Una víctima de trata de personas cuenta su experiencia: “Me escapé del club, pero lo difícil empezó después”
Carla cuenta el proceso de dejar de ser explotada hasta convertirse en mediadora social
"Puedes ser lo que quieras y lo que te propongas". Carla (nombre falso), víctima de la trata de personas, todavía se emociona cuando recuerda esas palabras. Se las dijo una mediadora social hace 11 años y se agarró a ellas para cambiar su vida. Las organizaciones de trata de personas mueven unos cinco millones de euros al día solo en España y suman 12 millones de víctimas en el mundo, según Naciones Unidas. Carla fue una de ellas, pero consiguió salir después de un proceso largo: "Me escapé del club, pero lo difícil empezó después. Necesitas una alternativa para no volver a la misma vida". Ahora es ella la mediadora social.
¿Cómo se puede acabar con el tráfico de personas? "Lo primero es no normalizar la situación. Por ejemplo, en las calles céntricas de las grandes ciudades. Lo que hay que hacer es no mirar para otro lado". Carla, como a tantas otras, la sacaron de su país engañada cuando tenía unos 20 años. Era estudiante de Derecho en Brasil y aceptó viajar a España por unos meses para ganar dinero y pagar sus estudios. "Te dicen que vienes para ser empleada doméstica, pero luego te llevan de un club a otro y te amenazan a ti y a toda tu familia". A Carla, que ahora es mediadora social de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP), llegaron a decirle que iban a violar a su hermana y su sobrina, de cuatro y seis años. "Fue horrible. Sabía que tenía la vida de mi familia en mis manos".
La mediadora, que ha intervenido en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, define como supervivientes de la trata a todas las mujeres explotadas sexualmente. "No son prostitutas, que es como las ve la mayoría". En España, según la ONU, hay unas 45.000 mujeres y niñas que son víctimas de esta lacra. Ahora, desde la APRAMP, intenta ayudarlas. "Es muy difícil porque ya no confían en nadie. Ni en la policía". El trabajo se complica, además, porque las organizaciones las cambian de club cada 21 días, lo que dificulta el seguimiento de las víctimas.
La ruta de Carla empezó en São Paulo (Brasil). Desde allí viajó a Francia, donde hizo escala antes de llegar a Vigo: "Nos recogió un chico en una furgoneta y nos llevó a Valença, en el norte de Portugal". Allí comenzó a trabajar en clubes de alterne hasta que la desplazaron a Sevilla. "Esa fue la peor época de mi vida. No lo aguantaba y caí en las drogas". Sin embargo, su cara cambia en la que fue su última parada dentro de la ruta de la trata de personas que, en su caso, duró dos años. "Fuenlabrada me cambió la vida porque fue allí donde conocí a la mediadora de la APRAMP".
Una alternativa
"Fue en 2006 cuando conseguí salir, pero la herida nunca se va a cerrar", confiesa Carla, que explica que es difícil ayudar a una víctima. "Están cansadas de tanta promesa. Yo tardé un año en aceptar la ayuda de la mediadora de la APRAMP". La asociación, solo en Madrid, da información a más de 250 mujeres al día, de las que casi la mitad proceden de Rumanía. Según la Policía Nacional, desde abril de 2013 se han realizado más de 700 operaciones contra la trata de personas con más de 2.100 detenidos y 32.300 víctimas identificadas.
Sobre el proceso de recuperación, la mediadora reconoce que nunca es fácil. La clave, ha dicho Carla, es que te ofrezcan una alternativa y una formación para encontrar otra forma de vida. Ella pasó por 11 psicólogos y, después de su experiencia personal y en la asociación, ha llegado a una conclusión: "Vengo de una familia desestructurada emocionalmente y todas las víctimas que he conocido también. A mi padre le dije que esto ocurrió porque él nunca estuvo conmigo y le aseguré que no permitiré que a mis hermanas les ocurra lo mismo".
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