El territorio de los Hernando
Los portavoces de PP y PSOE implantan un clima cordial, pero imponen su estilo
"No es nada personal, son solo negocios", aseguran en El Padrino para explicar la diferencia entre las relaciones humanas y profesionales. Los Hernando, Rafael y Antonio, los portavoces del PP y del PSOE, respectivamente, tienen asombrados, por diferentes motivos, a los del resto de partidos en el Congreso. Los dos controlan las negociaciones y el funcionamiento del Parlamento y, al tiempo, han logrado relaciones cordiales entre todos los portavoces para favorecer el funcionamiento de la Cámara. No es nada personal, es sólo política.
"Es un espectáculo", explica asombrado Gabriel Rufián, portavoz de ERC, alucinado por la forma en que Rafael Hernando domina el uso de las grietas del reglamento en las reuniones de la Junta de Portavoces. El popular hizo un alarde cuando encontró la Comisión de Peticiones para burlar el cerco de la oposición y colocar a Jorge Fernández como presidente, sin necesidad de votación.
Y, sobre todo, a los minoritarios y nuevos les asombra porque pueden ser muy duros en público y muy cordiales en privado. Especialmente Rafael Hernando, identificado por un portavoz como un defensa rompepiernas en público, de los que necesitan todos los equipos de fútbol, pero que al tiempo se esfuerza en privado por ser lo más cordial posible. Y lo consigue, según el resto.
El portavoz del PP arremete contra sus rivales con la dureza reconocida y, a continuación, trata con todos como si no pasara nada, como admiten admirados Íñigo Errejón (Podemos), Francesc Homs (PDECat) y Rufián. De hecho, el portavoz de Unidos Podemos asegura que esa es una de las cosas que más le han sorprendido del Congreso, que "lo que ocurre en el campo se queda en el campo, como en el fútbol". "Son unos profesionales", resume Homs.
"Esto sería un desastre si no fuera así y no diferenciáramos lo público y lo privado", explica el socialista Hernando. Al del PSOE los demás portavoces le reconocen la capacidad para negociar y tener en la cabeza que a la vez hay que pactar 20 comisiones con sus presidentes, vicepresidentes y secretarios, calculando los votos de cada partido. Es decir, eficacia, para pensar dos jugadas más allá.
Desde octubre, el resto de portavoces le ha visto "tocado por lo suyo" y empeñado en dejar su sello en cada una de las decisiones o negociaciones, para hacerse perdonar el giro del PSOE en la investidura.
Al Hernando del PP le ven el resto de portavoces entre la necesidad de tapar las vías de agua de su minoría y la virtud de convertir en negociaciones y acuerdos esa debilidad. Por ejemplo, intentando descafeinar iniciativas aprobadas o diluir propósitos de la oposición como la creación de comisiones de investigación. De hecho, de una de ellas, la de financiación ilegal del PP, incluida en su pacto con Ciudadanos, no ha vuelto a saberse. Juega un papel destacado en esa línea el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón.
Los dos Hernando coinciden en el interés por atemperar la caída del llamado bipartidismo y en su facilidad para negociar. "Llega un momento en que negocian sólo por el gusto de hacerlo", asegura Errejón con el mismo asombro, sobre la tendencia irrefrenable de ambos para hacer tratos, incluso cuando no es necesario o la negociación no conduce a nada. No pueden evitarlo, viven negociando, con todo lo que conlleva de amago y farol.
Ellos mismos admiten que han logrado una relación de amistad, que tiene que ver con sus vinculaciones personales a Almería. "Es fácil llegar a acuerdos porque los dos sabemos hasta dónde podemos llegar cada uno y lo primero que pactamos es los asuntos en los que no estamos de acuerdo, para apartarlos", asegura el socialista.
"Tenéis muy jodido el próximo pleno", le advirtió el socialista al popular hace dos semanas, avanzando todas las votaciones perdidas por el PP el pasado martes. "¿Qué podemos pactar?", le respondió el PP preocupado porque todas las iniciativas del Gobierno que lleguen al Congreso tengan asegurada su aprobación, pero resignado a que tendrá que perder muchas votaciones, sobre todo, las de proposiciones no de ley o mociones. Su prioridad es ir a lo esencial y que los martes puedan ser un calvario, para respirar los jueves con los proyectos de ley. Esa es la base de su relación con el socialista.
Se han preocupado por tejer relaciones lo más estrechas posibles, porque a diario hay muchas decisiones de funcionamiento que precisan acuerdos. Van desde los plazos de enmiendas, a las fechas de comparecencias y hasta el reparto de despachos y asistentes. En esas relaciones, curiosamente, la mayor tensión se percibe, según otros portavoces, entre PP y Ciudadanos, pese a ser los únicos que teóricamente son socios.
Por ejemplo, este martes, en la Junta de Portavoces, todos asistieron atónitos (y divertidos) al intenso duelo cargado de dura ironía entre el popular Hernando y Juan Carlos Girauta, de Ciudadanos, a cuenta del calendario de plenos de febrero y el respeto al congreso del partido de Albert Rivera. Por cierto, que en esa reunión ningún portavoz objetó que no haya plenos en enero, en contraste con la obsesión de todos en la anterior legislatura de habilitar enero y julio para dar imagen de actividad. Solo habrá un pleno antes de febrero y porque es obligado para convalidar un decreto. Todos de acuerdo en bajar la actividad en enero.
Ciudadanos, Podemos y PNV
Ciudadanos desdobla la función de portavoz entre Girauta y Miguel Gutiérrez. El primero, con experiencia parlamentaria en Cataluña, asume el papel político; Gutiérrez, el de negociación del día. Según el resto de portavoces, ha entendido perfectamente su papel y el funcionamiento de la Cámara, a pesar de que su experiencia previa es la del mundo de la empresa privada y lejos de la política.
Pese a que en ocasiones Podemos queda al margen de negociaciones clave, Errejón ha conseguido relaciones estrechas con todos los demás portavoces. Ha cogido el gusto a la combinación entre política, leyes y relaciones personales. Por ejemplo, con Homs mantiene largas conversaciones sobre el proceso soberanista en Cataluña, con un notable nivel de influencia del político catalán.
La visión del resto sobre él es la de apreciar en Errejón una cierta soledad y, por tanto, dificultad para no controlar el día a día del Parlamento. Se le recuerdan errores como olvidar que la Diputación Permanente debía elegir una Mesa, liarse varias semanas sobre las preguntas en el pleno de Pablo Iglesias a Mariano Rajoy o estar perdido en la batalla de los vetos del Gobierno a proposiciones de los grupos. O el texto de la proposición de ley 25 que fue presentada en la anterior legislatura, del que hasta Joan Tardà (ERC) afeó en la tribuna lo mal hecha que estaba y sobre la que nunca más se ha vuelto a saber tras las elecciones de junio.
Uno de los portavoces cuenta cómo Errejón le ha hecho llegar en varias ocasiones que para él organizar cada pleno es un calvario, porque no sólo debe controlar los temas, sino repartir proporcionalmente intervenciones entre confluencias y partidos que forman su grupo.
Entre los portavoces goza de reconocimiento el del PNV, Aitor Esteban, con una palabra para definirle: pragmatismo. Con esa característica sabe darle a la rueda de la tensión o la distensión como instrumento para lograr acuerdos.
Todos los portavoces consultados admiten la ventaja de PP y PSOE en el rodaje y la experiencia en relación con Podemos y Ciudadanos. En la maquinaria engrasada, los Hernando tienen apoyo de un equipo rodado que, en muchos casos, ha estado en la oposición y el Gobierno. Por ejemplo, el Hernando del PP tiene el apoyo de José Antonio Bermúdez de Castro, con muchos pactos a su espalda, y el del PSOE, de José de Francisco, exsecretario de Estado de Relaciones con las Cortes y redactor de recursos al Tribunal Constitucional y de proposiciones del Grupo Socialista. Gracias a eso y, por supuesto, a que suman más escaños que el resto, los Hernando dominan el Congreso.
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