Carta abierta al ministro Guindos

Señor ministro de Economía y Competitividad,
Le escribo en relación a la situación procesal de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. Como ya sabrá, la señora Lagarde se sentará en el banquillo ante el Tribunal de Justicia de la República, institución que juzga a los ministros, acusada del delito de negligencia en el caso Tapie, la concesión en 2008 de una subvención de 407 millones de euros al empresario y exministro Bernard Tapie. Así lo ha dispuesto un tribunal de Francia.
España es miembro del FMI desde el 15 de septiembre de 1958, cuando suscribió en Washington la adhesión al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Fue entonces el sexagésimo sexto país.
Hasta ahora Lagarde, ex ministra, había sido citada a declarar en la investigación del caso Tapie en calidad de testigo asistido (témoin assisté). Si bien era objeto de la instrucción sumarial, no tenía calidad de imputada o inculpada (inculpation, más tarde mise en examen).
El Ministerio de Economía provocó la dimisión de Magdalena Álvarez en una de las vicepresidencias del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en junio de 2014. Mientras el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, sostuvo que la imputación de Álvarez en el caso de los ERE de Andalucía no era indicio de culpabilidad, usted pidió en privado al presidente del BEI, Werner Hoyer, la cabeza de Álvarez con el argumento de su imputación primero y de la fianza por responsabilidades civiles que se le impuso, fianza anulada más tarde por la Audiencia de Sevilla.
Es el día de hoy en el que Magdalena Álvarez todavía no ha sido objeto de un auto de apertura de juicio oral.
En aquellos días, hice mención a la situación de Christine Lagarde, relativamente diferente a la de Álvarez por las figuras procesales francesa y epañola, y a las posibilidades de que también se sentara en el banquillo. Parecía lo más sensato considerar la apertura de juicio oral contra Álvarez como el momento de pedirle la dimisión. Es el momento procesal en el que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) suspende la actividad jurisdiccional de los jueces.
Pero usted quería el puesto que ocupaba Magdalena Álvarez, por designación del gobierno Zapatero, para uno de sus hombres, Roman Escolano, entonces presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Y aireó el tema de la dimisión de Álvarez en la precampaña de las elecciones europeas de mayo de 2014.
Ante la resistencia de Álvarez -tras prometerle un miembro de su equipo, Inigo Fernández de Mesa, ex director ejecutivo de Lehman Brothers y entonces secretario general del Tesoro, apoyos para otros posibles puestos en una comida celebrada en el restaurante Paradis de Madrid-, usted puso en marcha una operación que se revelaría eficaz.
Acusó, a puertas cerradas en el BEI, a Álvarez de haber filtrado a este periódico, EL PAÍS, una información referida a una carta enviada al BEI por el gobierno español en la que se solicitaban aclaraciones de procedimiento para incorporar el asunto al orden del día de dicha institución. Es decir, la acusaba de faltar a la confidencialidad. Ello habida cuenta de que los servicios del Ministerio ya habían filtrado informaciones idénticas a agencias informativas y medios de comunicación en la campaña para obtener su dimisión.
Consiguió, pues, el anuncio de dimisión de Magdalena Álvarez el 25 de junio de 2014. El señor Escolano ocupó el puesto.
Esta historia nos remite ahora el caso Lagarde.
¿Pedirá usted la renuncia de Christine Lagarde? Con el rasero que usted ha aplicado a Magdalena Álvarez, ahora que Lagarde se sentará en el banquillo por orden de un tribunal de Francia, ¿actuará usted y su gobierno cuando tienen las razones procesales, por así decir, claras, a saber se ha dictado una resolución equivalente a la de juicio oral en España?
¿Encargará a Fernando Jiménez Latorre, entonces secretario de Estado de Economía y copartícipe de su estrategia respecto de Álvarez, y ahora director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) (en el grupo que España comparte en el organismo con Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Venezuela), que proponga la dimisión de Lagarde?
¿O confirmará lo que supimos en su día, a raíz de las malas artes utilizadas, de que en rigor usted quería la cabeza de Álvarez para darle el puesto a uno de sus amigos?
Atentamente.
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