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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué parte del ‘Sí’ no has entendido?

¿De qué hablo cuando hablo de Rivera? No tengo claro si es el Mesías regenerador de la vieja política o la excusa perfecta para que todo siga igual.

Cambiar de opinión está muy bien, es algo humano y de hecho las personas más peligrosas son las que están siempre seguras de todo como si dudar les hiciera frágiles cuando es todo lo contrario. Mi hija Daniela, que acaba de llegar a este mundo, es la mejor demostración porque tenía que haber nacido la próxima semana, pero cambió de opinión y ya está aquí. ¿Le ha hecho eso más débil? Pues no. Le da fuerza y personalidad porque pillar a tus padres de vacaciones, nacer cuando no te esperan, imprime carácter y te deja una historia que contar de por vida. Ha llegado a un país sin gobierno como si tuviera prisa por comprobar ella misma todo lo que escuchaba en las tertulias. Pero creo que también tiene claro desde ya que el agua sigue saliendo de los grifos, los cordones umbilicales se caen cuando se tienen que caer y los gases se echan por donde se tienen que echar.

Ahora bien: aquí mi pequeña ardilla no es la única que ha cambiado de opinión esta última semana. Albert Rivera también lo ha hecho. Ha nacido cuando no tenía que nacer o ha nacido dos veces en dos legislaturas que de tan consecutivas que son parecen simultáneas como si fueran un parto gemelar. ¿De qué hablo cuando hablo de Rivera? No tengo claro si es el Mesías regenerador de la vieja política o la excusa perfecta para que todo siga igual. Y seguir igual es estar peor. Aunque también es verdad que lo que peor nos puede pasar es seguir igual. Rivera es el único que de momento ha cambiado de opinión y ha pasado del NO a la abstención y de la abstención al Sí; es un Sí condicional pero con tilde, un Sí que bien podría ser un "si acaso". Y en unos años será el tiempo el que juzgue si hizo lo correcto para su partido y para su país unos intereses que, desgraciadamente para él, no necesariamente tienen que coincidir.

Según vaya creciendo mi hija seguramente me tocará explicarle el valor del NO: en su vida tendrá que decirlo miles de veces y habrá quien entienda esos noes como si fueran síes sólo por el hecho de ser una mujer. No es No. Pero en la política la cosa es diferente: el NO es relativo, de plastilina, y con el mismo material del que están hechos los noes de Rivera, pueden estar hechas las abstenciones técnicas y hasta los síes con la boca pequeña. Así se las gasta el líder de Ciudadanos que puede acabar diciéndole a Pedro Sánchez: “¿Qué parte del SÍ no has entendido?” para ver si fuerza así una abstención mecánica.

Dentro de 18 años, en 2034, cuando mi hija lea esto y esté preparada para votar seguro que nos echamos unas risas con el jardín que teníamos montado en 2016. A lo mejor para entonces ya hemos desbloqueado la situación porque espero que no nos obliguen a estar votando de seis en seis meses que produce tanto cansancio como ver los esfuerzos olímpicos de este verano. Y ya que estamos olímpicos una última reflexión: hubo un tiempo en el que las niñas no podían soñar con ser ni princesas ni olímpicas porque no les dejaban competir. Ahora son ellas las que ganan las medallas. Espero que nadie le diga que no puede ganar o que no puede jugar al fútbol: a lo mejor en lugar de Presidenta, prefiere ser olímpica pegando patadas a un balón, nadando o en piragua. Al menos la Olimpiada sigue durando cuatro años: no como las legislaturas.

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