El puerto de Róterdam, el origen de la heroína que llega a España
Un informe sobre los investigadores de la policía critica su falta de experiencia y preparación, mientras aumentan las mafias de la droga que operan en Holanda
La heroína que causó furor en la Europa de los ochenta había ido perdiendo fuelle en la calle, pero ahora encabeza el mercado de drogas ilegales en Europa, según los últimos informes. Holanda es el centro de distribución. La heroína que llega a España sale del puerto de Róterdam.
Aunque la vía clásica de acceso a la UE es terrestre, por la ruta de los Balcanes que parte de Afganistán —principal productor mundial de opio—, y atraviesa Irán y Turquía, el puerto de Róterdam es el gran centro de distribución. Con 105 kilómetros cuadrados y 40 kilómetros de longitud, es el mayor de Europa y el tercero del mundo. “Los contenedores son muy convenientes para los traficantes al permitirles introducir cargas importantes”, dice el responsable de la lucha contra el tráfico de heroína de Europol, la organización de la policía europea.
“Hazte rico o muere”
Todas las fuentes policiales consultadas coinciden en señalar la gran preocupación de la policía ante el incremento del tráfico y la violencia de las mafias. “Si en los últimos años ha predominado la mocro, de duros gánsters holandeses de origen marroquí y caribeño, centrados en la cocaína, ahora surge la mafia albanesa. Es la fuerza bruta y su lema es “hazte rico o muere”.
Los grupos que controlan el mercado son “en su mayoría de ciudadanos turcos, paquistaníes y albaneses” bastante violentos. Sus peleas acaban muchas veces a tiros en plena calle.
“Hay elementos paquistaníes y albaneses que juegan un papel clave en este tipo de tráfico”, señala un agente de Europol. “Otros criminales están dentro de la Unión, también en España y Holanda. Son grupos con capacidad de mover grandes cantidades de drogas”, dice. Según Blasic, la policía empieza a tener una idea de su identidad y movimientos, “pero a corto plazo, se prevé una guerra interna entre los propios albaneses”.
Pese a la dificultad de controlar un puerto que mueve 400 millones de toneladas de mercancías al año y cuenta con 90.000 empleados, desde hace tres años, “el volumen de los cargamentos decomisados en Holanda no tiene precedentes”, asegura el agente.
Corrupción el el puerto
El tamaño del puerto complica la labor policial, pero es el factor humano, la posibilidad de ceder a un soborno lo más difícil de solventar. “Hay una buena dosis de corrupción. Las bandas compran a los oficiales para que eviten vigilar ciertos contenedores. De esta forma, los delincuentes pueden acercarse, forzarlos y desaparecer”, dice Peter Blasic, reportero de la revista mensual holandesa HP/De Tijd, y autor de un trabajo sobre los cambios experimentados en la ruta de la heroína.
La aduana de Róterdam “es la única autoridad competente para interceptar la droga que entra por ese medio; no hay una fuerza especial dedicada a ello”, asegura Mick van Wely, reportero especializado en crimen organizado del diario De Telegraaf. Se valen de “escáneres móviles y fijos, perros adiestrados y un escáner fijo para los trenes con contenedores”.
Van Wely recuerda el caso más sonado de corrupción: “En 2015, fue detenido un aduanero que dejó pasar unos 3.400 kilos de cocaína. Él decidía los contenedores que debían analizarse. En 2016, otro fue arrestado por blanquear dinero. No solo pasa heroína por Róterdam”, dice. Pero el nuevo movimiento de una droga que parecía ya olvidada se pone de manifiesto con otros datos: más de dos toneladas de heroína interceptada en Grecia; más de una tonelada en suelo holandés; más de 800 kilos en Bélgica; más de 300 en Alemania; varios cientos de kilos en Rumanía y Croacia y por encima de la media tonelada en Ucrania.
Oculta en ropa y pasas
En agosto de 2013, 202 kilos de heroína aparecieron en un contenedor de Róterdam procedente de Pakistán lleno de “material textil”. La policía cree que su destino final era el Reino Unido, donde el consumo de esta droga es mayor que en el resto de Europa, unas 250.000 personas la usan combinada también con crack, según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, con sede en Lisboa.
En mayo de 2015, un contenedor con 12.000 docenas de pasas escondía 764 kilos de heroína. Venía de Irán, y el valor de la droga en la calle ascendía a 17 millones de euros. En marzo de 2016, la policía encontró 1.200 kilos de las sustancias empleadas para adulterarla. Por un gramo, el camello pide hasta 30 euros. Un kilo —ya mezclado— puede costar entre 50.000 euros y 100.000 euros.
Gera van Weenum, portavoz de los controladores del puerto asegura: “No se ha observado un incremento de los decomisos de heroína”, aunque no deja grabar. Los responsables policiales adujeron “estar muy ocupados” para atender las llamadas de este diario. Su actitud puede explicarse, en parte, por el tremendo golpe recibido hace pocos días al hacerse público el resultado de un estudio interno que critica “la lenta estructura burocrática y falta de experiencia del departamento de investigación”. Justamente el que tiene a su cargo, entre otras cosas, la lucha contra el crimen organizado. “Los profesionales más jóvenes usan su propio teléfono móvil para trabajar, porque el que les proporcionan es antiguo y poco útil”, añade el trabajo, elevado al Parlamento. El Ministerio de Finanzas sostiene que todavía puede recortarse más, porque la criminalidad —los delitos menos graves— ha bajado un tercio en la última década.
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