A liderar la oposición tras el 139-96
Hay que elegir otro líder que lleve al PSOE al lugar que le ha correspondido en la Historia
Como en un partido de baloncesto de la NBA, los equipos del este y el oeste jugaron ayer al ataque, sin preocuparse por la defensa. Lo importante era marcar más puntos que el contrincante. Al final, el equipo de la abstención ganó por 139 votos a 96 en un encuentro disputado de cara a la galería, en el que tres de los jugadores estelares (García Page, Puig y Lambán, que gobiernan gracias a Podemos), se quedaron en el banquillo. Los triples de Susana Díaz y Guillermo Fernández Vara y la gestión del entrenador, Javier Fernández, sirvieron para una victoria fácil.
Pero esto no es baloncesto ni el partido ha terminado. El comité federal del PSOE, máximo órgano entre congresos, decidió ayer votar no en la primera votación a la investidura de Mariano Rajoy y abstenerse en la segunda para que el PP pueda gobernar, después de más de 300 días de interinidad oficial en España. La opción menos mala que tenían los socialistas después de perder dos elecciones generales y correr el riesgo de convertirse en una fuerza política irrelevante si se celebraban los terceros comicios en un año.
El presidente de la comisión gestora, Javier Fernández, elegido tras el terremoto de principios de mes y la dimisión forzada de Pedro Sánchez (que todavía sigue sin hacer autocrítica por su dos fracasos electorales consecutivos y al que nadie citó ayer), ha cumplido con el papel que le asignó el comité federal: empezar la reconstrucción del PSOE. Una tarea difícil que tendrá esta semana el segundo reto en la votación de investidura. ¿Habrá disciplina de voto? ¿Aceptarán los socialistas catalanes y otros diputados críticos la decisión adoptada ayer?
Sea como fuere, los socialistas tienen ante sí la enorme tarea de rearmarse ideológicamente para volver a ser una alternativa de Gobierno en España cuanto antes. Y lo primero que tienen que hacer es fijar su posición como líderes de la oposición parlamentaria. Algo que han otorgado al PSOE los electores y que ni Podemos ni las bravuconadas de Pablo Iglesias pueden evitar. El contrarrelato de la formación morada, que ayer repetía todo el rebaño podemita, como las ovejas que transitaban por Madrid, no debe hacer mella en el PSOE.
Lo peor ya ha pasado. El incendio ya se ha apagado y aunque los socialistas necesitan tiempo para cerrar las heridas, el liderazgo de Pedro Sánchez ha pasado a la historia. Ahora hay que elegir otro líder que lleve al PSOE al lugar que le ha correspondido en la historia: un partido reformista y modernizador de España.
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