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Irene Montero: “A Sánchez no le dejan gobernar con Podemos”

La portavoz adjunta del partido asegura que no hay "incentivos" para abstenerse y permitir un Gobierno del PSOE

Francesco Manetto
Irene Montero, el pasado viernes en su despacho del Congreso.
Irene Montero, el pasado viernes en su despacho del Congreso.ULY MARTÍN

Irene Montero (Madrid, 1988) es portavoz adjunta de Podemos en el Congreso de los Diputados y jefa de gabinete de Pablo Iglesias. Será una de los dirigentes encargados de intentar reabrir el diálogo con el PSOE.

Pregunta. ¿No les preocupa que un sector de sus votantes pueda desaprobar el voto negativo a Sánchez y les identifique con el PP?

Respuesta. El PP salió a avalar su gestión. Nosotros, a impugnar la totalidad de esa gestión, cuyos principales objetivos han sido la aplicación sin chistar de la política de austeridad que ha llevado a una mayoría social al empobrecimiento, a la precariedad, a un descenso de sus condiciones de vida. Es muy difícil para cualquier ciudadano pensar que el PP y Podemos tenemos algo en común en cuanto a lo que queremos para nuestro país. 

P. En su opinión, ¿Pedro Sánchez con quién quisiera pactar?

R. Conozco muy poco a Pedro Sánchez. No sé muy bien qué querría. Lo que tengo bastante claro es que le han presionado mucho. Pero independientemente de lo que quieran, que para mí es un misterio en este momento, creo que no se lo permiten. A Pedro Sánchez no le dejan gobernar con Podemos, y por eso es posible que pierda la oportunidad histórica de que haya un Gobierno de progreso.

P. Dicen que ofrecen diálogo al PSOE y a la vez Sánchez parece su principal rival.

R. Hay mucha gente desencantada con el PSOE y con la política en general que siente que ahora hay un proyecto que tiene una presencia institucional que puede representar sus intereses. Más allá de eso, nosotros sabemos que el acuerdo con el PSOE es la única posibilidad que tenemos ahora mismo de hacer un Gobierno del cambio.

P. ¿El Gobierno de coalición es aún una condición?

R. El PSOE no es un gran partido rodeado de muchos partidos chiquititos. La ciudadanía le ha pedido al PSOE con su voto que nos trate de igual a igual, y que nos mire como socios y no como subalternos.

P. ¿Están dispuestos a negociar el reparto proporcional?

No hay incentivos que justifiquen un Gobierno de 90 diputados

R. Es una consecuencia evidente de lo que han votado los ciudadanos y es un modelo que el PSOE ha aceptado en Valencia y que está dando muy buenos resultados.

P. ¿Qué esperan a partir de ahora del PSOE?

R. Esperamos que se den cuenta de que esta estrategia que han tenido de presentar un proyecto de Gobierno con Ciudadanos no está respaldada ni por la Cámara ni por la mayoría de la ciudadanía. Por tanto, que se sienten a negociar con nosotros, máxime cuando otros grupos han dicho 'si usted quiere hacer un Gobierno del cambio los números le dan'. El plan de la gran coalición es respetable, pero creo que sería un error que el PSOE siguiese por esa senda. No hay ningún argumento por lo menos para no intentarlo.

P. ¿Cómo fue la mesa de negociación con el PSOE?

R. Lo que hablamos fue fundamentalmente cuestiones relativas a la economía y a los grandes lineamientos económicos que tendría que tener ese programa de Gobierno. Y tengo la sensación de que poner encima de la mesa de que estábamos dispuestos a tener un Gobierno fuerte que negociase con Bruselas y le dijese 'miren nosotros vamos a hacer como Francia o como Alemania y vamos a pagar nuestras deudas, pero a un ritmo que nos permita garantizar los derechos sociales'… esto era respondido con palabras muy gruesas por los negociadores del PSOE. Por eso Pablo les decía por favor, manden a un socialista a negociar.

P. ¿Pablo Iglesias volverá a pedir una reunión a Pedro Sánchez?

R. Veremos cómo se dan las cosas. También creemos que a quien le corresponde dar un paso firme es al PSOE, rompiendo ese acuerdo con Ciudadanos y reconociendo que ese acuerdo no nos lleva a ningún lado.

P. ¿Por qué Iglesias se dirigió a Sánchez de forma tan cruda?

R. Para quienes estábamos dentro fue algo más consecuencia de la actitud de las bancadas, con abucheos y la interrupción constante.

P. ¿Y el ataque a Felipe González?

Si el PSOE fuera más fiel a su programa, sería posible un acuerdo

R. En 1982 Felipe González gana las elecciones con el lema Por el cambio, con una mayoría apabullante, y se convierte en la esperanza de un montón de sectores sociales, no solo de la izquierda, que decían por fin puede cambiar algo. Ese Felipe González tenía muy poco que ver con el Felipe González de ahora, que termina en el Consejo de Administración de una gran empresa, que hace declaraciones públicas para apostar por la gran coalición con el PP con el que tanto se pegó. Es un muy buen ejemplo de las esperanzas que la ciudadanía depositó en un momento de crisis y cómo ha hecho una evolución hasta lo opuesto de lo que él mismo fue.

P. Parecen instalados en un eterno juego del culpable con el PSOE.

R. De hechos son amores y no buenas razones. Nosotros llegamos y decimos queremos un Gobierno de progreso. Podemos discutir del tono, de las formas, pero cuando vas a la realidad de los hechos es que nosotros hemos puesto encima de la mesa la posibilidad de formar un Gobierno de coalición.

P. ¿Les preocupa la convocatoria de nuevas elecciones?

R. Estamos preparados para ese escenario, pero no creemos que sea necesario ni positivo. La gente ya ha votado, si no somos capaces de llegar a un acuerdo la mejor opción es devolverle la palabra a la ciudadanía, pero creemos que no es necesario. La constatación del Pleno de investidura es que hay condiciones y hay números para que haya un Gobierno de coalición entre el PSOE, Compromís, IU. ¿Para qué vamos a repetir elecciones?

P. ¿No encuentran ningún incentivo en la abstención?

R. No hay incentivos que justifiquen que, ante la posibilidad de hacer un Gobierno de coalición, nosotros prefiramos un Gobierno de muchos menos apoyos, de solo 90 diputados, que sería mucho más inestable.

P. El PSOE recuerda que no les pidió nada a cambio para apoyarles en varios Ayuntamientos.

R. El PSOE sabe que el modelo valenciano es el mejor. Por otra parte, sería una torpeza por su parte convertirlos en una moneda de cambio para que le demos una investidura a Pedro Sánchez.

P. ¿Y sus peticiones sobre el programa?

R. Unos mínimos que garanticen la vida digna de la gente. Una cosa es que se pueda hablar y ceder en las propuestas y nosotros entendemos que nuestro programa debe estar sometido al diálogo igual que el del PSOE. Pero no es lo mismo ceder que traicionar y cambiar de bando.

P. ¿Qué sería cambiar de bando?

R. No vamos a entrar nunca en un acuerdo en el que se diga que los días de indemnización por despido en el primer y en el segundo año van a ser menos y no más; en un acuerdo en el que en materia de negociación colectiva no se mantiene la retroactividad de los convenios, de manera que los trabajadores van casi vendidos a la negociación. No lo vamos a consentir. No vamos a aceptar un acuerdo que en materia de desahucios plantee que no se pueda garantizar la alternativa habitacional. No vamos a aceptar un acuerdo en el que se diga que el cumplimiento del objetivo de estabilidad es irrenunciable, cuando ni para Francia ni para Alemania lo están siendo.

P. ¿Sería creíble ese Gobierno con Podemos?

R. Creo que sería creíble. Es muy posible ir con un Gobierno fuerte a Bruselas y decir lo vamos a hacer igual que Francia y Alemania. Y vamos a pagar, pero más lento.

P. ¿Y en qué van a ceder?

R. Estamos dispuestos a negociar hasta el último minuto y a ceder en muchas propuestas, pero la cesión no puede convertirse en una traición a los votantes. Somos gente seria y queremos un proyecto de país.

P. ¿Hablaron del referéndum en las negociaciones?

R. Ni llegamos a hablar de ese punto. Hablamos de economía, y creo que si el PSOE fuera más fiel a su programa electoral sería posible llegar a un acuerdo. Si nos fijamos en los programa de las dos formaciones no sería difícil ponernos de acuerdo en materia económica.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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