“No me voy a agarrar al sillón”
El Parlamento más fragmentado se llena de caras nuevas. La más joven, la comandante Cantera y un excámara del Congreso cuentan sus primeras impresiones
Algunos de los veteranos no podían evitarlo y miraban alrededor, es decir, a los vaqueros, a las rastas... con ojos que decían: “Demasiada novedad”. El Congreso se llenó este miércoles de debutantes: los 69 de Podemos, los 40 de Ciudadanos y también muchos de los viejos partidos, obligados desde la campaña electoral a ofrecer imagen de regeneración y caras nuevas.
La socialista María Such, la diputada más joven, de 25 años, no pertenece a ninguna de las nuevas formaciones, sino a una de las que Podemos ha incluido siempre en el saco de la famosa "casta": el PSOE. En cualquier caso, ha caído la edad media del Congreso: de 49 años de media en la anterior legislatura a 47,4 ahora, siendo los diputados del partido de Pablo Iglesias los más jóvenes en términos generales (39,9 años de media) y los del PP los mayores (51,3).
En el escaño se sentó por primera vez una diputada negra, Rita Bosaho, de origen ecuatoguineano y miembro de Compromís-Podemos. También una actriz, Rosana Pastor, con Podemos; varios periodistas, como Marta Rivera de la Cruz, por Ciudadanos; o jóvenes que hasta hace poco iban a manifestaciones contra las decisiones que los políticos tomaban en el mismo hemiciclo en el que se sentaban ayer. En el nuevo Congreso, donde menguan las corbatas, también hay más mujeres que nunca: 141 de 350 diputados, es decir, el 40% frente al 6% de las dos primeras legislaturas.
Ayer, muchos preguntaban despistados dónde estaba cada cosa y casi ninguno había llevado la gran cartera de piel de diputado que el Congreso entrega cuando cada uno recoge su acta. Dentro llevan un ejemplar de la Constitución y una guía de consejos. Algunos confesaban que aún no le habían echado un vistazo. Entre los nuevos diputados, algunos comentaban que no pensaban hacer una larga carrera política, sino ocupar temporalmente este escaño y regresar más tarde a su profesión.
Ninguno de los debutantes se atrevió a asegurar, en cualquier caso, que vayan a durar cuatro años en su escaño porque la posibilidad de tener que repetir las elecciones por falta de acuerdo entre las fuerzas políticas sigue ahí. Superado el primer escollo —el de nombrar presidente del Congreso—, ahora queda el más importante: investir a un presidente del Gobierno. Estas son las impresiones de quienes se sentaron ayer a hacer política por primera vez.
Zaida Cantera, comandante en retiro: "Vuelvo a servir al ciudadano, ahora, sin uniforme"
Una de las diputadas que ayer se estrenó en el Congreso temió, hace no mucho, terminar en la cárcel. Le llegaron a pedir seis años por deslealtad después de haber logrado una histórica condena por acoso sexual contra uno de sus mandos en el Ejército. La última vez que la comandante Zaida Cantera había estado en el hemiciclo fue para ver al ministro de Defensa, Pedro Morenés, mandar callar a la diputada Irene Lozano —entonces en UPyD— cuando pedía explicaciones por su caso. Ayer ambas se sentaron en los escaños socialistas, las dos como independientes. “Si me cruzara hoy con Morenés le diría que las cosas van a cambiar en las Fuerzas Armadas. Para las mujeres, para el último soldado y para los generales”.
Cantera cuenta que tardó 20 días en darle el sí a Pedro Sánchez. “Hoy, al cruzar la puerta del Congreso, he pensado que vuelvo a servir a los ciudadanos, aunque, ahora, sin uniforme. Me gustaría que mejore la ley de dependencia, la lucha contra la violencia de género...”.
La imagen que arrojaba el hemiciclo también era muy distinta de la de la última vez, cuando escuchaba hablar de ella misma desde la tribuna de invitados. “Hay muchas caras nuevas, somos gente corriente. Ahora hay más pluralidad y eso es bueno. Los ciudadanos han dicho: ‘entiéndanse’ y ahora nos corresponde hacer realidad esa voluntad mediante acuerdos. Repetir elecciones sería como decirle al ciudadano ‘tienes que cambiar tu voto, te has equivocado al votar”.
Llegó al Ejército por vocación, no por tradición, y aunque el uniforme está en un armario, cuesta quitárselo de encima. “Cada vez que dicen mi nombre, me levanto. César Luena alucinaba cuando después de estar en varias ciudades de campaña le pregunté que si le daba las novedades o le hacía un informe... Fueron 17 años de vida militar”, dice, aún con algo de nostalgia.
Miguel Vila, excámara del Congreso: "Aprendí cómo no hacer política"
También se sentaba ayer por primera vez en el hemiciclo, pero a diferencia del resto de debutantes, Miguel Vila, de 31 años, no necesitaba preguntar a nadie dónde estaba el baño y era imposible verle dar dos pasos sin que un ujier, camarero o empleado del Congreso le parase para saludarle. Antes de meterse en política tras recibir una oferta de Podemos, Vila trabajó entre 2009 y 2014 como cámara oficial del Parlamento y fue, además, representante sindical de los trabajadores del Congreso. Antiguos colegas, sorprendidos de verle al otro lado y con americana, aunque sin corbata, le gastaban ayer bromas. “Ha sido emotivo, bonito y muy curioso verme de repente rodeado de periodistas que me preguntaban a mí en lugar de ser yo el que está grabando. Me ha gustado”.
“En ese tiempo que estuve detrás de la cámara aprendí cómo no se debe hacer política: de espaldas a la gente. Eso y bastante procedimiento parlamentario”. Cuenta que en esos años no tuvo mucho trato con los políticos con los que ahora va a sentarse en el hemiciclo —“El Congreso era un lugar muy clasista, pero eso va a cambiar”, dice— y en el que no piensa estar más de ocho años. “En Podemos tenemos esa limitación porque es fundamental para evitar la corrupción”. Preguntado por cuánto cree que aguantarán estas Cortes, es decir, si habrá que repetir las elecciones, admite la incertidumbre: “No me atrevo a afirmar que va a durar cuatro años”.
El gusanillo le picó con las manifestaciones del No a la guerra, aunque en su casa siempre se habló mucho de política —sus padres son abogados— y asegura que no le da miedo decepcionarse. “Estoy convencido de que en Podemos nadie va a olvidar nunca de dónde viene y a quién se debe”. Tiene la carrera de Derecho a medio terminar y después de diputado se imagina trabajando como letrado. “Si no, cogeré la cámara otra vez”.
Maria Such, la diputada más joven: "No me voy a agarrar al sillón"
A los 14 años se metió en las Juventudes Socialistas de su pueblo, Cullera (Valencia) y con 25, María Such se convirtió en la diputada más joven del Congreso. Ayer fue con Nagua Alba, de Podemos —tres meses mayor que ella— una de las caras y las voces que desde la llamada Mesa de Edad llamaban a los nuevos parlamentarios a votar la Mesa del Congreso. “Da respeto subir ahí, pero cada vez me he ido sintiendo más a gusto. Pedro Sánchez me ha dicho que ahora ya sé lo que es subir a la tribuna, que no es nada fácil, y que tengo la ventaja de haberme aprendido los nombres de todos los diputados”.
Su padre fue diputado socialista y alcalde de su pueblo y su madre concejal en Cullera por el mismo partido. “Así que en mi casa que me meta en política se ha visto como algo natural”, explica.
Es licenciada en Derecho y Ciencias Políticas y hace unos meses había empezado a llevar algún caso pequeño: “Una indemnización por despido, la homologación de un título, una apropiación indebida...”. Cuenta que en política está de paso y cree que es bueno que los políticos tengan una profesión. “Si no se repiten las elecciones terminaré la legislatura con 29 años y entonces me tocaría reciclarme para poder volver al Derecho. No me voy a agarrar a ningún sillón”.
Prudente, explica que le da miedo decepcionarse y decepcionar. “Tenemos que dar ejemplo y ser coherentes”. Lo primero que le gustaría ver en el Congreso es la derogación de la reforma laboral del PP y la aprobación de un plan para que regrese “el talento de los jóvenes exiliados”, entre los que tiene varios amigos. Such asegura que ninguno de ellos le ha afeado que se meta en política. Tampoco se atreven, de momento, a pedirle cosas, aunque a la joven diputada le gustaría poder decirles, sobre educación, que se deroga la ley Wert, bajan las tasas y pueden volver a España, ya con trabajo.
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