El rechazo no es a España sino a su política actual
94 de cada 100 vascos consideran mala la situación de España y solo tres, que es buena. Su consecuencia es el fuerte ascenso de los nacionalismos
En 1996, cuando Jaime Mayor era ministro del Interior e intentaba un proyecto compartido con el PNV y el PSE para afrontar la crisis política del terrorismo, solía decir que el mejor modo de frenar al nacionalismo era que España presentara una imagen atractiva. Tenía razón. Hoy la imagen de España en Euskadi es pésima: 94 de cada 100 vascos consideran mala la situación de España y solo tres, que es buena. Su consecuencia es el fuerte ascenso de los nacionalismos.
Esta calificación insólita de la España política actual coincide con un espectacular rechazo al PP y la caída considerable del PSE y Podemos, si lo comparamos con los resultados de las generales del 26 de junio. Su caída no es sólo consecuencia del efecto autonómico de estas elecciones. Lo es más del contraste entre la situación vasca y la española.
La ausencia de responsabilidades políticas de Mariano Rajoy por la corrupción y su rechazo al diálogo con el Gobierno vasco hace estragos en el PP vasco —un 62% no le votaría en ningún caso— cuando durante el acoso terrorista a sus militantes tuvo un notable respaldo y estuvo cerca de ganar unas elecciones vascas con apoyo socialista.
Al PSE y a Podemos les pasa factura su incapacidad para acordar un Gobierno. Pablo Iglesias obtiene una alta desaprobación en las encuestas vascas por sacrificar un posible Gobierno alternativo a Rajoy al priorizar un sorpasso, luego fracasado. Podemos ha perdido la frescura que le cundió en las elecciones generales. Al PSE le pasa factura su división y su crisis de liderazgo nacional. El paso de Rajoy y Sánchez por Euskadi, como un capítulo más en su pulso político ante la perplejidad vasca, perjudica a sus candidatos. El rechazo de ambos líderes en las encuestas vascas, sobre todo de Rajoy, es patético.
Los beneficiados de la crisis política española son los nacionalistas, especialmente el PNV. Pero en la previsible rotunda victoria de Iñigo Urkullu no influye el rechazo a España, pues no plantea la secesión, sino a la actual política española. Urkullu representa lo que en España no se ve: moderación y centralidad políticas; avance del autogobierno sin aventurerismos y defensa de la pluralidad, tras el trauma del terrorismo. El PSE, que tanto ha contribuido históricamente a estas políticas, se ve arrollado por la situación del PSOE.
Hasta Bildu, que en esta campaña ha mejorado su imagen, pese a su mochila, compite al alza con un Podemos en horas bajas lo que tiene un mérito indiscutible si se tiene en cuenta que le sacó 16 puntos en junio.
Si las encuestas se confirman y el PNV y PSE suman por encima de Bildu y Podemos, se configurará un Gobierno de esa tendencia, que es, además, el preferido por los vascos, más algunos apoyos puntuales.
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