Visto para sentencia el juicio sobre el lanzamisiles de ETA contra Aznar
El fiscal reconoce que no hay pruebas directas de la participación de los cuatros acusados
El juicio que la Audiencia Nacional ha celebrado este miércoles contra cuatro supuestos miembros de ETA acusados de transportar un lanzamisiles para que otros terroristas atentaran en 2001 contra el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, ha quedado visto para sentencia. La vista oral apenas ha arrojado luz sobre la participación de los cuatro acusados, que han negado radicalmente su participación en los hechos e incluso han negado conocerse entre ellos. Solo uno de los cuatro, Luis Ignacio Iruretagoyena, detenido en 2007 y que cumple condena en Francia por asociación de malhechores, ha admitido pertenecer a ETA.
Pedro María Olano, el acusado que aportó el principal elemento de cargo —su declaración ante la Guardia Civil, en la que llevó a los agentes a los zulos en los que supuestamente estuvo oculta el arma de guerra— ha asegurado al tribunal que confesó “bajo tortura”. Olano nunca ratificó su declaración policial, de enero de 2010, ante el juez que investigó el caso. Su denuncia por maltrato quedó archivada. El pasado junio, el Tribunal Supremo cambió su doctrina y dispuso que la declaración policial de detenidos no ratificada ante el juez no servirá como prueba para condenar. Esta confesión para tener validez de prueba deberá ratificarse por otro medio.
El fiscal Jesús Santos ha reconocido en su alegato final que “no existe prueba directa” de la participación de los cuatro acusados en los hechos. Sin embargo, mantiene su acusación al entender que existen numerosos indicios que corroboran la declaración policial de Pedro María Olano, en la que destapaba los zulos e identificaba al resto de supuestos miembros del comando logístico de ETA.
Según el ministerio público, los acusados realizaron tres intentos para acabar con la vida del presidente Aznar durante la campaña para las elecciones vascas de 2001. La primera tentativa se produjo, según la declaración de Olano ante la Guardia Civil, el 29 de abril cuando los acusados supuestamente ocultaron el lanzamisiles en un paraje de Hernani (Gipuzkoa) para que otros terroristas lo recogieran para tratar de derribar el avión que transportaba a Aznar al acto de apertura de campaña en Bilbao.
Al fallar esta intentona, el 4 de mayo, volvieron a depositar el lanzamisiles en Oiartzun para que lo recogiera el comando armado. Aznar volaba a San Sebastián para un nuevo acto de campaña y aterrizaba en el aeropuerto de Hondarribia. Los terroristas volvieron a fallar.
El tercer y último intento se produjo el 11 de mayo de 2001. El comando logístico desplazó el lanzamisiles a Burgueta (Álava), pues Aznar daba un mitin en el polideportivo de Sansomendi, en Vitoria. Tras fallar nuevamente en su acción criminal, el comando logístico, según la declaración de Pedro María Olano, ocultó el dispositivo en un garaje de Luis Ignacio Iruretagoyena, uno de los expertos en explosivos de la banda. Tras verificar que el lanzamisiles no funcionaba correctamente, el comando lo devolvió a la cúpula de la banda en Francia en la Semana Santa de 2002. El artefacto lanzador, junto con dos misiles de fabricación soviética de los años 70 y 80, fueron incautados en octubre de 2004 en la operación en la que fueron detenidos los entonces máximos responsables de la banda, Mikel Albisu, Mikel Antza y Soledad Iparragirre, Anboto.
En 2009, en una entrevista en el diario Gara, dos miembros de ETA reconocieron que “los misiles para derribar aviones arrebatados” a la banda “fueron activados en tres intentos de atentado contra José María Aznar, cuando era presidente del Estado español”. “Por desgracia, las acciones no cumplieron su objetivo”, se lamentaban los terroristas en la entrevista.
Olano confesó que tras devolver los lanzamisiles a ETA, el comando logístico recogió diverso material explosivo de la banda que ocultaron en un local municipal de Lizartza en el año 2002. Tras un periodo de inactividad, siempre según esa confesión no ratificada ante el juez, en 2006, construyeron un zulo cerca de Tolosa, y en 2007 trasladaron el material explosivo a La Alberca (Salamanca).
Uno de los elementos corroboradores de la declaración policial, según el fiscal, es una nota escrita a máquina de uno de los acusados, Juan María Múgica, supuestamente dirigida a su hija Irati, a la que se dirige como Pitusa. En ella, el padre confesaba su integración en un talde con una persona que tuvo “un problema en Lizarra” (Navarra). La Guardia Civil cree que hubo un error tipográfico e identifica a esta persona con Pedro María Olano, condenado a dos años de cárcel por amenazar a la alcaldesa de Lizartza, Regina Otaola (PP).
"Yo no sé escribir a máquina ni utilizar el ordenador y jamás he llamado a mi hija 'Pitusa'", ha alegado Múgica. con una persona que tuvo "un problema" en Lizarra (Navarra). La Guardia Civil cree que hubo un error tipográfico e identifica a esta persona con Pedro María Olano, condenado a dos años de cárcel por amenazar a la entonces alcaldesa de Lizartza, Regina Otaola (PP). “Yo no sé escribir a máquina ni utilizar el ordenador y jamás he llamado a mi hija Pitusa”, ha alegado Múgica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.