Microcampañas para ganar votos lejos de los focos
Los partidos desvelan los métodos para convencer a los electores con mensajes ajustados a las características del lugar
Las principales fuerzas políticas tienen una estrategia electoral casi invisible paralela a los grandes mítines o a los debates. Tras meses de bloqueo en el Congreso, los partidos tratan de conjurar la desconfianza y la abstención con una estrategia de proximidad. El PP acerca a Mariano Rajoy a la calle mientras el PSOE, Podemos y Ciudadanos adaptan su mensaje a cada barrio. Los estrategas de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias son conscientes de que el próximo 26-J contará hasta el último voto para dirimir el liderazgo de la izquierda. ¿Dónde viven los votantes del PP, del PSOE, Podemos y Ciudadanos? ¿Dónde están los que dudan? Responder a preguntas como estas es prioritario para todos los directores de campaña. Pero, ¿cómo llegan los partidos a pedir el voto casi puerta a puerta?
Partido Popular. El PP ha elegido "minuciosamente" su ruta electoral para tratar de arañar escaños en lugares donde depende de solo unos centenares de votos, y afianzar los que tienen en duda, como por ejemplo, el tercero por Zaragoza, ciudad a la que Mariano Rajoy ha visitado en precampaña y ayer mismo., o Teruel, a donde viaja el viernes.
El partido pretende hacer una campaña de cercanía, huyendo de los grandes mítines, para quitarse el sanbenito de partido antipático. Ni el puñetazo que Rajoy se llevó en Pontevedra en diciembre ha impedido esos paseos de selfies y besos que para el candidato son un mensaje en sí. Para ahorrar, el PP prefirió eliminar las vallas y la publicidad estática que caracteriza las campañas antes que renunciar al mailing, al contacto directo con cada ciudadano. El PP admite tener problemas para captar el voto en ciudades de tamaño medio -de 25.000 a 50.000 habitantes-.
PSOE. La gran arma estratégica del PSOE se llama Bloise, en homenaje a Carmen García Bloise, secretaria de Organización del partido entre 1979 y 1984. Se trata de un programa informático tan completo que permite a Ferraz tener un conocimiento detallado del comportamiento en los últimos 30 años de las 57.531 mesas electorales y 36.193 secciones en los 10.499 distritos que se reparten por los 8.125 municipios españoles. No solo en las elecciones generales. También en las europeas, autonómicas y municipales, señala un usuario habitual. “Te ayuda a priorizar los recursos de que dispones y a diseñar una campaña porque te permite saber, por ejemplo, qué partido gana en una mesa a la que pertenece un bloque de edificios concreto, por cuántos votos, por edades, sexo… En resumen, en qué 5.000 mesas te juegas las elecciones”, explica un alto cargo socialista. Cada mesa equivale a unos 600 votantes.
La primera vez que el PSOE usó Bloise fue en las generales de 2004, en las que resultó elegido José Luis Rodriguez Zapatero. La experiencia, entonces piloto, convenció y poco a poco fue a más. El cruce de la base de datos disponibles con otros de tipo demográfico, social y económico ayuda a conocer cuáles son las zonas calientes o, en el argot que emplea Bloise, “zonas de interés prioritario o estratégico”. Esto es, donde hay escaños en juego. “Son barrios nuestros donde hemos visto que una tendencia de pérdida de apoyos, o un barrio nuevo, y que por tanto no se sabe bien qué votará. En casos así, el primero que se lo lleve se consolida”, cuenta un cuadro medio.
El programa, que contaba con apenas tres variables al principio (edad, renta, estudios), “tiene ahora de todo”, resume el secretario de organización de una de las principales agrupaciones de Madrid. “Puedes saber el perfil de la gente abstencionista en un barrio, una manzana, cuántos hijos tienen de media… Te permite cruzar el voto con ese tipo de información para hacerte una idea del perfil de los votantes de un lugar muy concreto, por ejemplo una calle. Y no solo de los del PSOE, sino de todos”, tercia un veterano en el manejo de esta herramienta. Todas las variables posibles parten siempre de datos oficiales.
El secretario de organización de cada agrupación tiene una clave con la que accede a Bloise. Solo tiene acceso a los datos que competen a su municipio o distrito, frente a la visión global de Ferraz. Su manejo puede ser tan complejo –el partido va actualizando y alimentando la base de datos- que son corrientes, siempre que empieza una campaña, los cursos para explotar su potencial al comité de campaña de las agrupaciones. Las clases las suelen recibir el coordinador de campaña o al secretario de acción electoral –suele ser la misma persona- para sacar el mejor rendimiento al programa. “Es un instrumento hecho para ayudar a las agrupaciones en su acción de localizar y llegar a votantes conocidos o potenciales del PSOE”, concluye un alcalde.
Podemos. La formación de Pablo Iglesias también busca apoyo barrio a barrio. En las distintas circunscripciones y en las grandes ciudades, los de Iglesias adaptan su mensaje a las especificidades del lugar.
Pero es sobre todo en Madrid donde han afinado sus cálculos para intentar repetir el llamado efecto Carmena, que en 2015 aupó la candidata de Ahora Madrid a la alcaldía. Podemos ha cruzado, barrio a barrio, variables socioeconómicas, sociodemográficas, zonas con especial densidad de mayores, inmigración, familias, jóvenes, niños… El objetivo consiste, según su guía de campaña, en identificar “diferentes geografías de potenciales votantes” y “ajustar los tipos de campaña”, eligiendo octavillas y objetos gancho según la zona. Trabajan con mapas de los distritos que reflejan las manzanas y las calles donde tienen más posibilidades de ganar y donde, en cambio, les falta mucho para superar al PP. A partir de esas guías, la alianza ha establecido sus prioridades.
La llegada de Podemos a las instituciones ha costado al partido desgaste y comparaciones con las formaciones tradicionales Así, la coalición se emplea ahora en conjurar la desconfianza con un "estilo comunicativo ultracercano" y en “presentar las propuestas con la mayor sencillez y concreción posibles”, haciendo hincapié en medidas como la eliminación de la cuota mínima para autónomos, bajar el IVA a productos básicos, paralización de los desahucios o la prohibición de los cortes de suministros. "Queremos particularizar el mensaje electoral para diferentes zonas de la ciudad, por ejemplo, destacando las propuestas programáticas de rescate ciudadano en los lugares más golpeados por las políticas austericidas y antisociales, o aquellas relativas a la regeneración institucional y la salud democrática en lugares económicamente menos castigados.
Ciudadanos. El partido de Albert Rivera ha adaptado su estrategia electoral en más de 30 provincias a las conclusiones de los estudios de la compañía Target Point, con la que trabaja desde las elecciones europeas de 2014, primeras en las que logró representación en el Parlamento Europeo. El partido, por ejemplo, tiene un lema específico para Cataluña (Un presidente catalán para cambiar España) que se une al que emplea en el resto de España (Tiempo de acuerdo. Tiempo de cambio).
"Se han creado unas tipologías electorales que representan a todos los españoles", explica una fuente del partido conocedora de estos trabajos demoscópicos. "En cada sección censal destaca una tipología predominante, que tiene una descripción del comportamiento electoral, estilo de vida y mensajes que quiere escuchar de Ciudadanos", añade sobre los matices que puede introducir en su discurso la formación emergente gracias a estos estudios. "Se ha llevado a cabo este proyecto para más de unas 30 provincias", sigue. "Anualmente se analiza información electoral, hasta el nivel de sección censal, y se mezcla con la evolución de los cambios que se producen a nivel sociodemográfico: padrón municipal, información del censo de población y viviendas, que incluye régimen de tenencias, tamaño…”
Estos datos han permitido que Ciudadanos determine su tipo de votante por zonas y que refuerce la presencia de sus representantes, o el número de actos, en lugares que no aparecían como uno de sus objetivos principales. Ocurrió, por ejemplo, en las elecciones catalanas de septiembre de 2015. Ciudadanos hizo un gran esfuerzo en el barrio barcelonés de Nou Barris, bastión autonómico del PSC y municipal de Ada Colau. ¿El resultado? La candidatura de Inés Arrimadas ganó en votos y desde entonces la formación emergente mima electoralmente a esta zona de Barcelona, donde el domingo pasado celebró su primer gran mitin en la campaña del 26-J.
“Hacen trabajos a nivel de sección censal, que es prácticamente una manzana o un bloque de edificios”, explica José Manuel Villegas, vicesecretario general de Ciudadanos y jefe de su equipo de campaña. “Se hace un estudio de los perfiles sociológicos, del comportamiento electoral, y esos datos nos permiten dirigirnos a cada zona con las propuestas que más puede interesar a cada uno de los sectores”, cuenta. “Si hay zonas con gente joven y con hijos, por ejemplo, eliges las propuestas de educación. Selecciones las propuestas del programa que más les puedan interesar”.
En consecuencia, los estudios de microtargeting, de origen estadounidense, permiten al partido afinar su mensaje y sus propuestas, además de estructurar con precisión su estrategia y gastos de campaña (colocación de carpas, envio de cartas…). Para Ciudadanos, ese es un factor clave. La formación emergente no goza de la implantación territorial de PP y PSOE, que tienen sedes por toda España. Carece, igualmente, de sus recursos económicos, porque tiene menos afiliados y representación. Depende de campañas decididas céntimo a céntimo. En la del 26-J, por ejemplo, espera gastar 3,5 millones de euros, frente a los 4 que presupuestó para el 20-D.
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