El trilema de Sánchez
Quizás la solución sea que el Comité Federal del PSOE exija a su líder que rectifique
Nos encontramos ante un dilema cuando estamos obligados a escoger entre dos alternativas que no nos gustan. Desde los filósofos clásicos hasta los positivistas-lógicos actuales, el dilema ha sido uno de los tipos de razonamiento práctico más analizados y utilizados. También uno de los más peliagudos de solucionar, una cornuta quaestio, es decir, una situación en la que adoptes la salida que adoptes siempre acabarás indefectiblemente corneado aunque la embestida pueda ser leve o mortal, que no es poca diferencia.
De los dilemas, por tanto, uno puede salir mejor o peor malparado. La inteligencia sirve para evitarlos, para no quedar aprisionado en ellos. Y si no los has podido o querido o sabido evitar, siempre puedes intentar sortearlos, convertir las dificultades en oportunidades para que el embrollo en el que andabas metido acabe de la forma más leve posible. Si un dilema plantea dos alternativas, un trilema plantea tres, un tetralema cuatro y así sucesivamente.
Pues bien, Pedro Sánchez creo que anda metido en un trilema al plantear tres opciones imposibles a la vez: primera, votar no a Rajoy en la sesión de investidura; segunda, evitar unas terceras elecciones; tercera, descartar una alternativa que englobe a otras fuerzas de izquierda y a los partidos nacionalistas.
La tercera opción es la más fácil de despejar ya que si bien Podemos accedería a ser socio del PSOE en una investidura de Sánchez, ni de lejos la suma de ambos alcanza la mayoría necesaria y los partidos nacionalistas no parecen estar por la labor de apoyarlos. La segunda opción, provocar unas terceras elecciones, no asegura a los socialistas obtener mejores resultados que en junio, al menos unos resultados que cambien sustancialmente su actual número de escaños. Aquí Sánchez puede caer en la tentación de pensar que muchos antiguos votantes de Podemos se arrepentirán de haber abandonado al PSOE y volverán a su seno, dada las crisis del nuevo partido y el estado de melancolía en el que ha caído su líder.
Pero es un supuesto hipotético muy dudoso. Queda la primera opción, cambiar el voto negativo por la abstención y facilitar la mayoría relativa en la investidura de Rajoy si Ciudadanos vota a favor. Dada la energía, el tono, la claridad y rotundidad con la cual se expresa Sánchez en esta cuestión, no parece que sea posible dar marcha atrás a su voto negativo. Sin embargo, los dilemas y los trilemas, como todo en la vida, siempre se solucionan. Quizás esta vez la solución consista en que el Comité Federal exija a Sánchez que rectifique o que él presente la dimisión para que sea otro quien encuentre la mejor salida posible. O nuevas elecciones, claro.
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