Castrillo de Mota de Judíos, la toponimia diplomática llega a Tierra Santa
Representantes de un pequeño pueblo burgalés que cambió de nombre realizan una visita oficial a Israel
La historia, la toponimia y las relaciones bilaterales entre España e Israel se han alineado en una conjunción diplomática para que una delegación del pueblo burgalés de Castrillo de Mota de Judíos, de poco más de 60 vecinos, haya emprendido una visita oficial al Estado hebreo durante cerca de una semana. El municipio alcanzó notoriedad hace dos años al modificar en un referéndum su nombre anterior, Castrillo de Matajudíos, documentado al menos desde el siglo XVII, si bien la aljama o judería había sido fundada cinco siglos antes cerca de Castrojeriz, en pleno Camino de Santiago.
El alcalde del ayuntamiento castellanoleonés, Lorenzo Rodríguez, de Ciudadanos, firmó este domingo un acuerdo de hermanamiento con el pueblo israelí de Kfar Vradim, que cuenta con más de 6.000 habitantes. Se trata de una entidad local de nueva planta surgida en 1979 a apenas 15 kilómetros de la frontera de Líbano. Alberga a los trabajadores de nuevos proyectos industriales en el norte de Galilea, una de las regiones israelíes con mayor densidad de población árabe.
Esta ceremonia de hermanamiento y cooperación cultural —que sigue los pasos de los acuerdos de Barcelona con Tel Aviv o de Benidorm con la localidad turística de Eilat, en el mar Rojo—, es el acto central de una gira que se inició el pasado viernes y concluirá el próximo jueves. Los miembros de la delegación visitarán los restos de la fortaleza histórica de Massada, San Juan de Acre, Nazaret y Jerusalén, y tienen previsto mantener reuniones con organismos israelíes. La sede del Instituto Cervantes en Tel Aviv acogerá además una conferencia sobre el proceso de recuperación del pasado judío de Castrillo.
El embajador de España en Israel, Fernando Carderera, que ha asistido a la firma del documento en Kfar Vardim, considera que la ceremonia “muestra el buen estado de la relaciones bilaterales, respaldado por iniciativas de la sociedad civil, frente a quienes buscan el enfrentamiento a través del BDS”, en referencia a las medidas de boicot, desinversión y sanciones contra el Estado judío por la ocupación de territorios palestinos.
La campaña BDS alcanzó relevancia en España el pasado verano tras el veto inicial al cantante judío estadounidense Matisyahu para que actuara en el festival Rototom Sunsplash, de Benicàssim (Castellón). Los organizadores cancelaron en un principio su concierto ante las presiones de organizaciones propalestinas, después de haber exigido al artista una toma de posición sobre la ocupación israelí. Finalmente, permitieron la actuación del artista ante la reprobación del Gobierno, de las comunidades judías y de las embajadas de Israel y EE UU.
“Este acuerdo de hermanamiento es una iniciativa municipal, pero bien podemos incorporarla al marco de la celebración del 30º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel, que se cumple este año”, apunta el embajador Carderera. La visita ha sido organizada por el Centro Sefarad-Israel, organismo encuadrado en la red de diplomacia pública española.
Los vecinos de Castrillo consideran que han recuperado para su pueblo el nombre original de Mota (colina) de Judíos, que fue alterado por un error de transcripción en documentos oficiales debido a un escribano, o incluso por una decisión de judíos conversos para protegerse de la Inquisición tras el edicto de expulsión dictado por los Reyes Católicos, según las versiones. Hay quien sostiene también, como el escritor Julio Llamazares, que se trata de una equivocada interpretación, ya que el toponímico “mata”, como “porción de terreno poblado por árboles de la misma especie”, según el Diccionario de la Real Academia Española, es bastante común. Por ejemplo, Matalascañas.
Con un nuevo apellido en el nomenclátor de los pueblos de España, la pequeña localidad burgalesa luce la estrella de David en su escudo municipal, ha emprendido excavaciones arqueológicas en busca de sus raíces judías y confía en albergar en el futuro un centro de interpretación de la cultura sefardí a la vera del transitado Camino de Santiago. Israel, un país siempre preocupado por el impacto que causa su imagen en el exterior, le ha dado la bienvenida con los brazos abiertos.
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