La hora de la aritmética... y de la ideología
La lógica dice que el PP debería intentar formar Gobierno en el mes de enero
Con una victoria insuficiente del PP y una ligera ventaja de las izquierdas sobre las derechas, las elecciones generales arrojan unos resultados inciertos para la gobernabilidad de España para los próximos cuatro años. PP y Ciudadanos suman 163 escaños en el nuevo Parlamento, dos más que la suma de PSOE, Podemos e IU; más de diez millones de votos (un 42%) a cada lado. Lo que quiere decir que los partidos periféricos tienen algo que decir a la hora de formar Gobierno y que va a ser complicado lograr una investidura.
En las noches electorales, muchos líderes suelen adjudicarse una victoria, pero en esta ocasión no hay ningún ganador claro. Hay dos que pueden presumir: Mariano Rajoy, que ha obtenido más votos que nadie (aunque haya perdido un tercio de votos y escaños respecto a 2011) y Pablo Iglesias, que con 69 escaños no toma el cielo, pero se asegura una cómoda posición en el Congreso. Pedro Sánchez ha perdido votos y escaños, pero podría tener la oportunidad de formar un Gobierno a la portuguesa. Y, por último, Albert Rivera, que ha defraudado las expectativas, aunque tendrá algo que decir en las largas negociaciones que se producirán en las próximas semanas.
Es la hora de la aritmética; de sumar y restar para ver quién es capaz de conseguir 176 votos favorables en una investidura (o algunos menos, si hay abstenciones interesadas en respaldar a uno o a otro). La lógica dice que el PP debería intentar formar Gobierno en el mes de enero. Para ello necesitaría los votos de Ciudadanos y de algunas otras fuerzas políticas periféricas, algo realmente complicado y que le mantendría en el poder en un escenario de máxima inestabilidad.
En el otro lado, el tándem PSOE-Podemos se enfrenta a un dilema: ¿formar un Ejecutivo difícil de gestionar que les costaría un enorme desgaste o estar en una fortísima oposición de izquierdas? El ejemplo reciente de Portugal, en el que la derecha ganadora no pudo llegar al poder, dando paso a un tripartito de izquierdas, estará presente en las conversaciones de Sánchez, Iglesias, Garzón y algunos partidos de Cataluña y el País Vasco.
Además de la aritmética, es la hora de la ideología. Los cuatro grandes líderes políticos españoles han estado remoloneando durante los últimos dos meses sobre los posibles pactos que aseguren la gobernabilidad en España. Es lógico que, en plena campaña, los partidos no quieran desvelar su estrategia de acuerdos poselectorales, porque podría afectar a la captación de votos. Pero al día siguiente de las elecciones Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera tendrán que mostrar sus cartas y sentarse a dialogar para intentar formar un Gobierno de uno u otro signo. Hasta las últimas elecciones municipales y autonómicas, en España había poca costumbre de llegar a acuerdos de gobernabilidad. No estamos entrenados para ello, porque no era necesario. Pero ahora la negociación es la palabra clave en el diccionario político español.
El bipartidismo mayoritario ha muerto (PP y PSOE han perdido 5,2 millones de votos y apenas superan el 50% del total) y ahora hay que buscar combinaciones de cuatro o cinco elementos tomados de dos en dos, o de tres en tres. Nos encontramos con dos posibles escenarios: un Gobierno de centroderecha o de centroizquierda. Y en ambos casos no sirve con una coalición de dos partidos; es necesario que PP-Ciudadanos o PSOE-Podemos consigan otros aliados periféricos que les aseguren la mayoría necesaria para la investidura.
Por el lado de la derecha, Albert Rivera ha querido dejar claro que nunca votará a favor de investir a Mariano Rajoy. Y la abstención no le basta al actual presidente para mantenerse en el poder, aunque ya se sabe que una cosa es predicar y otra dar trigo, y Ciudadanos puede cambiar de opinión a última hora.
A la izquierda, los acuerdos parecen igualmente complicados. PSOE y Podemos pueden quedarse a las puertas de una mayoría conjunta, pero necesitarían los escaños de IU, ERC o PNV. Y aquí surge otro dilema: ¿aceptaría Sánchez incluir en su programa de Gobierno un referéndum sobre la independencia de Cataluña? ¿Y los barones socialistas? Eso, contando con que Iglesias acepte al líder socialista como presidente en vez de intentar serlo él alegando la fuerza de sus votos.
No hay que perder de vista un último detalle: el PP ha ganado holgadamente las elecciones al Senado y, aunque algunos defiendan su desaparición, es una Cámara importante para discutir y aprobar las leyes.
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