Suicidio bipartidista
El régimen que se venía gestando se cerró tanto que el PSOE se convirtió en guardián y prisionero a la vez
Mariano Rajoy acabó con la reputación del bipartidismo y Pedro Sánchez lo ha hundido. Para que el bipartidismo funcione se requiere que los mecanismos de la alternancia estén afinados. Cuando uno de los dos partidos está exhausto, el otro tiene que estar listo para el recambio. El PP se ha desfondado en la legislatura de la corrupción y de la austeridad pero el PSOE no estaba preparado para asumir el relevo. El bipartidismo no ha podido cumplir la principal función que lo justifica. El PP sufre una enorme desafección de sus votantes y el PSOE sigue estando por detrás en todas las encuestas. Y ganan terreno aquellos que quieren acabar con esta patrimonialización de las instituciones por parte de PP y PSOE que recibe el púdico nombre de bipartidismo. Ellos mismos lo liquidaron al fallarles el proceso interno de cambio. El debate a dos fue una desesperada defensa de su duopolio. Era totalmente ajeno a la actual realidad política de España.
¿Es la impotencia del PSOE la causa de la crisis del bipartidismo o es un efecto de un desgaste del régimen que se venía gestando desde hace tiempo? El régimen se cerró tanto que el PSOE se convirtió en guardián y prisionero a la vez. Los márgenes se estrechaban y no se dieron cuenta de que su partido perdía perfil propio. La debilidad socialista explica que Rajoy, el hombre que nunca ha asumido su responsabilidad por el caso Bárcenas, haya podido volver a presentarse, a pesar de las fracturas abiertas por sus políticas en la sociedad española en forma de desigualdad, precariedad y desatención a los ciudadanos. El bipartidismo se deslegitimaba día a día y el PSOE no se salía del guión. En el 96 perdió la hegemonía ideológica y no ha hecho nada para recuperarla. Nunca anticipó el agotamiento de un régimen cada vez más alejado de la sociedad.
Cuando empezaron a crecer nuevos proyectos en el exterior del sistema bipartidista, el PSOE se colocó a la defensiva. Aún hoy, hay entre los socialistas quienes sostienen que estamos en una crisis de la democracia representativa por la aparición de propuestas liquidacionistas de populismos de derechas y de izquierdas. ¿O sea que la democracia sólo es representativa cuando se reduce a la alternancia entre A (el PP) y A prima (el PSOE)? ¿Cómo dos partidos tan instalados pueden representar a una sociedad tan compleja? La democracia deja de serlo cuando sus límites los marcan los poderes contramayoritarios. “No nos representan”, fue el eslogan que abrió la lucha contra el bipartidismo. La incapacidad del PSOE para reemplazar a un PP agotado le ha dado la puntilla.
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