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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La oposición también es poder

En España tenemos un concepto equivocado: la oposición siempre debe decir no, cuanto más alto y más claro lo diga más cumplirá con su deber

Francesc de Carreras
El líder del PSOE, Pedro Sánchez.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez. uly martin

¿Perder las elecciones significa no formar parte del Gobierno y pasar a la oposición? Pues, depende. En un sistema parlamentario, a ganar o perder unas elecciones se le pueden atribuir diversos significados y, algunos de estos, sólo son deducibles del contexto. Por ejemplo, un partido puede sacar el más alto número de escaños y pasar a la oposición por formarse en su contra una coalición mayoritaria de otros partidos. Fue el caso de CiU en las elecciones catalanas de 2003: resultó ser el partido (en realidad federación de partidos) con más escaños, pero una coalición del PSC, ERC e IC le superó y pasaron a la oposición. En lugar de Artur Mas, el presidente de la Generalitat fue Pascual Maragall.

Por su parte, puede ser que tras unas elecciones un partido no forme parte del Gobierno pero mantenga con él ciertos acuerdos y sólo en aquello no pactado muestre su oposición. ¿Es oposición o no lo es? Depende: a veces sí, a veces no. Y la tipología puede extenderse mucho más.

Examinemos una cuestión menos conocida y más actual: ¿formar parte de la oposición significa no ejercer ningún poder, significa no gobernar? La respuesta debe ser un no rotundo aunque matizado: aun sin formar parte del Gobierno se puede tener la influencia suficiente para participar en decisiones de gobierno. Es más, en un sistema parlamentario sólo ello es lo adecuado al principio democrático porque el parlamento representa al pueblo, a todo el pueblo, y si es en el pueblo donde reside el poder, los parlamentarios pueden tener una cuota mayor o menor de este poder, incluso mínima, pero no pueden dejar de participar en él. Este es uno de los elementos básicos de una democracia parlamentaria.

En España tenemos un concepto equivocado: la oposición siempre debe decir no, cuanto más alto y más claro lo diga más cumplirá con su deber. Ello es un error. La oposición debe configurarse, sin duda, como una alternativa de Gobierno pero no debe limitarse a eso si quiere cumplir totalmente sus funciones, no puede dejar de intentar influir en las decisiones que tome la cámara, aunque no logre el 100% de sus propósitos. En definitiva, la oposición también es poder, algo de poder, parte del poder del pueblo. Esta es la esencia y el valor de la democracia, precisamente el título del libro de Hans Kelsen en que todo eso se expone con argumentos claros y profundos.

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