El maestro del suspense
El hombre que lanzó el hueso en Sevilla, a saber, el titular de que el líder del PSOE ya estaba fuera de combate –es decir, que acude derrotado al debate del lunes 14- veinticuatro horas más tarde manifiesta no desear meterse en los líos de nadie. Pero, eso sí, “cree” que puede haber alguna sorpresa el 20-D.
En la política norteamericana se habla, a partir de 1972, con ocasión de la reelección de Richard Nixon, de la october surprise, la sorpresa de octubre; es la aparición, antes de la elección presidencial de primeros de noviembre, de ciertas noticias o hechos que pueden influir en el resultado de los comicios.
El candidato a la reelección por el PP, pues, ha decidido ser ubicuo y convertirse en el nuevo maestro del suspense. Nuestro Alfred Hitchcock susurra saber algo que ignoramos.
Esa sorpresa teóricamente podría estar referida al PP. O no. Podría ser, en el primer caso, una victoria más holgada del PP que la prevista en los sondeos. Digamos 140 escaños. Y en el segundo caso, quizá el maestro nos habla del PSOE. Y esa sorpresa sería que no será la segunda fuerza y que habrá un nuevo partido en el liderazgo de la oposición.
El maestro sabe que, según el CIS, un 67% de los ciudadanos desearía cambiarle, esto es, prefiere un cambio en España. Quizá este deseo llevó a Rajoy a preguntar a Bertín Osborne si él le caía mejor que Pedro Sánchez, quien había visitado antes que el presidente del Gobierno al cantante-presentador, o si le encontraba tan aburrido como decían algunos.
Lo cierto es que después de su paso por Doñana, Rajoy regresó a la campaña con un plan preciso: seguir con la demolición de Pedro Sánchez antes del debate del lunes próximo, día 14. ¿Seguir? Ya había comenzado con su confidencia a Pablo Iglesias de que Podemos, como el PP, va muy bien en los sondeos. Divide el 67% y vencerás. Lo primero, pues, fue “reconocer” la remontada de Pablo Iglesias. Y lo segundo, dejar registrada la defunción prematura de Sánchez.
Nuestro maestro del suspense tiene memoria. Y si le falla, está Pedro Arriola. El líder del PSOE le ganó a Rajoy el debate sobre el estado de la nación el pasado 26 de febrero. Algunos sondeos destacaron que Rajoy solo ganó a Sánchez en “agresividad y demagogia”. Hasta un tercio de votantes del PP manifestaron que el líder socialista estuvo “bien o muy bien”.
Por tanto, Rajoy no quiere acudir al duelo sin una ventaja personal previa. Y esa ventaja consiste en presentar a un contrincante mediáticamente derrotado. Lo que ha lanzado, pues, el equipo del presidente es una operación contra el líder socialista.
Rajoy se ha metido, según su particular manera de razonar y hablar, en los líos de “nadie” (léase Sánchez), por necesidad. Y ya sabemos: la necesidad tiene rostro de hereje.
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