly, y con quien realizó las primeras gestiones para trasladarse a zona de combate. Su forma de identificarse a través de internet con el primero de ellos llamó la atención a los investigadores. Mientras El Maimouni le enseñaba una parte de su DNI, Moutchou le mostraba un auto de prisión provisional contra él por uno de sus múltiples delitos.

Paralelamente, otro comunicante, Mohamed El Amin Aabou, alias Islam Dini, le daba instrucciones para realizar el juramento de fidelidad al Estado Islámico y le hablaba de las consecuencias de unirse a esta red terrorista internacional. Islam Dini, según la investigación, también le animaba a perpetrar un atentado en España contras las fuerzas de seguridad.

En el juicio, el acusado aseguró que hizo los contactos por “curiosidad” sobre lo que pasa en Siria. “Quería ir para ver cómo está el mundo allí (…) pensé en luchar, pero no he dado el paso”, ha afirmado. Tal era su desconocimiento, ha afirmado, que no sabía que las banderas que presidían su muro de Facebook eran del ISIS. “Las puse porque me gustaban, porque llevaban un emblema de mi religión” ha señalado.

El fiscal acusa a Moutchou de tratar de seducir a al menos tres mujeres en julio de 2015 para incorporarlas a su proyecto yihadista. Para ello alardeaba de su ardor de mártir del islam. “Me hablaban mujeres que querían ir a Siria sin que yo las invitara. No les metí nada en la cabeza que ellas no tuvieran ya”.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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