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ELECCIONES GENERALES
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El PSOE versus Podemos

La diferencia entre el último congreso socialista y otros pasados es que ahora se habla de luchas intestinas en el PSOE, cuya razón más poderosa es la pugna entre Díaz y Sánchez

Aquel congreso del PSOE en que Felipe González renunció a la secretaría general para no aceptar una línea política marxista (1979); o aquel otro (1984) en que el mismo dirigente impuso una resolución favorable a la continuidad de España en la OTAN, tras la campaña electoral que su partido había hecho contra la misma —y antes de embarcarse en la convocatoria de un dramático referéndum—. Sería erróneo creer que los congresos socialistas de otros tiempos giraban solo sobre grandes cuestiones y que lo de menos eran las luchas internas por el poder: por supuesto que las batallas por cuotas de mando e influencia siempre han sido notorias. Ahora se oye hablar de luchas intestinas en el PSOE y no parece haber razón más poderosa que la pugna entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, aunque se haya puesto por delante “la unidad de España” y el veto de sectores socialistas a toda posibilidad de celebrar un referéndum específico para Cataluña.

Este comité federal ha tenido el aire de la nueva versión de una película rodada con otro director, guionista y actores que polarizaban más a la opinión pública. Es fácil seguir hablando de barones territoriales y del secretario general como si todos ellos siguieran formando parte de un bloque enorme donde cada uno cuenta con bazas importantes. La realidad es que se trata de un conjunto bastante reducido, que tiene que definir un proyecto autónomo y duda cómo hacerlo.

Las dificultades de Mariano Rajoy para hacerse reelegir han puesto en circulación la hipótesis de una alianza alternativa entre el PSOE y Podemos y, por escasas que sean sus posibilidades, ha bastado para justificar las primeras escaramuzas socialistas. A ello ha contribuido también el apresuramiento de Pedro Sánchez al anunciar que seguirá siendo candidato a la secretaría general del PSOE, inmediatamente después de las elecciones generales, un acto impropio de quien se está explicando sobre los resultados electorales obtenidos.

Es cierto que reducirlo todo al éxito del caballo electoral se ajusta más a los juegos de apuestas. La paradoja es que el PSOE del presente no carece de margen político, puesto que prácticamente ninguna solución de gobierno es posible sin su concurso, bien sea absteniéndose en la investidura de otro —como presiona el PP—, bien tomando la iniciativa con Podemos y otras fuerzas de izquierda y nacionalistas. Se trata de un juego político completamente distinto de la época de los grandes bloques, pero los actores de la etapa posbipartidista se sienten inseguros en ese terreno sin precedentes.

No se trata de tirarse los trastos a la cabeza en cuanto se coge la calculadora: claro que aritméticamente la solución es muy difícil, pero la política ha superado muchas situaciones. Entre “el asalto a los cielos”, de Pablo Iglesias, y los temores de los dirigentes del PSOE, cabe esperar que no regresen demasiado pronto las nostalgias del turnismo.

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