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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Conspiraciones?

Iglesias ha eliminado de Vistalegre 2 todo debate de ideas, sustituyéndolo por la denuncia de una conjura errejoniana

Antonio Elorza
Íñigo Errejón y Pablo Iglesias en diciembre de 2015.
Íñigo Errejón y Pablo Iglesias en diciembre de 2015.JAIME REINA (AFP)

Un defecto habitual en historiadores y politólogos consiste en suplantar el papel de los actores reales de la escena política, constituyéndose en jueces y en protagonistas a posteriori de decisiones y hechos, en cuanto detentadores del criterio de elección racional. Así, desde Felipe II a las crisis del PSOE o de Podemos, tropezamos con dictámenes sobre la equivocación en que incurrió un personaje individual o colectivo en tal o cual circunstancia, cuyos resultados negativos se hubieran evitado de atender al glosador.

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Una desviación que no se hubiera dado de limitarse el comentarista a analizar las estrategias y los objetivos de X o de Y. ¿Se equivocó Pablo Iglesias al optar por el órdago y el sorpasso al PSOE, en vez de apoyar un gobierno antiPP? Desde el exterior cabe pensar así. Pero nada indica que el Líder pretendiera eso, aun siendo evidente que semejante táctica invalidaba la prioridad proclamada tras el 20-D de acabar con Rajoy. Hay que hacerle caso cuando afirma que para él no importa tener razón, sino ganar, y desde ahí apuntalar a un eventual Gobierno socialista contravenía su propósito central de convertirse en protagonista único de la izquierda, objetivo hoy viable. Otra cosa es que el coste de la operación sea la impotencia parlamentaria y el espejismo de una victoria en 2020 sobre una plataforma radical, apoyada en movilizaciones populares y en un improbable cambio de régimen.

Podemos era izquierdista en su programa, y transversal en su captación del malestar social del 15-M. Hasta el 20-D esa convergencia pudo mantenerse. Ya no cuando el Líder Máximo renunció a toda autocrítica e insistió en el modelo orgánico leninista. Nada de conspiraciones, como han sugerido Iglesias y sus simpatizantes: Errejón propuso una depuración del izquierdismo y la inserción de Podemos en el juego institucional, para lo cual era precisa una inyección de democracia interna y de separación de poderes en la organización.

De nuevo como Iglesias explicó en Disputar la democracia, la política es boxeo, diríamos que boxeo tailandés. Así ha logrado eliminar de Vistalegre 2 todo debate de ideas, sustituyéndolo por la denuncia de una conjura errejoniana para desplazarle del liderazgo. Incluso recupera fantasmas del pasado ideológico (Monedero, Vicenç Navarro). Y venga supuesta democracia directa sin debate ni argumentación plural; algo así como lo que el equipo municipal de Carmena nos echa encima sobre la Gran Vía, privando a los ciudadanos de libertad previa de discusión y de información que oriente el importante voto. Sería razonable dejar las cosas como están y reservar los carriles al tráfico de servicio público. Pura demagogia sin isegoría, que se extiende al PSOE gracias a un Pedro Sánchez previsiblemente vencedor, con su único juguete del “no es no”, futura tabla de salvación para Iglesias tras su inevitable victoria pírrica en Vistalegre 2.

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