Operación investidura
Dice Wikipedia: El kabuki (歌舞伎) es una forma de teatro tradicional que se caracteriza por su drama estilizado y el uso de maquillajes elaborados en los actores. Da la sensación, precisamente, de que la política española está asumiendo algunos de estos maquillajes (en la imagen una de las obras clásicas Yoshitsune y los mil cerezos), aunque difícilmente pueda calificarse de "drama estilizado".
Mariano Rajoy estaba desde la noche del 20 de diciembre a merced del PSOE. Y Pedro Sánchez sostuvo desde la primera hora, con el Comité Federal, que no iba a apoyar ni a abstenerse con Rajoy y con el PP. En otros términos, ya podía el PP apartar a Rajoy que el PSOE no iba a apoyarle, ni activa ni pasivamente. Ni sí, ni abstención.
Rajoy renunció, por tanto, a la primera oferta que le hizo el rey Felipe por no contar con los apoyos para garantizarse la investidura. En la segunda ronda, Sánchez expresó al Rey su disposición a dar el paso al frente si Rajoy volvía a renunciar. En esta ocasión, Rajoy no tuvo que declinar. El Rey, contando con la disposición de Sánchez, escuchó después a Rajoy, quien le explicó que seguía sin reunir las condiciones para ir a una investidura.
Por tanto, con la disposición de Sánchez y la indisposición, por así decir, de Rajoy, el Rey encargó al secretario general del PSOE la formación del gobierno.
¿Quiere ello decir que Sánchez reúne los apoyos necesarios para sacar adelante un gobierno?
No. Pero a diferencia de Rajoy ha decidido dar el paso al frente.
¿Qué posibilidades tiene de conseguirlo?
Muy pocas. Y ya no hablemos de un gobierno con un programa claro y la estabilidad necesaria para gobernar.
¿Por qué?
El PP va a votar en contra. Porque incluso en el improbable escenario de un gobierno de coalición del PSOE con Ciudadanos o un respaldo de esta fuerza a la investidura de Sánchez, 130 escaños entre ambos, el voto en contra del PP y de Podemos provocará el naufragio. O es que Podemos ¿se va a abstener? Altamente improbable aunque coincida en el no con el PP. En la mesa del Parlamento acaban de coincidir para recortar los plazos de negociación de Sánchez incluso cuando no se trata de una decisión vinculante.
¿Por qué poner delante a Ciudadanos en el calendario de alianzas de Sánchez? Porque él lo ha querido así. Toda la presión del Comité Federal ha conseguido ciudadanizar a un Sánchez sobre el cual Susana Díaz, por un lado, y los barones, por el otro, albergaban grandes sospechas. ¿De qué? De un pacto con Podemos. Algunos dicen que Sánchez encargó sigilosamente un papel con una serie de propuestas para negociar con Podemos. Tampoco es para rasgarse las vestiduras. Pero este Sánchez podemizado es el que levantó todas las alarmas.
La presión del Comité Federal ha contado con un aliado para enderezar a Sánchez: el clarinazo de Pablo Iglesias el 22 de enero, mientras Sánchez departía con el Rey, con la propuesta de gobierno de coalición -la Operación Sonrisa del Destino -, a través de la cual el líder de Podemos se autopostulaba como vicepresidente.
Sánchez estimó desde el viernes 22 que la idea de un gobierno de izquierda entre PSOE, Podemos y IU-Unidad Popular, es decir, 161 escaños, debía dar paso a un gobierno de cambio y reformista con base en el PSOE y Ciudadanos. Sánchez, que a horcajadas de Podemos se ha lanzado a la investidura, le ha dejado para el final de la ronda de consultas.
A partir de ello, y con ayuda del mandato real, Sánchez ha logrado calmar a las fieras de su partido. Susana Díaz considera ahora que "el Rey y Sánchez han hecho lo correcto". Y como en diálogo satisfecho consigo misma, ha dicho: "Ahora tengo que dejar que los compañeros trabajen".
La labor de Sánchez con la aritmética imposible que ha dejado el 20-D es doble. Aprovechar la Operación Investidura para asegurar su liderazgo en el partido y al tiempo mejorar la posición electoral del PSOE, posición cuya vulnerabilidad se desprende de la encuesta del CIS ya superada de fechas, dado el vértigo que provocan los acontecimientos diarios en este país, pero no por ello menos sugerente.
Sánchez cuenta con el deterioro de la imagen de Rajoy y del PP en su difícil gestión de la investidura y con otro aliado en la marea de la corrupción que amenaza con convertirse en un tsunami si ya no lo es, por lo menos, en la Comunidad Valenciana, donde el 20-D el PP resultó ser la fuerza política más votada. El partido está en vías de desagregación en una región que desde hace más de dos décadas se ha configurado como su columna vertebral.
Rajoy y el PP están, pues, en el lado oscuro.
La reacción ante el escándalo de blanqueo y presunta financiación ilegal en la Comunidad Valenciana ha seguido el patrón de conducta de Rajoy durante todos los casos anteriores. En el terreno de la política judicial un hecho ha pasado casi de puntillas.
Y es que con la que cae en la la citada Comunidad, el presidente del Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Lesmes, ha intentado sacar adelante en el pleno del CGPJ, del pasado día 28 de enero, el nombramiento de Vicente Magro Servet, presidente de la Audiencia Provincial de Alicante, para el cargo de presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, en sustitución de Pilar de la Oliva, magistrada conservadora pero al parecer demasiado independiente.
Magro Servet ha sido elegido senador del PP en las elecciones de 1996 por la provincia de Alicante y actuó como secretario primero de la comisión de Justicia del Senado. Lesmes no lo consiguió: una alianza de votos progresistas y conservadores descolgados apoyó a Pilar de la Oliva. Con el panorama actual en la Comunidad Valenciana, ¿se imaginan un ex senador del PP al frente del TSJ de la Comunidad, que juzga a los aforados?
Bien.
Volvamos a Sánchez, quien frente al lado oscuro se sitúa a sí mismo y al PSOE en el lado luminoso.
Si la negociación es difícil, la sesión de investidura puede ser una pesadilla. Porque sin los apoyos, Sánchez se verá sometido a los sablazos cruzados de todos los partidos. Será una sesión catártica. Tendrá que salir vivo. El PSOE acusará a Podemos de frustrar un gobierno del cambio; Podemos al PSOE de abortar un gobierno de izquierda.
Y si Sánchez consigue mejorar la posición relativa del PSOE como resultado de esta travesía todavía tendrá que firmar una paz duradera con Susana Díaz para volver a ser el candidato en las elecciones.
Estamos en campaña electoral. Las negociaciones y la investidura son, como tales, fases de esa campaña, de las cuales cada uno espera salir en las mejores condiciones y con argumentos para la nueva confrontación en las urnas.
Y, mientras, la cadena amenaza con romperse, como siempre, por el eslabón más débil: el renovado ímpetu del proceso independentista en Cataluña. Que ya ha arrancado ayer un "acuerdo de unidad frente a los secesionistas" entre Mariano Rajoy y Albert Rivera.
Un pacto verbal fraguado, tras un mensaje de Rivera al presidente del Gobierno en funciones en la que proponía un acuerdo PP-PSOE-C's, el mismo día en que dio comienzo la negociación entre ambos para la investidura. Rajoy lo cogió al vuelo al margen de Sánchez y llamó por teléfono a Rivera en busca del titular. Así se las gastan. Todos contra todos.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.