PS, ¿en qué momento se jodió?
Durante alrededor doce horas, el Comité Federal Extraordinario del PSOE fue el escenario hasta la extenuación de una lucha por el poder en su forma más cruda: la batalla de Pedro Sánchez por sobrevivir como secretario general versus la cruzada de las fuerzas de Susana Díaz para derrocarlo. Esa lucha se metamorfoseó y asumió el disfraz de una pugna estatutaria, pero muy avanzada la tarde del sábado, hubo un momento en el que ese disfraz cayó: fue el momento en el que el porvenir de Pedro Sánchez se jodió definitivamente.
El momento alea jacta est.
Exploremos ese momento.
El grupo de Susana Díaz tenía un plan y lo cumplió a rajatabla, más allá del retraso que pudo haber sufrido la reunión del Comité Federal.
Las tres piezas claves de ese plan eran la formación de una mayoría de bajas en la Comisión Ejecutiva Federal; la actuación de la mesa del Comité Federal, el órgano más importante del partido entre congresos; y el dictamen de la Comisión Federal de Ética y Garantías.
La mayoría de bajas se plasmó el miércoles, día 28, en el que la Cadena SER difundió una entrevista con Felipe González, que se encontraba en Santiago de Chile, en la que revelaba que Sánchez le había engañado. Le había dicho el 29 de junio, tres días después de las elecciones generales, que el PSOE votaría no a Rajoy en primera votación y que se abstendría en segunda votación para no impedir la formación del gobierno del PP.
La operación de diecisiete miembros de la Comisión Ejecutiva Federal fue coordinada desde Sevilla por el secretario general de la Presidencia de la Junta de Andalucía, Máximo Díaz-Cano, y materializada por Antonio Pradas, diputado por Sevilla a Cortes, y miembro de la Ejecutiva Federal, que las entregó en la sede de Ferraz.
Las diecisiete dimisiones buscan crear la falta de quorum de la Ejecutiva Federal, habida cuenta de que el Estatuto del partido (artículo 36) establece que cuando se producen mayoría de bajas sobre el total, se debe convocar el Comité Federal que estará abocado a citar un Congreso Federal Extraordinario para elegir una nueva Ejecutiva Federal. Las 17 dimisiones se unían a 3 vacantes no cubiertas. Ergo: 20 sobre 38 miembros del Comité Federal. No dimitía la mayoría de miembros (17) porque quedaban 18, pero sumados a las bajas daban mayoría.
¿Y para que querían esto?
Es que no querían eso.
A pesar de que los Estatutos no dejan lugar a dudas (la mayoría de bajas activa el artículo 36, obliga a convocar el Comité Federal Extraordinario y a su vez este cita un Congreso Federal también extraordinario), este movimiento debía ir complementado con otros dos: la proclamación como autoridad del partido de la presidenta de la mesa del Comité Federal y la reunión de la Comisión de Ética y Garantías para que emitiera un dictamen sobre la nueva situación a partir de la mayoría de bajas.
El equipo de Sánchez vio en las dimisiones un paso en falso de sus contrincantes.
Primero porque activaba un Comité Federal Extraordinario y el Congreso. Su Ejecutiva en funciones (18 miembros activos menos dos que no asistieron a la reunión), convirtió el jueves 29 el Comité Federal citado para el sábado 1 de octubre en Comité Federal Extraordinario y el Congreso Ordinario que había propuesto en Extraordinario, para el mes de noviembre, y mantuvo la propuesta de celebrar elecciones primarias a secretario general el 23 de octubre.
Y last but no least, el paso dado era un error, según los partidarios de Sánchez, porque el grupo de Susana Díaz acababa de dar de baja en la batalla del Comité Federal a 17 miembros, los dimisionarios de la Ejecutiva Federal.
Pero las dimisiones crearon la sensación de acefalía, de vacío, más allá de los Estatutos, que según el sector de Susana Díaz, debía cubrir el Comité Federal, el que en realidad, subrayaba, debía haber convocado, sostenía, la reunión del sábado y no una Ejecutiva Federal disuelta.
Pero, concretamente, ¿quién era el Comité Federal?
El jueves 29, la presidenta de la mesa del Comité Federal, Verónica Pérez, destapó las cartas en la puerta de Ferraz: "Yo soy la única autoridad ahora en el PSOE". Secretaria general del PSOE de Sevilla, al dejar Susana Díaz esa posición, Verónica Pérez aprovechó su cargo administrativo para convertirse en la representación del Comité Federal.
Según el artículo 15 del Reglamento del Comité Federal "para presidir y dirigir los debates del Comité Federal se constituirá en cada reunión una Mesa compuesta por un Presidente/a, un Vicepresidente/a y un Secretario/a de Actas, que serán elegidos por el período de un año". Dicha norma se ha cambiado. Ya no se elegía por un año.
De dirigir junto con el vicepresidente de la mesa, Rodolfo Ares, y la secretaria de actas, Nuria Marín, el funcionamiento interno de las reuniones del Comité Federal, Verónica Pérez se constituyó en "única autoridad" para reforzar el mensaje a los medios y a la opinión pública de vacío de poder provocado por la virtual disolución de la Ejecutiva Federal.
La otra pieza que ya estaba en movimiento era la Comisión de Ética y Garantías. Aunque no se especifica en los Estatutos y en el Reglamento de la Comisión que entre sus funciones está la de dirimir o arbitrar en los conflictos internos de un órgano del partido sino en conflictos entre órganos (artículo 3.ii del Reglamento) se habla (3.iii) de que puede "emitir dictámenes no vinculantes a solicitud de los diversos órganos colegiados del Partido".
Tres miembros de esta comisión estaban alineados con el grupo de Susana Díaz: María Jesús Montero, consejera de Hacienda de Andalucía; Inés Ayala, eurodiputada por Aragón; y Wilfredo Jurado, de Madrid.
Solicitaron por escrito la convocatoria de la reunión del Comité de Ética y Garantías el miércoles 28, poco después de entregarse las 17 dimisiones.
Problema: la presidenta, María Celaá, y el secretario, Félix Bolaños, serían un obstáculo por su adscripción a la Ejecutiva Federal. Y el Comité solo se podía reunir por decisión de la presidenta. La mayoría de 3 a 2 ya tenía claro que la Ejecutiva Federal y su secretario general ya no existían. Y quería oficializar esa mayoría en la Comisión.
Aunque no tenía facultad alguna para hacerlo, dado el funcionamiento independiente de la Comisión, la presidenta de la mesa del Comité Federal, constituida en "única autoridad" solicitó el jueves 28 la convocatoria de la Comisión de Ética y Garantías a través del escrito en el que pedía una definición sobre la situación de baja de más del 50% de la Ejecutiva Federal y en caso de estar disuelta la Ejecutiva Federal el Comité Federal debía asumir sus funciones y el procedimiento a seguir. Pero la presidenta no le reconoció facultad alguna para hacer tal petición, cosa que Verónica Pérez admitió.
Lo importante para el grupo de Susana Díaz era demostrar que se había pedido la reunión, que no se había convocado y los tres miembros, tras el fracaso de Verónica Pérez en lograr esa reunión, presentaron el jueves 29 una petición de convocatoria urgente. No la hubo.
El viernes por la mañana, la presidenta de la Comisión de Ética y Garantías convocó a los miembros para mantener una reunión cuando se terminará el cónclave del Comité Federal. Fijó la hora a las 17 horas del sábado. La maniobra pretendía desactivar a la presidenta de la mesa del Comité Federal y a los tres miembros que habían solicitado la reunión. Porque la presidenta citaba la reunión para abordar un modelo de aval para las elecciones primarias. No para dirimir sobre el conflicto.
Confirmada la imposibilidad de lograr la reunión, los tres miembros presentaron avanzada la tarde del viernes su dictamen por escrito ante la "presidencia del Comité Federal y ante los miembros del Comité Federal". El escrito se hizo registrar en la secretaría de Organización y Acción Electoral, a cargo de César Luena.
Invocaban el punto 3.x de las competencias del Estatuto de la Comisión de Ética y Garantías, según el cual, dicho órgano podía "expresarse a través de advertencias o recomendaciones, de oficio o a instancia de la Comisión Ejecutiva Federal, sobre materias o circunstancias de interés para el Partido. Estas advertencias o recomendaciones podrán ser públicas para general conocimiento y se basarán en los principios y valores del PSOE, así como en el Código Ético y resto de normativa del partido".
Lo que valía para la Comisión como tal, ante la imposibilidad de reunirse, lo asumieron para los tres miembros.
Los medios de comunicación dieron cuenta del escrito. Pero a los miembros del Comité Federal no se les entregó.
El dictamen tenía que ser un hecho antes de la reunión de Comité Federal porque su existencia sería el argumento, la base, por así decir, jurídica de la operación para quitar en el Comité Federal a Pedro Sánchez.
Según el escrito, la Ejecutiva Federal de Sánchez estaba disuelta desde el momento en que 17 miembros, sumados a las tres bajas preexistentes sumaban la mayoría de 20 sobre 38, y Sánchez ya no era secretario general. Y, en esta situación, señalaban que era aplicable a la situación creada, aunque el Estatuto no lo señalara para el "ámbito federal", la creación de una Comisión Gestora. El Comité Federal, por tanto, debía designar a los miembros de esa comisión.
Bien.
La reunión del sábado 1 de octubre giró, pues, en torno a la mesa dividida del Comité Federal. Los tres miembros -Pérez, Ares y Marín- se reunieron por separado en varios recesos-recreos. La intención del grupo de Susana Díaz era someter a votación el dictamen de los tres miembros de la Comisión de Ética y Garantías.
Pero este dictamen no había sido entregado a los que habían acudido a la reunión. La presidenta propuso que se votara. Varios miembros dijeron desconocer el contenido. La presidenta dijo que ya había aparecido en los medios de comunicaciones. Se rechazó este argumento.
La presidenta propuso leerlo. Los dos miembros de la mesa se opusieron a ello. Los escritos de la Comisión, por definición, no son vinculantes. Y este ni siquiera era un dictamen de la Comisión sino de tres miembros de la misma.
El debate sobre el dictamen y el reglamento era un callejón sin salida.
Borrell señaló que la mesa del Comité Federal, según el artículo 15, se limitaba a ordenar la reunión, sin otras funciones, y queda un órgano colegiado.
Susana Díaz le replicó que él no era el único licenciado en Derecho allí y que ella también lo era. Borrell replicó que él no era licenciado en Derecho, pero no le dijo que era ingeniero aeronáutico.
Pedro Sánchez, sobre las tres y media quiso provocar un viraje. Y propone discutir la posición del PSOE ante la abstención. En línea con lo que ha dicho la noche anterior.
Pero esto no se acepta. No está en el orden del día. Fuentes del grupo de Susana Díaz están convencidos de que el viernes antes de hacer su declaración sabe que tiene perdida la batalla tras hacer un recuento de votos. Y que entonces Sánchez maniobra para que no se vote el Congreso Extraordinario ante la posibilidad de perder.
Problema: una votación sobre la abstención podía obtener la mayoría, pero esto dejaría pendiente las negociaciones para la negociación de un gobierno alternativo con otras fuerzas políticas. Esta negociación quedaba cubierta, por así decir, por la fórmula del Congreso y las primarias.
La tarde avanzaba y la oscuridad no permitía ver luz al final del túnel. Fue entonces cuando José Borrell habló con Pedro Sánchez y con otros dirigentes del partido del grupo de Susana. Si lo que se quería era debatir el tema de la abstención del PSOE ante la investidura, como había anunciado en su declaración del viernes por la noche Sánchez, y como acaba de proponer sin éxito ¿por qué no introducir un cambio de posición? ¿Por qué no readmitir a los 17 miembros (los 16 menos la presidenta del partido, Micaela Navarro, esperaban en una cafetería de Ferraz) y retrotraer la situación al lunes 26? De este modo, se terminaba ipso facto el Comité Federal y se convocaba una nueva reunión para debatir sobre la abstención.
Sánchez pidió la palabra. Explicó que "un compañero", sin citar a Borrell, le había sugerido una solución y la expuso. Acto seguido, el presidente de Aragón, Javier Lambán, tomó la palabra y solicitó a la presidenta de la mesa que no se tomase en consideración. Sánchez ya no era secretario general y la Ejecutiva Federal estaba disuelta. La propuesta no se votó.
Hemos hablado al comienzo del momento alea jacta esta, el momento en que se le jodió a Pedro Sánchez la situación.
Ese momento llegó cuando en uno de los recesos, Ares y Marín formaron la mayoría de la mesa para que se votara la propuesta de Congreso Extraordinario y primarias. Y la forma de hacerlo, dijeron, debía ser en urna. Voto secreto.
La razón no explícita: los miembros del Comité Federal -había 253 acreditados esa tarde- ocupan en su gran mayoría cargos institucionales y dependen de la jerarquía del partido para ir en las listas electorales.
Por tanto, el voto secreto concede mayor libertad a cada uno a la hora de votar, al no tener que revelar su posicionamiento a los distintos jefes, por así decir.
El grupo de Susana Díaz se opuso. En medio de un griterío generalizado, César Luena ordenó colocar una urna detrás de la mampara que actúa como fondo de las deliberaciones. Los miembros de la Ejecutiva, liderados por Sänchez y Luena, se pusieron de pie y formaron cola.
La urna no estaba a la vista. Los gritos y las acusaciones de pucherazo por la urna escondida se generalizaron. Los miembros del Comité Federal partidarios de Sánchez se levantaron para ir a votar.
Susana Díaz al ver a Borrell disponerse para ir a votar, dijo en voz alta: Pepe no puedes avalar esta forma de votar.
Yo no avalo nada, replicó Borell. Yo no soy el presidente de la mesa.
Un miembro del Comité Federal avanzó hacia el estrado más elevado y a voz en cuello gritó: Vamos a recoger firmas para presentar una moción de censura. Empezaron a acercarse masivamente miembros para firmar.
Se le explicó a Luena que así no se podía votar, la urna debía ponerse en lugar visible. Delante del Comité Federal y en una mesa, no visible, las papeletas.
El caos se adueñó del Comité Federal. Patxi López dijo que estaba harto y que ya no tenía idea de qué hacer. Francina Armengol, la presidenta de Baleares, expresó a Pedro Sánchez su desánimo, una sensación de derrota. Le explicó que había que votar, que si se perdía, pues, que se aceptaba, que no debían irse de allí sin votar.
Los partidarios de Susana Díaz ya firmaban la petición de una moción de censura para tumbar por esa vía a la Ejecutiva Federal. Pronto ya había alrededor de 120 ó 130 firmas.
La urna de Luena había catalizador la bronca total.
Y llegó ese momento alea jacta est.
Guillermo Fernández-Vara, apoyado en la urna detrás de la mampara, Pepe Blanco, Rodolfo Ares y Susana Díaz, comentaban la situación. Pedro Sánchez se les unió. Dejadme a solas con Susana, les dijo.
Susana Díaz y Pedro se apartaron de la reunión.
La reconstrucción del diálogo, según se la transmitieron cada uno de ellos a sus compañeros, arroja estas palabras dichas en pocos segundos:
-¿Qué quieres Susana?
-Pedro tú te tienes que ir. No te reconozco como secretario general Pedro. Te tienes que ir.
-Votemos Susana, ponemos a votación la Comisión Gestora y el Congreso. Y si pierdo la votación dejo de ser el obstáculo. Me voy...
El escrito con la moción de censura circulaba. Ya superaban las 120.
Algunos miembros del grupo de Sánchez, alrededor de 8, se marcharon. Tenían billete para regresar a su ciudad.
Pedro Sánchez explicó a sus partidarios que era necesario votar, que si se insistía en el voto secreto, el Comité Federal terminaría sin votación sobre el único punto del orden del día.
Hay que votar, explicó, como sea...
Las firmas de la moción de censura anticipaban el desenlace. 132, que no incluían a los 17 dimisionarios, contra 107.
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