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Terroristas a base de tuits

El controvertido sumario del grupo anarquista SXE, con un miembro que lleva 13 meses en prisión, se basa en gran parte en sus mensajes en redes sociales

Íñigo Domínguez

El procesamiento del grupo anarquista vegano Straight Edge Madrid (SXE), desarticulado en noviembre de 2015 con seis detenidos acusados de terrorismo, es controvertido sobre todo porque se basa en gran parte -10 de las 26 páginas- en sus opiniones y mensajes en las redes sociales, un “ideario” que en opinión de la juez Carmen Lamela persigue “el fin primordial de subvertir el orden constitucional mediante la violencia”. Este fin, identificado en el código penal como terrorista, y la atribución del incendio de dos sucursales bancarias en Madrid a algunos de los detenidos, sin pruebas directas, son los que han llevado adelante el caso y mantienen en prisión desde hace más de un año a uno de los miembros del grupo, Juan Manuel Bustamante, alias Nahuel, de 26 años. Sin embargo, cuesta encontrar tal gravedad en la lectura de los mensajes mencionados en el auto judicial como base de la acusación. Expertos catedráticos de derecho penal consultados, como Manuel Cancio, de la Universidad Autónoma de Madrid, José Luis Díez-Ripollés, de la Universidad de Málaga, y Carmen Lamarca, de la Carlos III, han mostrado sus dudas por el peso que se da en el auto a las simples proclamas en redes sociales.

La juez cita en su enumeración de indicios, la base de propaganda teórica de los presuntos fines terroristas, un total de 12 mensajes de la web del colectivo SXE y 19 tuits de su cuenta de Twitter. La mayoría son consignas genéricas, las habituales de círculos anarquistas contra el Estado. Lo más concreto son llamamientos retóricos a quemar bancos del estilo “Arderán vuestros cajeros”, “Muerte al capital” o “Capitalismo asesino”. El hecho de que algunos de ellos estuvieran acompañados de fotografías de sucursales bancarias atacadas ha sido una de las pruebas para acusarles de haber sido los autores. Otras frases tuiteadas que cita el auto para justificar la acusación de terrorismo son “#HazFelizAAlguien y revienta bancos que nos sobran piedras, correr es gratis y la policía estará en el centro cuidando borrachxs”, o este otro escrito en la Nochevieja de 2014: “#Para2015Quiero que los petardos, cohetes y baterías sean usados para la autodefensa contra la represión”.

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Hay muchos presentados como evidencias que resultan sorprendentes, por varias razones. Entre otros, algunos que parecen deducir que las empresas forman parte de ese orden constitucional que se pretendería subvertir. Por ejemplo: “Día 21 de abril de 2014: publicación de un manifiesto contra las drogas en el que expresamente se hace mención al boicot que sus autores ejercen contra grandes multinacionales como Coca-Cola, McDonald, Nike, Telefónica, Bankia etc.”. O este otro: “Día 24 de marzo de 2014: refiriéndose a la empresa FALKEN S.A, se publica el comentario: ‘Esta empresa es la que provee de material antidisturbios al estado español. Está bien tener en cuenta a qué nos enfrentamos’, junto a una fotografía con el logotipo de dicha empresa”.

Luego hay otros que se antojan inofensivos, como este tuit, presentado como indicio en el auto de la siguiente manera: “Día 8 de junio de 2014, publicación del siguiente tuit: ‘ESTAMOS EN EL RASTRO VENDIENDO CAMISETAS’, y la fotografía de camisetas con diversos dibujos y eslóganes como ‘LA RESISTENCIA NO ES VIOLENCIA. ES AUTODEFENSA’”. O simples máximas de manual político: “El día 25 de febrero de 2014 se publica el siguiente comentario: ‘El pueblo solo tiene tres caminos para librarse de su triste suerte: los dos primeros son los de la taberna y la iglesia, el tercero es el de la revolución social’”. Es más, el auto llega a ver peligro en uno de los filósofos de la Escuela de Frankfurt: “Día 14 de mayo de 2014, junto a una cita de Herbert Marcuse relativa a la necesidad de cambiar la voluntad de una sociedad que ha logrado tener lo que quiere, se publica la fotografía de un individuo con la cara tapada con un pañuelo y un cartel en blanco en el que se lee STRAIGHT XXX EDGE”.

El auto también señala tres vídeos colgados en YouTube, y aún visibles, que justificarían la violencia contra la policía en manifestaciones o quemar contenedores y que los investigadores atribuyen al colectivo SXE. En realidad el más largo, un documental titulado Bajo la capucha: yo tapo mi cara, tú tapas la realidad está firmado por el propio Juan Manuel Bustamante, el detenido que sigue en prisión preventiva. Según sus abogados, lo firma porque es un trabajo de clase que incluye en su currículum. El informe policial ha incluido un trabajo de clase de otra detenida, estudiante de imagen y sonido, porque era un guion para un programa en el que interpretaba el papel de “experta en espionaje”.

En el documental aparece una entrevista a tres individuos que defienden sus ideas y el uso de la violencia con el rostro cubierto y la voz distorsionada. Pese a ello los informes policiales los identifican con tres de los detenidos, aunque se basan solamente en la comparación con las voces grabadas en las escuchas telefónicas. Los otros dos vídeos, Lucha sin miedo y Bloque Negro Introducción, son de entre dos y tres minutos, una sucesión de consignas entre imágenes de protestas, destrozos de bancos y enfrentamientos con la policía, en las movilizaciones del barrio de Gamonal, en Burgos, o en la manifestación Rodea el Congreso, entre otras.

Aún están abiertas las diligencias para solicitar a Google la identidad de las personas que subió el documental a YouTube. A una primera petición, la compañía reaccionó con perplejidad y rogó “clarificar la naturaleza específica de la infracción penal de que se trata y explicar cómo la divulgación de datos asociados con el vídeo se relaciona con la investigación del delito”. Esta es la diligencia pendiente para cerrar el sumario y que el fiscal realice su petición de penas, paso previo a la celebración del juicio, que se espera en los primeros meses de 2017.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.

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